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Por: Jose Manuel García Bautista
Relacionado directamente con Sevilla tenemos a Hércules que se dice que fundó la ciudad. Romualdo de Gelo en su Historia de Sevilla dice: «La primera referencia escrita que tenemos del nombre de Sevilla la hace Julio César en su Bellus civile (La Guerra civil) y la cita Híspalis. Es posible que la cita más antigua sea en realidad la de Estrabón, pues seguramente la tomó de sus fuentes griegas habituales para la Turdetania, como Artemidoro o Asklepíades. En textos griegos de Ptolomeo y Dión Casio figura ISPALIS, mientras en otros de los latinos Cayo Plinio Segundo, Pomponio Mela y Silio Itálico, se cita HISPAL.
Que el nombre signifique ciudad construida sobre ‘estos palos’ his palis es una aportación de san Isidoro en sus Etimologías (XV,1,71): Hispalis autem a situ cognominata est, eo quod in solo palustri suffixis in profundo palis locata sit, ne lubrico atque instabili fundamento cederet. Y no hay que desecharlo, como expresa A.M.Canto, primero porque era hombre culto y leído; segundo, porque era sevillano; y tercero, porque en realidad se ha comprobado arqueológicamente, como la posición de la ciudad además sugiere, que realmente tenía zonas palafíticas. Yo siempre he preferido la explicación por palus, -udis: laguna, terreno pantanoso, que es donde se ubicaba Hispalis. Y en realidad se ubica, como demuestra el Guadalquivir cada vez que le da la gana. Por muchas cortas que hagan el agua busca su camino… Y, después de todo, palus, -i y palus, -udis tienen una raíz común.
Quizá sea esta acepción la más acertada y compartida en la actualidad dado el origen lacustre de la ciudad, evidente y demostrado arqueológicamente, por su proximidad al río y sobre todo, porque en los tiempos en que se iniciaron los primeros asentamientos humanos en este entorno, (c. 3500-4500 a.C.), el Lago Ligustino aún no se había reducido de manera sensible, (los últimos vestigios de aquel antiquísimo lago son las marismas del Coto de Doñana).
De la etapa visigoda, por la numismática se conoce su denominación, pues en una moneda acuñada en el reinado de Leovigildo, (568-586) figura escrito SPALIS, en tanto que en otra del reinado de Recaredo, (586-601), hijo y sucesor del anterior, se graba ISPALI.
Cuando en el verano del 712 Muza Ibn Nusayr y su hijo Abd al-Aziz toman la ciudad no hacen otra cosa que pronunciar en su lengua el nombre visigodo que esta tenía, pero como en su lengua no existe el sonido P lo pronunciaron B y nació el ISBILIYA, pues la terminación YA es muy común en los topónimos árabes.
En el s. XVI Benito Arias Montano con conocimientos profundos sobre varias lenguas antiguas sostuvo que Hispalis era latinización de una denominación anterior de origen semítico, SPAL, que en fenicio significa llanura, tesis muy compartida en la actualidad por muchos investigadores.
Algunos árabes y marroquíes invasores la llamaron HIMS. Sobre el año 742-743 llegó a Al-Andalus una tercera oleada compuesta por emigrantes de distintas zonas dominadas por los musulmanes a fin de colonizar los campos de las regiones ocupadas. Los procedentes de Damasco ocuparon la zona de Granada; los que venían de la región del Jordán se establecieron en Archidona y Málaga; los que partieron de Palestina fueron a ocupar Medina Sidonia; los de Egipto se repartieron entre Murcia y el Algarve portugués, los venidos de Quinastín se quedaron en Jaén y por último los que salieron de Siria se quedaron en Isbiliya y Labla (Niebla). Aquellos emigrados fueron los que se propusieron, en recuerdo de la hermosa ciudad siríaca de Hims llamar a nuestra ciudad Hims Al-Andalus, pero el cambio duró poco tiempo, de la misma manera que tampoco perduró el que siglos antes Julio César decidió denominarla JULIA ROMULA HISPALIS, pero eso era muy largo para los sevillanos».