COSMONAUTAS SOVIÉTICOS
¿Los Primeros En Descender En La Luna?
Durante la década del ‘60 las dos grandes potencias (EE.UU. y Rusia) se encontraban enfrentadas, no solamente en la denominada “guerra fría”, sino también en la carrera para llegar a la Luna y descender en nuestro satélite.
En ese entonces, la Unión Soviética había tomada la delantera. Había puesto el primer hombre en órbita (Yuri Gagarin) y gracias a algunos fracasos de su rival (que incluso habían costado vidas de astronautas); llevaba una supremacía bastante considerable, que lo sindicaba como el primer país que llagaría a hacer descender a sus astronautas en la Luna. Como era su costumbre, Rusia no publicitaba sus logros (ni sus fracasos, si es que los hubo); como tampoco hizo saber al mundo los gastos que la investigación astronáutica le demandaba.
En cambio, el gobierno estadounidense debía rendir cuentas a sus contribuyentes y fue así que informó en 1960 que el presupuesto destinado a la llegada a la Luna, para conocer la “composición de las rocas lunares” era de Veintiséis mil millones de dólares (u$s 26.000.000.000).
Esta sideral cifra hubiera servido para terminar con el hambre mundial y con el remanente financiar una Fundación para erradicar todas las enfermedades infecto-contagiosas; pero “las rocas lunares” eran más importantes y así lo creyó el pueblo norteamericano, sobre todo después del encendido discurso de su Presidente, John Kennedy que les prometió que su bandera sería la primera en plantarse en la Luna, como finalmente sucedió.
Pues bien, de acuerdo a recientes revelaciones, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) llegó primero a la Luna e hizo descender dos cosmonautas en suelo selenita, pero se encontraron con una civilización extraterrestre.
Uno de ellos murió allí y el otro al volver fue internado en un hospital psiquiátrico.
El 5 de junio de 1968, aniversario de Lenin y en base a la considerable ventaja desarrollada en la cohetería, los rusos deciden lanzar la misión para descender en la Luna (prácticamente un año antes que la misión Apolo XI ).
Como era costumbre, dentro del mayor hermetismo y desde una base secreta en los Urales, se lanza la nave bautizada Marx I, tripulada por dos cosmonautas, de los cuales solo se conocen sus nombres de pila: ILYA y EVGUENI.
Las comunicaciones entre la nave y la base fueron interceptadas (como habían hecho antes y harían en misiones posteriores de las dos potencias) por radioaficionados europeos, especialmente italianos.
Pero para asombro de muchos, esa misión oficialmente no existió, ya que Rusia la negó y guardó absoluto silencio sobre la misma.
El silencio y la intriga continuaron hasta que un año después (en 1969) un conocido científico ruso, el profesor Lev Mohilyn (que era parte del programa espacial), escapa con su hijo Gregor a Occidente; a través de Turquía pasando luego a Francia, país donde consigue asilo político.
EL RELATO DEL PROFESOR LEV MOHILYN
Sintiéndose a salvo de la temible K.G.B. declara ante la prensa de París que el vuelo planeado por Rusia, coincidiendo con el aniversario de Lenin, sí había existido, que era el destinado a alunizar y que efectivamente se había producido el descenso de los dos cosmonautas en suelo lunar.
Cuenta que él monitoreaba la comunicación entre la nave y la base, y que -al igual que sus colegas que participaron en la misión- se sintió muy apenado y frustrado ante la decisión gubernamental de ocultar la hazaña lograda.
Todos los integrantes del equipo habían sido advertidos que si trascendían los resultados de la misión serían confinados en un instituto psiquiátrico o irían como presos políticos a Siberia.
Pero la razón de la decisión de su huida del país, fue que su hijo Gregor, que se desempeñaba como profesor en la Universidad de Leningrado, había dado varios discursos anti-comunistas. Esto llevó a que se lo acusara de “inconfiabilidad política” y además del peligro para él en un estado totalitario como era la URSS, hizo que su padre perdiera su puesto, ya que éste requería la más completa confianza de parte del Estado.
