cientificos afirman haber hallado el punto de dios o red de espiritualidad en el cerebro

¿Qué es lo que nos hace humanos? Una compleja duda, pero que tiene en su interior una o más respuestas en los recónditos pasajes del cerebro, varios inexplorados hasta actualmente. Expertos han buscado durante bastantes años la Red de Espiritualidad o además denominado el «Punto de Dios», y hace poco un grupo de investigador asevera que podrían haberlo hallado.

La búsqueda del «Punto de Dios» ha sido duradera y tambien se manifestó que «no existía». Los primeros candidatos, como los lóbulos temporal o parietal, jamás funcionaron. Y las diferencias en cómo los expertos definen la espiritualidad además han complicado las cosas, porque las distintas áreas del cerebro se iluminan cuando usamos el razonamiento moral frente a cuando experimentamos fascinacion. Pero lo que ha quedado claro es que más del 80% de los entes humanos en todo el planeta informan ser espirituales o religiosos.

Buscando el “Punto de Dios”

(Public domain)

Actualmente, un grupo de expertos ha utilizado un procedimiento conocido como «mapeo de la red de lesiones» para localizar el hogar de la espiritualidad en el cerebro. En su ensayo, difundido en Biological Psychiatry, los expertos informan que han ubicado un circuito cerebral determinado para la espiritualidad, que se localiza en la sustancia gris periacueductal (SGPA).

Solo el tiempo dirá si ese descubrimiento es cierto o sigue el camino de diferentes posibles candidatos a ser un punto de dios. Pero vale la pena investigar la espiritualidad, que puede definirse ampliamente como un sentido de conexión con algo más grande que uno mismo. Bastantes de los componentes asociados con la espiritualidad, a conocer, conexión, fascinacion, empatía, altruismo y compasión, además están sólidamente asociados con la felicidad en la investigación.

El circuito espiritual del cerebro

Para este ensayo, los expertos utilizaron un procedimiento que tiene una larga historia en neurociencia, que a conocer, utiliza la situación de las lesiones en el cerebro para averiguar qué hacen ciertas áreas.

Utilizaron un montón de datos anteriormente difundido que incluyó a 88 pacientes neuroquirúrgicos con lesiones en una diversidad de zonas distintas en sus cerebros a quienes se les extirparían los tumores quirúrgicamente. Compararon sus resultados con otro montón de datos de más de 100 pacientes que experimentaron un traumatismo craneoencefálico penetrante durante el combate en la Guerra de Vietnam. Estos son dos conjuntos de datos muy distintas, que reflejan los desafíos de hacer esta clase de investigación.

Los pacientes quirúrgicos fueron encuestados sobre la aceptación espiritual en contraste con la religiosidad, con cuestiones como «¿Te consideras una persona religiosa?» anteriormente y mas tarde de sus cirugías.

Anteriormente y mas tarde de sus neurocirugías para quitar tumores cerebrales, 30 de los 88 pacientes mostraron una reducción en la convicción espiritual autoinformada, 29 mostraron un incremento y 29 no mostraron ningún cambio. Los expertos mapearon esta espiritualidad autoinformada en un circuito cerebral particular en el SGPA.

El cerebro espiritual, tal como lo visualizó el autor del estudio Michael Ferguson

El cerebro espiritual, tal como lo visualizó el creador del ensayo Michael Ferguson. Crédito: Michael Ferguson

Espiritualidad y religiosidad

De particular interés, los expertos encontraron nodos positivos y negativos en el circuito SGPA. En diferentes palabras, las creencias espirituales de una persona aumentaron o disminuyeron dependiendo de qué nodo fue interrumpido por su lesión cerebral. Los expertos informaron que tanto los resultados del montón de datos de la guerra de Vietnam como los informes de sucesos de pacientes que se tornaron hiperreligiosos cuando poseían lesiones que afectaban los «nodos negativos» del circuito sugerido respaldaban sus descubrimientos.

El SGPA es un sitio fascinante para un circuito de espiritualidad, dado que anteriormente se le ha relacionado a una amplia gama de funciones: condicionamiento del temor, modulación del dolor, conductas altruistas y amor incondicional.

Michael Ferguson, PhD, experto principal del Center for Brain Circuit Therapeutics de Brigham, manifestó en una declaración:

“Nuestros resultados insinúan que la espiritualidad y la religiosidad están arraigadas en dinámicas neurobiológicas fundamentales y profundamente entrelazadas en nuestro tejido neurológico. Nos asombró revelar que este circuito cerebral para la espiritualidad se concentra en una de las construcciones cerebrales más conservadas evolutivamente”.

El valor de la espiritualidad

El argumento de que la religión y / o la espiritualidad poseen valor evolutivo ya se ha hecho anteriormente.

Jordan Grafman, maestro del US National Institute of Neurological Disorders and Stroke manifestó en 2009 en un artículo:

“Las creencias y la conducta religiosos son un sello distintivo de la vida humana, sin un similar animal aceptado, y se localizan en todas las sociedades. Nuestros resultados son únicos al probar que los componentes concretos de las creencias religiosas están mediados por redes cerebrales bien conocidas, y apoyan las hipotesis psicológicas contemporáneas que fundamentan las creencias religiosas en el interior de las funciones cognitivas evolutivas y adaptativas”.

Las hipotesis sobre por qué la espiritualidad puede tener un valor evolutivo tienden a clasificarse en un par de categorías. Primero, que las creencias religiosas reconfortan a quienes atraviesan dificultades, quizás permitiéndoles sobrevivir cuando diferentes se desesperan. En segundo sitio, que la espiritualidad en general y la religiosidad en concreto es fruto de la función principal de nuestro cerebro: crear concepto. Cuando el concepto no está claro, el cerebro crea una descripción.

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Pero para aquellos que se consideran espirituales, tales argumentos insinúan que sus experiencias son menos que auténticas o sencillamente irrelevantes. Los beneficios para la felicidad y el bienestar de experimentar fascinacion o un hondo sentido de conexión compasiva con una sociedad más grande están bien documentados.

Y dadas las profundas tensiones en nuestras comunidades y en el planeta en este instante, un recordatorio de que los humanos están programados para la conexión es bienvenido.

Los descubrimientos de el estudio han sido publicados en Biological Psychiatry.

Por Alejandro

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