La morada de los Romanov fue protagonista de intrigas y episodios sádicos y crueles durante tres siglos de historia (1613-1917). A pesar de tan tortuosa trayectoria, los estertores finales de esta dinastía rusa estuvieron marcados por un única personaje capaz de eclipsar y subordinar los deseos y objetivos de los zares: Rasputín.
Rasputín se transformó en una de las principales influencias de la corte de los zares y en uno de sus principales consejeros
Rodeado durante toda su vida de un halo de enigma, Grigori Rasputín (1869-1916) no se distinguía por ser un personaje culto o sabio, todo lo contrario. Era un auténtico borracho; una persona que portaba una vida de excesos. Proveniente de Siberia, era un sujeto ruda, un campesino sin investigaciones que supo jugar muy bien sus cartas. Debido a su capacidad de convicción y a sus supuestos «poderes mágicos» se transformó en una de las principales influencias de la corte de los zares y en uno de sus principales consejeros, en el que confiaban ciegamente tanto el zar Nicolás II como la zarina Alejandra.
De moralidad gran cantidad cuestionable, se de él que podía curar cualquier mal con sus manos (taumaturgia) y que era un enviado de Dios. Se rumoreaba inclusive que el brillo que desprendían los ojos de Rasputín era capaz de hipnotizar a los individuos, accediento éstas a cualquier deseo o petición del místico. Hubo quienes lo dejaron totalmente todo por seguirle.
Rasputín se encontraba vinculado con un movimiento herético acusado de hacer ceremonias de delirio y promiscuidad sexual
a lo largo de toda su vida, Rasputín tuvo cierta vinculación con una herejía, llamada jlystý, que, como aclara Benedicto Cuervo en Rasputín en la Corte del Zar Nicolás II, eran «flageladores, que engendraban en sí mismos cristos vivientes durante ceremonias de delirio y promiscuidad sexual que denominaban regocijos. Los jlystý practicaban una gimnasia espiritual que necesitaba de tres pasos obligatorios: el pecado, el arrepentimiento y la purificación». Pero, ¿cómo un personaje tan vulgar como Rasputín, considerado un vándalo en su pueblo natal y temido por varios de sus vecinos, acabó convirtiéndose en una persona tan influyente, energica y sobre todo, valorada por la aristocracia y el entorno de la Corte?
PRÁCTICAS MÁGICAS EN LA CORTE ZARISTA
Todo empezó en los primeros años del siglo XX, cuando Rasputín logró llegar a San Petersburgo con 34 años, ayudado por dos monjes ortodoxos que le sirvieron de vínculo con la alta sociedad, a la que debía «curar sus males». asimismo, Rasputín poseía su propia hipotesis encima del pecado, que se basaba en la necesidad de realizar y acumular todo el mal que fuese factible, como ejemplo, por medio los pecados de la carne. Esta premisa condujo a auténticas orgías con personas aristocráticas y poderosas implicadas, que acabaron confiando en el monje loco totalmente.
No le costó muy conseguir el favor de los zares: por medio hipnosis curó temporalmente las fiebres del zarevich Alejandro
Teniendo en cuenta la mentalidad supersticiosa de la zarina Alejandra. que andaba buscando seguir los pasos de Catalina II (1729-1796), quien hizo ciertas práticas mágicas y exorcismos durante su orden, a Rasputín no le fue complicado obtener el favor de la consorte. En realidad, anteriormente, la Corte ya había contado con otro místico, Philippe de Lyon, quien quiso darle un «medicamento» a Alejandra para que tuviera un hijo varón. Al ser considerado este mejunje como peligroso para la zarina, Philippe fue expulsado de palacio.
La hemofilia que atormentaba al zarévich Alejandro fue otro de las razones por los que la zarina buscaba inclusive auxilio «divina», cualquier remedio que pudiera curar a su hijo. Así, tras un primer encuentro entre Alejandra y Rasputín, la zarina no tuvo ninguna duda de que aquel raro personaje era un milagrero y un santo. Sólo por medio el uso de la hipnosis, logró curar temporalmente la fiebre que padecía en ese instante Alejandro, lo que le dejó entrar de forma inminente en la Corte.
Poco a poco, el místico fue reuniendo gran poder e influencia. Fue mantenido totalmente por la Corte y habitaba en un piso de cinco habitaciones, en donde se realizaban toda clase de orgías y a donde llevaba constantemente a prostitutas. Pese a sus costumbres y sus comportamientos vulgares, los cuales jamás abandonó incluso formando porción de la Corte, logró que Alejandra se convirtiera en un auténtico títere y que Nicolás II escuchara cualquiera de sus consejos. Fue tal el poder que arribó a acumular que, meses anteriormente de su asesinato, el mismo nombró a todo el gobierno ruso, en función de quién le daba más dinero. Como Alejandra en una de sus cartas a Nicolás II, «un país no puede perecer si sus soberanos son guiados por un Hombre de Dios» y así lo demostraban con sus acciones y su fe ciega.
El místico arribó a acumular un vasto poder e influencia, pero además bastantes adversarios
¿De qué modo logró el monje loco conquistar la confianza de los zares? Uno de los episodios más curiosos que hacen gala de las pretendidas capacidades de Rasputín puede acercarnos a entender la contestación a esta duda. Un día, Alejandro y la zarina daban un paseo en carroza cuando, de repente, sufrieron un pequeño incidente y Alejandro se clavó la manilla de la puerta en una herida que había estado dándole contratiempos la noche anterior. El zarévich comenzó a sangrar mucho. La zarina, asustada, creyó que no había probabilidad de curar a su hijo esta vez y que su vida peligraba.
Rasputín se encontraba por lo tanto fuera de San Petersburgo, así que tomó la decisión de escribirle un telegrama sin explicarle verdaderamente lo ocurrido, pero buscando con desesperación su auxilio. La contestación de Rasputín fue la siguiente: «Dios ha acogido mis plegarias. No te desconsueles, tu hijo sanará. Procura que los médicos no lo atormenten más». Tras leer el telegrama mamá e hijo, la hemorragia del infante empezó a desaparecer de repente. Son esta clase de narraciones los que alimentaban la convicción de la zarina Alejandra en que Rasputín era un enviado del firmamento para sanar a su hijo.
Su estrafalaria imagen de místico o loco, pero sobre todo el gran poder político que acumuló Rasputín, le granjearon bastantes adversarios. Tal es así que, anteriormente de su asesinato en 1916, diferentes personalidades como la mamá del zar, aristócratas, miembros de la tropa o políticos intentaron atentar con su vida en múltiples ocasiones. Pero, daba la sensación de que Rasputín era inmortal.