Entidades terrestres desconocidas: ¿un verdadero mito?Entidades terrestres desconocidas: ¿un verdadero mito?

La idea de que algún grupo social complejo, formado por seres inteligentes y ajenos al Homo sapiens, pueda existir o haya existido en este planeta es un desafío a nuestra imaginación.

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Las obras de ficción llevan tiempo abordando esta posibilidad, (…) Pero ni siquiera los libros, las películas, las series, los videojuegos y los cómics pueden escapar del entramado humano, en su intento de imaginar sociedades compuestas por seres inusuales. Dado que todavía no hemos tenido contacto oficial con ninguna especie inteligente distinta a la nuestra y sólo podemos pensar dentro de nuestro ámbito de realidad, esto es bastante comprensible.

(…) Esto nos hace preguntarnos si las formas de vida inteligentes no humanas podrían ser hostiles, como tendemos a serlo con todo lo que consideramos potencialmente peligroso, o proclives a ser pacíficos, porque no son humanos en esencia. La pregunta a hacernos sería: si descubriéramos que realmente existen, que siempre han estado aquí, permaneciendo ocultos de nosotros todo el tiempo, y intentáramos establecer contacto, ¿cómo reaccionarían ante nuestro ataque?

(…) si estas posibles formas de vida no humanas poseyeran, de algún modo, una capacidad cognitiva similar a la nuestra, y en consecuencia hubieran desarrollado una civilización peculiar, moldeada por sus necesidades, la prioridad sería tener en cuenta el grado de desarrollo alcanzado . (Recordando que la posibilidad de que una especie terrestre inteligente tuviera una capacidad cognitiva similar a la nuestra sería mayor que la de una especie extraterrestre inteligente. Nuestra historia evolutiva, de convivencia con neandertales, denisovanos y floresiensis, y de convivencia con otras especies del animal reino igualmente inteligente, ejemplifique esta hipótesis.)

En base al nivel de civilización y progreso tecnológico de estas entidades biológicas, podríamos valorar si sería prudente comunicarnos con ellas o si sería mala idea adelantar la señal. La expresión popular “con los callados no te metas” da una lección en este sentido, principalmente porque el progreso tecnológico nunca ha sido sinónimo de sabiduría, buenas maneras y elevación espiritual. (El colonialismo, con su ambición de anexar territorios y las campañas imperialistas a lo largo de la historia son excelentes ejemplos de cómo la tecnología puede usarse de manera opresiva, convirtiéndose, literalmente, en el arma del conquistador).

En este contexto, el nivel de civilización debería tener mayor importancia en la decisión de entrar en contacto. Al parecer moralmente elevadas, empáticas y dispuestas a hacer amigos, las entidades darían señales positivas para interactuar con nosotros, aunque permanecer aislados y hacer amigos son dos disposiciones contradictorias. Si esta apertura a la comunicación no fuera una trampa preparada por ellos, sería bueno que estuvieran en un nivel tecnológico superior al nuestro para sentirse seguros en relación con sus aspirantes a “mejores amigos”. Especialmente en lo que respecta a la tecnología armamentista, para no ser las próximas víctimas de la curiosidad y las “buenas intenciones” del Homo sapiens.

(…) Aunque la hipótesis de una visita extraterrestre tiene una probabilidad mucho menor de ser real que la de la existencia de una civilización terrestre oculta, existe una gran resistencia a esta idea. La gente prefiere arriesgarse al contacto con seres de algún lugar muy lejano de este planeta que a la posibilidad de un encuentro con especies inteligentes no humanas originarias de aquí. Paradójicamente, la aparición mínimamente probable de extraterrestres dispuestos a establecer contacto parece más factible que la aparición de otros organismos terrestres racionales que contacten con nosotros. Y me refiero a organismos que habrían sido generados por la misma biosfera responsable de nuestra evolución. Esta biosfera, cuya capacidad para generar vida inteligente a diferentes niveles es un hecho decididamente demostrado. Una característica que hasta el momento no ha sido posible observar en ningún otro cuerpo celeste bajo la mirada de telescopios.

(…) Si los informes ufológicos son mínimamente fiables, encontraremos en ellos muchos casos de contacto con entidades extrañas, de origen submarino e intraterreno, vistas desde los inicios de la ufología, de forma sesgada o simplemente equivocada, como miembros de civilizaciones. fuera de este planeta. Los avistamientos de Sasquatches, Yetis y Bigfoot serían parte de este paquete de encuentros inusuales. Los investigadores suelen ubicar a estas criaturas en diferentes categorías, extraterrestres y críptidos o criptoterrestres, asociando el término cripto a algo oculto, oculto. Prefiero ponerlos en el mismo grupo y llamarlos “entidades terrestres desconocidas”, o simplemente “ETD”. El adjetivo “terrestre” no excluye a las criaturas submarinas y aéreas que puedan existir, es sólo un indicio de que pertenecen a la Tierra. No puedo decir con certeza que los ETD sean reales, pero si lo son, apuesto mis pantalones a que la probabilidad de que sean nuestros compatriotas es casi del 100%. Sólo podría apostar todo mi dinero a la existencia de los ETD si ya hubieran abandonado el campo de las suposiciones, el reino de los mitos y el reino de las fábulas y hubieran recibido el sello de la prueba existencial de la comunidad científica, como sucedió recientemente con los ovnis.

La alternativa al origen terrestre de las entidades sería que provengan del espacio exterior, o la posibilidad aún menos probable de que provengan de alguna realidad paralela. Sin embargo, en relación a la hipótesis más popular entre ambos, la del origen extraterrestre, no estoy de acuerdo con la opinión consensuada basada en lo que puedo llamar la “paradoja del número de planetas”. En definitiva, cuanto mayor sea la presencia de sistemas solares que contengan planetas habitados en la galaxia, menores serán las posibilidades de que los habitantes de estos objetos astronómicos nos encuentren, ya que seríamos un insignificante punto más del espacio exterior entre miles de millones de otros, que podrían despertar un interés mucho mayor en los extraterrestres. Al contrario de lo que imaginan los ufólogos, un número infinito de planetas en la galaxia no garantiza que uno en particular sea visitado. En el mega sorteo del premio espacial, sería muy poco probable que el billete ganador fuera la Tierra. En este caso hay que agradecer la mala suerte, ya que nunca se sabe quiénes pueden ser los visitantes.

Puede que no tengamos la compañía de extraterrestres, pero es casi seguro que no estamos sin compañía.

Lo que me hace creer en la existencia de ETD es precisamente lo que los ufólogos atribuyen a los extraterrestres: los ovnis. Los objetos voladores no identificados, actualmente conocidos como fenómenos anómalos desconocidos (UAP), siguen siendo un misterio y carecen de mejores explicaciones que la de limitarse a naves espaciales extraterrestres. Las investigaciones relacionadas con ellas están en curso, y hasta que los involucrados lleguen a una conclusión satisfactoria al respecto, mantendré la opinión de que estas anomalías de la naturaleza están de alguna manera relacionadas con entidades desconocidas e igualmente no identificadas. O mejor: identificados (erróneamente) como elfos, Sasquatches, Yetis, dioses, seres folclóricos y otras criaturas míticas dotadas de sapiencia, que, a pesar de convivir con nosotros, prefieren mantener las distancias. Aunque, en ocasiones, entidades secuestran a personas aquí y allá.

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Por Alejandro