¿Era la estrella de Belén un OVNI? Su trayectoria aparentemente direccional ha llevado a muchos investigadores a considerar la posibilidad de que seres inteligentes pudieran haberlo habitado, entre otras teorías…
Unos magos han llegado a un pequeño pueblo de Palestina llamado Belén, siguiendo una extraña señal en el cielo.
Es una cálida primavera del cuarto, o quizás el quinto año a. C., un momento en el que se está escribiendo una historia que resonará profundamente en miles de millones de personas durante los próximos 2000 años.
Estos sabios son conscientes de que están al final de un largo viaje que comenzaron hace más de tres meses en su lejana tierra natal de Mesopotamia.
Un camino que ha estado sembrado de dificultades y retos de todo tipo, pero en el que siempre estuvo claro el rumbo a seguir.
Había algo en el cielo que les indicaba el camino:
Algunos luego la llamarían estrella, pero otros dirían que era otra cosa, una de esas luces que aparecen en el cielo de noche en noche y lo atraviesan.
Una luz brillante que les decía adónde ir, que se movía con ellos y que, cuando tenían que detenerse, permanecía inmóvil en el cielo. Una extraña luz a la que muchos creen que, si hubiera que darle un nombre, la palabra clave hoy en día sería “OVNI”.
Estos sabios de Oriente vieron desde sus observatorios una extraña luz que había aparecido de repente en el cielo y decidieron seguirla. Todos los días la luz se movía con ellos y cuando llegó al Mediterráneo se detuvo sobre la ciudad de Jerusalén.
Allí, estos sabios hablaron con el rey y le explicaron que el motivo de su viaje era rendir homenaje al nuevo heredero, al nuevo rey que acababa de nacer.
Luego, los magos volvieron a seguir la luz que se movía por el cielo hasta que se detuvo sobre este pequeño pueblo a solo 7 km de Jerusalén. Era la señal de que su viaje había terminado. Aquí está el elegido.
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes, los magos vinieron del oriente a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? «. Porque hemos visto su estrella en el oriente, y hemos venido a adorarlo’”.
Estas líneas del Evangelio de Mateo son la primera referencia a la estrella de Belén. Alusión que se completa unos versículos más adelante cuando, tras la entrevista de los Magos con el rey Herodes, el texto bíblico dice:
“He aquí, la estrella que habían visto en el oriente los precedía hasta que, llegando, se detuvo donde estaba el Niño. Y cuando vieron la estrella, se regocijaron con una alegría muy grande”.
¿Cuál podría ser esa luz que aparentemente los guió inteligentemente en su viaje?
Se barajaron muchas posibles respuestas: desde alineaciones astrológicas hasta fenómenos astronómicos inusuales como meteoritos, nuevas estrellas o cometas, hasta combinaciones planetarias espectaculares.
Pero todas estas posibilidades no explican el extraño comportamiento de la singular estrella que guió a los Reyes Magos desde Oriente. Un comportamiento que muchos especialistas no han dudado en calificar de inteligente.
La Estrella de Belén no sólo les indicaba el camino que debían seguir, sino que, lo que es más importante, se detenía dos veces para indicarles dónde debían detenerse: primero sobre Jerusalén, luego sobre Belén, donde estaba Jesús recién nacido.
Ningún fenómeno natural puede justificar esta maravilla, y solo si fuera algo inteligentemente controlado podría explicarse tal comportamiento.
Si se acepta la realidad del relato bíblico, no existe una explicación natural que coincida con la descripción de la estrella de Belén.