Huellas con 6 millones de años demuestran que la “Teoría de la Evolución” ESTÁ EQUIVOCADA
Desde el descubrimiento de los fósiles de Australopithecus en África del Sur y del Este hace 60 años, el origen del linaje humano se ha situado en este continente. Sin embargo, un nuevo hallazgo en Grecia, concretamente en la pequeña isla de Trájilos, al sur de Creta, podría poner a prueba la historia de la evolución tal como la conocemos.
Las huellas fueron descubiertas por Gerard Gierlinski (1er autor del estudio) por casualidad, mientras se encontraba de vacaciones en Creta.
La investigación, publicada en Proceedings of the Geologists’ Association por un equipo internacional de expertos, expone el descubrimiento de unas pisadas humanas en el archipiélago cretense, que tienen aproximadamente 5,7 millones de años de antigüedad, una fecha en donde trabajos anteriores sitúan a nuestros antepasados en África, con unos pies más parecidos a los de un mono.
La clave está en los pies
Los pies humanos tienen una forma muy característica, diferente de todos los demás animales terrestres: combinan una planta larga, con cinco puntas delanteras apuntando hacia delante sin garras, y la presencia distintiva de un dedo gordo. Los pies de nuestros parientes más cercanos, los grandes simios, se parecen más a una mano humana con una especie de pulgar que sobresale a un lado.
Fotografía de dos huellas que posiblemente representan una postura estática de un individuo.
El Ardipithecus ramidus de Etiopía, de 4,4 millones de años de edad, el hominino más viejo conocido con fósiles razonablemente completos, tiene un pie simiesco. Los investigadores que describieron este ejemplar argumentaron que es un antepasado directo de homínidos posteriores, lo que implica que un pie similar al humano aún no había evolucionado en ese momento.
El pie humano es característico. Nuestros cinco dedos de los pies carecen de garras, normalmente apoyamos la planta del pie plana sobre el suelo, y nuestros dedos del pie primero y segundo son más largos que los más pequeños. En comparación con nuestros parientes primates, nuestro dedo gordo del pie está alineado con el eje longitudinal del pie, no sobresale a un lado.
Las nuevas huellas tienen una forma inconfundiblemente humana: el dedo gordo del pie es similar a nuestro propio en forma, tamaño y posición; y la planta del pie es proporcionalmente más corta, pero tiene la misma forma general. Esto indica sin ambigüedad que pertenecen a un homínido temprano —algo más primitivo que el que dejó las huellas de Laetoli—.
Son pequeñas pisadas dejadas por alguien que caminaba erguido sobre sus dos piernas: hay 29 en total. Varían en tamaño desde los 94 milímetros hasta los 223 milímetros, y su forma y silueta son muy similares a las de las huellas humanas. Las huellas de simios no humanos tienen un aspecto muy diferente; el pie se asemeja a una mano humana, con el dedo gordo adosado a la parte inferior de uno de los lados de la planta del pie y sobresaliendo lateralmente.
Reescribiendo la historia humana
«Lo que hace que esto sea polémico es la edad y la ubicación de las huellas», dice en un comunicado el profesor Per Ahlberg de la Universidad de Uppsala, coautor del estudio.
Las tres huellas mejor conservadas.
Las pisadas de Trájilos están firmemente datadas usando una combinación de foraminíferos (microfósiles marinos) de lechos subyacentes, además del hecho de que se encuentran justo debajo de una roca sedimentaria muy distintiva formada cuando el mar Mediterráneo se secó brevemente hace 5,6 millones de años.
Pisadas más antiguas conocidas.
Durante el tiempo en que se hicieron estas huellas, período conocido como Mioceno tardío, el Desierto del Sáhara no existía; los ambientes parecidos a la sabana se extendían desde el norte de África hasta alrededor del Mediterráneo oriental. Además, Creta aún no se había separado de la parte continental griega. Por lo tanto, no es difícil ver cómo los primeros homínidos podrían haber vivido a través de Europa sudoriental como en África, y dejaron sus huellas en una orilla del Mediterráneo que un día formaría parte de una isla del archipiélago cretense.
«El descubrimiento desafía la narrativa establecida de la evolución humana temprana y es probable que genere mucho debate. Si la comunidad de investigación del origen humano aceptará estas huellas fósiles como evidencia concluyente de la presencia de homininos en el Mioceno de Creta sigue siendo algo por ver», dice Per Ahlberg.
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