Cuando pensamos en avistamientos de ovnis, nuestras mentes a menudo imaginan imágenes granulosas y afirmaciones incrédulas. Sin embargo, un evento que continúa desconcertando tanto a los escépticos como a los creyentes tuvo lugar en los helados cielos de Alaska en noviembre de 1986, un incidente que sigue siendo uno de los avistamientos de ovnis mejor documentados hasta la fecha.
El 17 de noviembre de 1986, el vuelo 1628 de Japan Airlines realizaba su vuelo regular de carga desde París, Francia, al aeropuerto internacional de Narita, cerca de Tokio. Mientras el Boeing 747 se acercaba a Anchorage, el capitán Kenju Terauchi, un piloto experimentado con más de 10 000 horas de vuelo, notó dos luces enigmáticas que parecían bailar en el cielo oscuro fuera de la ventana de su cabina.
A pesar de su vasta experiencia, el Capitán Terauchi se enfrentó a un espectáculo que lo confundió y lo alarmó. Estos no eran meros fenómenos atmosféricos; eran misteriosos objetos de forma ovalada que maniobraban de manera inteligente, aparentemente siguiendo el ritmo del avión.
Este escalofriante episodio no pasó desapercibido para el control de tierra. El Control de Tráfico Aéreo de Anchorage, e incluso NORAD, el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte, confirmaron que su radar detectó un objeto considerable no identificado que acompañaba al Vuelo 1628. A pesar de los intentos de evadir la entidad, se aferró, aparentemente sin inmutarse por cambios de altitud o maniobras evasivas.
La divulgación pública del evento por parte del Capitán Terauchi, proclamando las naves de origen extraterrestre, provocó un frenesí mediático significativo. A raíz de estas revelaciones, se iniciaron investigaciones oficiales que reunieron a expertos de la FAA, el FBI, la CIA e incluso representantes de la Casa Blanca del presidente Reagan. Sin embargo, la reunión terminó con una declaración inquietante de uno de los agentes de la CIA: “Esta reunión nunca sucedió”.
A pesar de la controversia, queda un hecho innegable: los avistamientos de ovnis no son tan raros como podría pensarse. Innumerables pilotos, que pasan la mayor parte de sus vidas en el cielo, han informado haber visto fenómenos inexplicables. Sin embargo, a menudo eligen el silencio sobre el ridículo y la incredulidad.
Este encuentro en Alaska ofrece una intrigante adición a los anales de los avistamientos de OVNIs, proporcionando no solo testimonios de testigos presenciales, sino también pruebas sólidas que lo corroboran de registros de radar y comunicaciones. Ya sea que sea un escéptico o un creyente, una cosa es cierta: nuestros cielos guardan misterios que aún no se han explicado.
Ya sea que estos avistamientos de ovnis apunten a una presencia extraterrestre en nuestros cielos o que sean una manifestación de tecnología terrestre avanzada aún desconocida para nosotros, no podemos ignorar la creciente evidencia. A medida que continuamos escudriñando el vasto cosmos, encuentros como estos seguirán alimentando nuestra curiosidad y búsqueda de respuestas, recordándonos que quizás no estemos solos en este gran universo.