El concepto de Planeta Nueve surgió por primera vez de las salas académicas del Instituto de Tecnología de California en 2016, lo que desató un esfuerzo científico global para descubrir esta elusiva esfera.
Se teoriza que el planeta posee una masa que podría empequeñecer a la Tierra diez veces y que podría tardar unos asombrosos 20.000 años en completar una sola órbita alrededor de nuestro Sol.
Un cuerpo tan colosal no sólo remodelaría la dinámica gravitacional del sistema solar exterior, sino que también se uniría a las filas de los gigantes conocidos, redefiniendo el árbol genealógico solar.
El último avance proviene de un esfuerzo colectivo de investigadores internacionales que han seguido meticulosamente las trayectorias anómalas de objetos distantes cuyos caminos se cruzan con la órbita de Neptuno. Estos objetos, que se comportan de maneras que los modelos actuales no explican del todo, sugieren la influencia gravitacional de un cuerpo planetario importante.
Armado con simulaciones informáticas avanzadas y una gran cantidad de datos, el equipo de investigación descubrió que la explicación más plausible para el comportamiento de los objetos era la interferencia de la gravedad ejercida por un gran planeta distante. Desafortunadamente, las simulaciones no fueron del tipo que permitieran al equipo de investigación identificar la ubicación del planeta.
Este descubrimiento añade una pieza sustancial al rompecabezas, ofreciendo un rayo de esperanza de que el Planeta Nueve no sea sólo una invención de la tradición astronómica.
A pesar de este progreso, la ubicación real del Planeta Nueve sigue siendo un misterio.