
Por pacifico que parezca, cada nombre posee su propio valor y concepto, el cual facilitan que una persona se identifique y sienta representado por el mismo.
Es por ello que desde el nacimiento, el nombre posee un vasto peso para la sociedad, dado que es la figura en la que te presentas al resto del planeta.
De esta figura, demasiados padres tras enterarse del embarazo tienden a pasar horas y horas revisando libros, historias, cuentos y tambien su árbol familiar. Con el objetivo de localizar entre las distintas opciones de nombres, aquél que pueda representar a su pequeño.
Algunas personas optan por inspirarse en algún protagonista o personaje conocido de la literatura, la televisión, cine o entretenimiento. Mientras que diferentes recurren a la combinación de diferentes nombres o la creación de uno original. Aunque además hay la opción de nombrar a tu pequeño con el nombre de algún familiar notable de los padres, hermanos o abuelos.
En determinado este último suceso busca brindar un homenaje a los familiares fallecidos aunque además se hace para seguir la tradición familiar de nombrar a los modernos miembros como algún ancestro.
Y aunque para demasiados el acto de nombrar al nuevo miembro de la familia, puede ser algo trivial o unicamente tradicional, en verdad esta decisión posee su propio concepto, motivo y efectos sobre las personas. Sobre todo en el suceso de quienes son nombrados en honor o recuerdo de un familiar y sin saberlo, cargan en sus hombros el peso de su antepasado.
El peso detrás de compartir nombre con tus antepasados
A juicio del escritor y psicoterapeuta chileno, Alejandro Jodorowsky, todos los nombres tienen una carga individual, la cual se intensifica en el suceso de quienes por tradición o deseo de honrar, son nombrados igual que diferentes miembros de la familia.
Esto ocurre sobre todo en los sucesos donde se busca integrar al nuevo miembro de la familia por medio el vínculo con otro antepasado. en cambio, al usar este procedimiento, se le añade un determinado peso o carga al recién nacido, que actualmente posee una determinada expectativa (positiva o negativa) asociada a su nombre.
“Cuando bautizamos a un hijo debemos conocer que al lado con el nombre le pasamos una identidad. Evitemos por tanto los nombres de los antepasados, de viejos novios o novias, de personajes históricos o novelescos. Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra libertad y condicionan nuestra vida…”
Según el psicoterapeuta, al nombrar a un bebé como un familiar fallecido, se le tiende a asignar un papel que debe llenar para parecerse o superar a la persona con la que comparte nombre. Por lo que es normal que sienta una inmensa presión por parte de sus familiares y entorno, al ser una especie de reemplazo o copia del antepasado al que honra.
conforme a lo explicado por Jodorowsky, cada nombre posee una vibración, energía o fuerza que lo representa y caracteriza. Por lo que al asignarlo a otro familiar, se le trasfiere dicha energía, dado que de figura consciente o inconsciente, tarde o temprano se le asociará a los fracasos y logros de su compañero de nombre.
Es por ello que el psicoterapeuta recomienda a los padres, el tomarse el tiempo para discutir correctamente encima del nombre que desean brindarle a su hijo. Analizar profundamente cada una de las opciones y optar por aquella con la que se sienten más identificados sin caer en la típica tradición familiar de nombrar como otro familiar.
Ya que de esta figura se le brinda la oportunidad al hijo de abrir su propio camino por la vida, sin tener la presión o expectativa de ser tan exitoso o de no cometer los mismos errores y fallos que sus antepasados.
La entrada Cómo nos afecta llevar el nombre de un antepasado se publicó primero en Mundo oculto.
Conoces nuestra App para Android ( y conspiraciones)