Avi Loeb, ex presidente del departamento de astronomía de la Universidad de Harvard y principal defensor de que Oumuamua, el raro objeto que surcó nuestro sistema solar en 2017, podría pertenecer al fuselaje de una nave alienigena, propone firmar un tratado interestelar de rostro a impedir una apocalipsis cósmica.
Su artículo de opinión para Scientific American empieza así: «Imagine que una civilización superior en algún sitio del cosmos ha desarrollado un acelerador de partículas que colisiona electrones en la energía de Planck», una escala de energía inalcanzable para nosotros, dado que se necesitaria «un colisionador lineal de 10.000 años luz de largo».
Si se desarrolla un super colisionador, todas las culturas del cosmos deberían preocuparse
Pues bien, en el hipotético suceso de que una civilización muy avanzada fuese capaz de «generar colisiones de electrones con las energías de Planck en el interior de su sistema planetario de origen», tendriamos que preocuparnos. Pero no sólo los residentes del mundo Tierra, sino «todas las culturas del cosmos».
Teniendo en cuenta la ampliación acelerada del cosmos y que, inclusive en el vacío, hay energía oscura, «los choques de partículas en la energía de Planck pueden desencadenar un túnel local de vacío a un estado de menor energía». Esta transición cuántica entre los distintas estados «puede requerir altas energías».
Loeb aclara que «activar la descomposición del vacío en una burbuja lo bastante grande produciría un frente de combustión en ampliación» que se desplazaría a la velocidad de la luz y liberaría «un volumen de energía sin precedentes en el cosmos» que calentaría todo a su paso.
No recibiríamos ninguna advertencia previa. Jamás sabríamos qué acabó con nosotros
Si se está preguntando de qué modo podría afectarnos un suceso como el que plantea Loeb, no se preocupe. Loeb hace una lectura optimista sobre esta probabilidad, dado que la aniquilación sería fugaz, en escasamente un parpadeo y sin enterarnos. «La mala noticia es que no recibiríamos ninguna advertencia previa», dado que «ninguna señal precursora puede desplazarse más veloz que la velocidad de la luz para alertarnos de los riesgos». «Jamás sabríamos que nos golpeó».
Es aquí donde penetra la propuesta de Loeb de un tratado interestelar, «parecido al Tratado de Prohibición de Evidencias Nucleares» firmado durante la Guerra Fría, para impedir «una apocalipsis cósmica» de estas dimensiones. «El objetivo del Tratado del Colisionador de Planck sería defender nuestro entorno cósmico», dado que sin él «solo podríamos desear que todas las culturas se comportaran de forma responsable cuando adquieran la madurez tecnológica para edificar un colisionador» capaz de trabajar con dicha energía.
El Tratado del Colisionador de Planck sólo sería urgente en las cercanias de nuestra galaxia
Avi Loeb señala que la necesidad de firmar un tratado como el que propone «sólo es urgente en el interior de nuestra galaxia, la Vía Láctea y Andrómeda», dado que la ampliación acelerada del Cosmos «al final nos salvará del peligro» de una apocalipsis parecido. «Una vez que todas las demás galaxias abandonen nuestro horizonte de acontecimientos cósmicos, nada de lo que ocurra en el interior de ellos podrá afectarnos».
Conforme las galaxias se vayan distanciando entre ellos, más a excepto estaremos de los potenciales peligros de que una civilización más desarrollada decida experimentar con un colisionador de Planck. «Estamos bendecidos por un distanciamiento social ineludible a escala cósmica».