En Catemaco, lo que no es mágico, embruja… Entre un cúmulo de montañas, rodeado de ríos, enclavado en la zona de Los Tuxtlas y próximo al Golfo de México, justo al extremo sur del estado de Veracruz de Ignacio de La Llave, se encuentra el sitio donde viven los brujos más poderosos de México.
Esos a los que los hombres y mujeres más poderosos de la política, la industria y del espectáculo han visitado por años para conseguir toda clase de «trabajos» relacionados con el amor, el dinero y por supuesto, el poder.
Incluso aquí, incluso la «ciudad de los brujos», la que emergió de las cenizas tras la erupción del volcán San Martín, alrededor del año 1615 –y que por ello se le denominó Catemaco o «Lugar de Viviendas Quemadas»–
Es aquí, en esta ciudad oficialmente fundada en 1774, donde se celebra una «misa negra» el primer viernes de marzo, a la que asisten centenares de personas de todas partes del país y del forastero en busca de una pócima para el amor y para la buena suerte, y incluso de amuletos que les ayuden a ganar elecciones.
En la capital de los brujos de México viven 26 mil 141 personas, todas ellas muy cerca del Golfo de México y de la laguna de Catemaco, principal atracción turística, que está rodeada por exuberante flora y conformada por varias islas, como la de Tanaxpillo, mejor conocida como «La Isla de los Monos», por la colonia de macacos rabones nadadores originarios de Tailandia.
asimismo hay la reserva de Nanciyaga, en la isla del mismo nombre, donde se realizan recorridos para ver la naturaleza, y donde se proponen tratamientos relajantes hechos de lodo para la piel, limpias espirituales y servicios de Temazcal.
Hay un cocodrilario que destaca al lado con una aldea en la selva, un solarium, un pequeño embarcadero con kayaks y cayucos de madera, un manantial de agua mineral, un comedor y un teatro monolítico al aire libre, el cual por las noches está iluminado con quinqués y mecheros de aceite.
Por eso cada sitio en Catemaco está lleno de misticismo y por eso las viviendas de los curanderos, de los brujos y los chamanes (más de 230 en toda la ciudad) están repletas de imágenes como la Virgen de Guadalupe, el Niño Dios, Jesucristo y la mismísima Santa Muerte.
Otro lugar mágico es Sontecomapan, cercano a la laguna de Catemaco, a donde se puede llegar en lancha para ver los ríos y ser declarantes de cómo se separa el agua dulce del agua marina y además poder admirar los manglares, escenarios de distintos filmes cinematográficos internacionales.
El clima del municipio es de húmedo a templado; la mayor parte del año, llueve por las mañanas, pero regularmente después de mediodía el calor se hace intenso.
Caminar por las calles de Catemaco hace sudar, irremediablemente; pero al caer la tarde el firmamento se nubla y la lluvia regresa, y todo esto reverdece al montón montañoso de la sierra de Los Tuxtlas, llamada además San Martín, por donde está los ríos Grande de Catemaco, Yohualtajapan y Cuetzalapan, que al lado con el lago que desagua a través del río Grande forman la cascada de Tepetapan.
Es de esos zonas donde los catemaqueños obtienen sus alimentos con los que elaboran platillos como los tegololos, topotes, mojarras de Catemaco y razas endémicas de peces y que se puede disfrutar en restaurantes, demasiados de ellos heredados de familia en familia.
Pero sus valiosas costumbres, como la brujería blanca y negra, siguen vivas. Tan es así, que tanto la actual administración, al igual que las previos, fomentan la actividad de los brujos, y para ello tienen al menos a 20 personas que, en motocicleta, guían a los turistas con los curanderos, brujos o chamanes, quienes realizan labores de lunes a domingo, las 24 horas de día –excepto los martes y viernes– sobre todo a medianoche y a mediodía que son las horas de sanación en las que hay más energía para realizar cualquier trabajo de magia negra o blanca.