En 1875, Cecil Edward Denny, joven oficial de la Policía Montada del Noroeste, había disfrutado de una mañana de caza en las Montañas Rocosas canadienses, pero al mediodía el clima se tornó amenazador. Cuando se disponía a remar río abajo, fue sorprendido por el granizo y una lluvia torrencial, acompañada de violentos truenos y relámpagos, por lo que se dirigió hacia la orilla del río en busca de un sitio para guarecerse. Entonces, durante una calma pasajera de la tempestad, escuchó voces y tambores que redoblaban. Aliviado al pensar que podría encontrarse cerca de un campamento de amistosos indios pies negros, caminó por el bosque hacia los sonidos.
La tormenta empeoró y Denny se alegró al llegar a un claro, donde vio 20 tepes (tienda cónica de pieles) a 200 m de distancia. Le sorprendió que la gente anduviera por ahí, ya que, por lo general, los indios canadienses se encerraban dentro de las tiendas si el clima era húmedo.
De pronto, un violento relámpago tiró al joven de espaldas y partió un árbol cercano. Pasó un momento antes de que se recuperara lo suficiente como para ponerse de pie. Se volvió hacia el campamento, pero para su sorpresa y terror, ¡éste había desaparecido! En el lugar donde había visto los tepes con gran detalle sólo había árboles sacudidos por la tormenta.
Denny caminó los 25 km de regreso a la base, donde sus compañeros se rieron al oír su historia. Decidido a aclarar el misterio, volvió con dos indios, quienes le dijeron que la tribu de los pies negros había aniquilado allí un campamento de indios cree. Algunas piedras evidenciaban un campamento abandonado y había dos cráneos blanqueados sobre la hierba, pero no indicios de que hubiera estado ocupado. ¿Acaso la violenta tormenta de algún modo desencadenó un retroceso en el tiempo?
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