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Mientras estaba trabajando en la Planta Eléctrica Municipal de Thomas, Oklahoma, en 1912,
me encontré con un bloque de carbón que era demasiado grande para su uso. Lo rompí
con un martillo. Este recipiente de hierro cayó desde el interior, dejando su huella en el carbón como si fuese un molde. He averiguado que el carbón provenía de la mina de Wilburton, en Oklahoma.Firmado: Frank J. Kennard. 27 de Nov. de 1948.
Esta que cito, es una declaración jurada del empleado de una planta de generación eléctrica que presuntamente encontró este recipiente de hierro. El problema que subyace de su declaración, es que la técnica de elaboración de recipientes de hierro fundido no se realizaba en Oklahoma antes del siglo XVIII, mientras que el carbón extraído de la mina era de hace 300 millones de años. Otra vez la maldita cifra:300 millones de años.
La carta se encuentra custodiada en elmuseo de Evidencias de la Creación, así como la figura original. El hecho de que este museo esté dirigido por Carl Baugh, un creacionista negador de la evolución, hace que se levante la primera alarma. La segunda se activa al comprobar que en su sitio web se vende una réplica de este objeto, sin indicar si se trata de una recreación o si son reproducciones fiables realizadas a partir del original.

Indudablemente es posible que mintiese, ya sea por obtener atención, o algo de dinero, a una edad en la que posiblemente el Sr, Kennard ya estaba jubilado, y el dinero seguro que no le sobraba.
Pero también es posible que no mintiese, y que narrase con fidelidad lo que ocurrió, o al menos lo que él vivió en primera persona. También es posible que el compañero que estaba con él en el momento de ocurrir los hechos le hubiese gastado una broma, que preparó partiendo una pieza de carbón legítima, escarbando un hueco para meter el cuenco y volviendo a pegar las dos piezas. No podemos descartar ninguna posibilidad por muy extraña que parezca, desde luego.
Pero incluso aunque esto tampoco fuese lo que ocurrió, podemos explicar el hallazgo con algo menos extraordinario que la existencia de una civilización avanzada que vivió en el Pérnico.
El cuenco tiene el aspecto de los que se utilizaban para fundir plomo en la elaboración de balas. Es posible que se le cayese a algún hojalatero que fue a comprar carbón para su negocio a una mina de Oklahoma. Las minas de carbón se constituyeron en el principal motor de la economía de ese estado en la segunda mitad del siglo XVIII. Trozos más pequeños de carbón pudieron mineralizarse alrededor del recipiente por efecto del agua de las lluvias, formando un bloque compacto en solo unos pocos años.
Ante estas otras posibilidades, mucho más factibles, y ante la imposibilidad de analizar la composición química y estructura del carbón en la que la pieza estaba encastrada, seguir insistiendo en que este recipiente es una evidencia de la creación, es fútil
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