Tanto el Profesor Lev Mohilyn, como su hijo Gregor fueron puestos bajo “arresto domiciliario” por lo que esperaron su oportunidad para exiliarse.
Y esa oportunidad llegó de alguna manera que nunca quisieron hacer pública, pero se supone que mucho tuvieron que ver colegas encumbrados en el poder.
EL EPISODIO EN LA LUNA:
Uniendo las comunicaciones captadas por los radioaficionados, las declaraciones del cosmonauta Ilya y el relato del Prof. Mohilyn se arma el rompecabezas de esta misión.
Después de orbitar la Luna, el equipo soviético realizó el alunizaje en el lugar previamente elegido y uno de los dos hombres pisó por primera vez la Luna.
Evgueni (quien era el que había bajado) estaba alejándose cautelosamente de la nave, cuando su camarada lo escuchó gritar asustado:
– ¡¡¡ No, no puede ser, es un robot !!!. ¡¡¡ Y se viene contra mí !!!.
Entretanto, Ilya que también había descendido, lo llamaba, mientras volvía rápidamente a la nave, para preparar los motores de despegue, mientras Evgueni disparaba enloquecido contra el robot.
Al comunicarse con la base, recibió la orden de regresar inmediatamente, mientras el otro cosmonauta yacía muerto sobre la superficie lunar.
Al volver Ilya contó lo siguiente: Del suelo lunar había surgido súbitamente un artefacto mecánico de forma esférica y apéndices, que lo hacían parecer a una enorme araña. Antes de que el robot pudiera acercarse, Evgueni cayó herido (posiblemente por uno de sus proyectiles rebotados en el aparato) e instantes después fue aplastado por uno de los apéndices del robot. Este robot, al decir del cosmonauta, poseía en su parte superior una especie de taladro, con el cual se abrió paso hacía la superficie desde abajo del suelo.
A todo esto, Ilya recibió la orden de no acercarse a su camarada muerto y despegar. Ante la posibilidad de que la nave fuese puesta en órbita desde la base; decidió cumplir lo ordenado, abandonando el cuerpo sin vida de Evgueni.
Cuando el cosmonauta sobreviviente regresó, ya recobrado del shock sufrido, fue interrogado exhaustivamente y puesto bajo tratamiento psiquiátrico. Posteriormente fue confinado a un instituto para enfermos mentales y declarado oficialmente insano por “alucinaciones recurrentes”.
LAS CONSECUENCIAS
El Kremlin tenía la difícil tarea de tomar la decisión adecuada.
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¿Podían decirle al mundo que habían alunizado, se habían encontrado con seres extraterrestres y habían perdido un hombre en la misión?
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¿Convenía alertar a los norteamericanos sobre lo ocurrido? ¿Les creerían?
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¿O sería mejor que intentaran la conquista lunar y sufrieran el mismo percance?
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¿Que hacer con el cosmonauta que se salvó y como justificar la muerte del otro?
Finalmente, tomaron la decisión de no decir nada, desmantelar las misiones lunares tripuladas dedicandose a misiones robot’s y construcción de laboratorios espaciales, justificar la muerte de Evgueni en una misión terrestre de poca importancia y encerrar a Ilya por insano.
En cuanto a la misión Marx I, oficialmente, nunca existió. Esta fue la última misión rusa tripulada, ya que en septiembre de 1968 lanzó otra nave espacial (la Zond V), la cual orbitó la Luna varias veces y retornó a la Tierra, pero sin tripulación humana.
De allí en más y pese a la ventaja que llevaba con respecto a Estados Unidos, con lo importante que era para Rusia ganarle a su adversario y con lo vergonzoso que resultaba que el capitalismo triunfara en la carrera espacial, la Unión Soviética abandonó su deseo de poner el pie en la Luna.
Tal vez tengamos que creer que realmente los soviéticos fueron los primeros en pisar suelo lunar. a pesar de que sea la bandera norteamericana la que allí está plantada.-
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