asi nos envenena la industria alimentariaasi nos envenena la industria alimentaria

 

 

¿Silencian los poderes públicos la toxicidad de varios alimentos de consumo masivo? ¿Contiene nuestra comida aditivos que estimulan artificialmente el apetito creando una incontrolable adicción? ¿Conocemos qué efectos tiene la transgenia y la nanotecnología aplicada a la industria de la alimentación? ¿Por qué ante un riesgo potencial se vulnera sistemáticamente el comienzo de precaución? ¿Han perdido en las últimas décadas calidad nutritiva las materias primas como consecuencia del agotamiento de los terrenos y la voracidad de los procedimientos productivos? ¿Está planificado el patológico empobrecimiento de nuestra alimentación de rostro a un mejor control del mercado y a la generación de pandemias que provoquen legiones de enfermos crónicos dependientes de fármacos «clave»?

Las respuestas a estas cuestiones son como poco alarmantes, sobre todo teniendo en cuenta que los naciones desarrollados producen el doble de comida de la que necesita la población mundial para alimentarse, mientras centenares de miles de personas mueren de hambre cada año.

Los emporios industriales del fármaco y el alimento parecen caras de una misma moneda, con tentáculos y ramificaciones indetectables que les permiten modelar de la apariencia más rentable a sus intereses lo que cultivamos, lo que comemos y cómo lo hacemos, y tambien las dolencias que nos provoca nuestra insana alimentación, que luego tratamos de recuperar por medio fármacos, varios de los cuales nos generan diferentes dolencias que, a su vez, hemos de paliar con modernos fármacos.

Vivimos atrapados en un círculo vicioso del que resulta casi increible huir, donde la provoca y la solución paliativa comparten origen. A las sustancias nocivas que contaminan lo que comemos, como metales pesados, pesticidas, fertilizantes o antibióticos, se suma la permanente desnaturalización y merma nutricional provocada por los procesos de refinado y transformación de la comida en su camino incluso nuestras mesas, contribuyendo a un lento pero eficiente deterioro crónico de nuestra salud. La mecánica es tan sibilina que enfermamos sin apenas darnos cuenta, y lo hacemos de patologías de las que normalmente tardaremos demasiado tiempo en morir, ya que la industria del medicamento se encargará de mantenernos lo suficientemente sanos como para que podamos seguir malnutriéndonos mientras lo compensamos con nuestra medicación de mantenimiento. ¿Exageramos?

Una rápida consulta al ranking de los medicamentos más vendidos en los últimos años, independientemente del organismo o consultoría que elabore el listado, sitúa indefectiblemente a productos para el control o tratamiento de la diabetes, el colesterol, la obesidad, la hipertensión o trastornos cardiovasculares entre los que conforman el top ten. Hablamos, por si el lector no se ha percatado, de patologías directamente vinculadas con una alimentación desequilibrada, totalmente descompensada desde llegar al punto de vista nutricional, en la que predomina el consumo de alimentos precocinados y refinados, ricos en hidratos de carbono simples, grasas animales, aceites de pésima calidad vegetal, sal y todo tipo azúcares encubiertos.

Alimentos que, curiosamente, constituyen el grueso del negocio de la industria del ramo. Empecemos con un aperitivo. En 2015, de acuerdo con la consultora IMS Health, la insulina inyectable Lantus ocupó el tercer lugar, y el anticolesterolémico Crestol el quinto, con un montante en ventas de ambos cercano a los 18.000 millones de euros. ¿Qué tal si ampliamos el rango? Entre los años 1997 y 2011, el Lipitor y sus distintos señales comerciales ofrecidas contra el colesterol generaron 100.000 millones de dólares de beneficios. Se transformó en el medicamento más vendido del planeta incluso su conversión en genérico en 2012.

Demasiados lectores pueden pensar que cuando se liberan las patentes de un medicamento para que puedan producirlo diferentes farmacéuticas su margen de beneficios se redice considerablemente. Pues no. Por ejemplo, en la lista de genéricos más vendidos en 2015 en España, tres anticolesterolémicos estaban entre los cinco más vendidos.

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Por Sandra