
Los efectos a largo plazo de Fukushima en el Océano Pacífico son aterradores.
El Océano Pacífico está cargado de material radiactivo peligroso, y las serias implicaciones que esto podría tener para los seres humanos a largo plazo aún no están del todo claras.
En 2011, el mundo observó con horror cómo un tsunami masivo asolaba la central nuclear de Fukushima (Japón). Los daños a la central eléctrica no tenían precedentes en los tiempos modernos, con al menos tres reactores entrando en fusión atómica y cuatro explotando.
Después de la catástrofe, el agua contaminada comenzó a filtrarse desde el sitio hacia el Océano Pacífico a un volumen extraordinario de 300 toneladas por día. Esto ha continuado sin disminuir desde el incidente del colapso y desde entonces ha sido monitoreado por el gobierno japonés, quien ha recomendado que sea soltado en ráfagas controladas.
Inicialmente, los expertos creían que el material radiactivo que se bombeaba al Océano Pacífico no causaría daños significativos al medio ambiente ni a la población animal nativa. En pocas palabras, se creía que el material radiactivo sería diluido por la vasta masa de agua que es el Océano Pacífico hasta tal punto que se volvería intrascendente. Desafortunadamente, la evidencia parece sugerir que esta suposición inicial era completamente errónea.
Como era de esperar, los peces que se encuentran en las inmediaciones de la nación marinera de Japón han sido los más afectados por el material radiactivo, pero parece que la contaminación se ha extendido más allá, hasta California y Canadá. Los científicos han reportado que el salmón salvaje de Alaska, el arenque del Pacífico, el pescado blanco canadiense y el atún rojo en California han sido encontrados con tumores cancerosos sangrantes en todo su cuerpo. Significativamente, se ha encontrado que estos peces dan positivo para Cesio-137 y Estroncio-90 que se han rastreado hasta Fukushima.
Pero, ¿presenta esto una amenaza inmediata para los humanos que comen pescado capturado en el Océano Pacífico? No se ha emitido ninguna recomendación oficial sobre cómo abordar los mariscos después de Fukushima, pero hay preocupaciones particulares con respecto al Estroncio-90. Este material radioactivo imita el calcio en el cuerpo, lo que significa que puede ser procesado y depositado en los huesos. A partir de ahí, el material podría causar un daño increíble a la médula ósea y teóricamente podría causar el desarrollo de cáncer de hueso y cánceres de sangre como la leucemia.
La entrada Tumores cancerosos en pescados y mariscos: “Estamos comiendo radiación de Fukushima” se publicó primero en Mundo oculto.
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