Estas últimas semanas estamos siendo bombardeados continuamente, a través de todos los medios de comunicación, con la amenaza de una “nueva epidemia”, la que al parecer la nueva epidemia de moda para este año: el virus Zika.
Ya hemos hablado ampliamente encima del tema en previos artículos, en los que se expone, de figura gran cantidad clara, que no hay ningún tipo de fundamento para el estado de paranoia generalizado que se está generando con este virus.
Y esto nos lleva a cuestionarnos: ¿hay alguien interesado en provocar miedo entre la población con falsas plagas como la del virus Zika?
Para contestar a esta duda, recuperamos un artículo escrito a mediados de 2014 en Gazzetta del Apocalipsis y que está más de actualidad que jamás.
En él dejamos claro que el concepto de “epidemia” o de “pandemia global”, resultan exageradamente beneficiosos a la hora de propulsar las agendas de las élites que gobiernan este mundo.
No hay ninguna maniobra que resulte más efectiva para sus intereses actuales y futuros y a todos los niveles (social, político y económico), que la expansión de una epidemia, real o falsa, que afecte, potencialmente, a todo el mundo.
Quizás esto explique por qué razón “aparecen” con cada vez mayor frecuencia, plagas que amenazan a toda la sociedad…
Puede parecer una locura, propia de una mente excesivamente fantasiosa y conspiranoica.
Pero si lo razonamos y lo analizamos con detenimiento veremos que no es una idea tan descabellada: a determinadas élites de este mundo, sobre todo en estos instantes, les interesaría demasiado que se produjera una “gran” epidemia, o si preferimos nombrarlo de una forma menos alarmista, una “gran crisis sanitaria”.
Evidentemente no nos referimos a una pandemia mortal y descontrolada de carácter apocalíptico, como la peste negra o las que nos exponen en las películas de Hollywood.
Nos referimos a un brote epidémico que reúna una serie de propiedades, digamos que, “ventajosas” para conseguir determinados fines.
Es decir, una crisis perfectamente controlada y controlable en su evolución, pero que al mismo tiempo genere una implacable sensación de pánico entre la población, con el fin de que ésta reclame y admita las medidas necesarias para afrontar dicha crisis.
Mencionado de otra forma: un vasto inconveniente que requiera una gran solución…una solución que solo determinados grupos en el poder puedan ofrecer.
Estamos convencidos de que en determinados Think Tanks ya se ha planteado esta probabilidad como algo plausible.
Al fin y al cabo, la función principal de los Think Tanks es proyectar y prever escenarios hipotéticos a modo de simulación, con el fin de definir qué estrategias deberían implementarse si se produjeran y cómo se podría sacar el mejor provecho de ellos.
Y como iremos viendo, una epidemia a escala planetaria representaría una oportunidad única a distintas niveles.
Una idea ya inoculada
A pesar de que pueda parecer una locura plantearse tales escenarios, lo cierto es que el plan de una gran pandemia mundial ya ha sido debidamente inoculada en el imaginario popular en los últimos años y de figura sospechosamente insistente.
Como hemos mencionado en previos artículos, una de las movimientos de manipulación mental más habituales consiste en inocular ideas, imágenes o ideas con el fin de que la mente de la ciudadanía se “acostumbre” a ellas y las observe como una probabilidad futura.
Parece que uno de los objetivos principales de este mecanismo es impedir que el colisión o shock relacionado a tales ideas si llegan a transformarse en verdad, derrumbe todas las creencias del pueblo y con ello, todas las construcciones mentales que mantienen en pie el sistema.
Por lo observado, con la inoculación y aceptación de una determinada imagen o idea, ésta se incorpora a la psique como “escenario previsible” y se condiciona con ello la contestación futura de la gente.
Sería algo al igual que administrarle una vacuna a la sociedad para un mal que incluso no ha hecho acto de presencia.
Quizás ésta sea la provoca por la cual nos encontramos viendo tantas obras de ficción cuyo argumento gira alrededor de una gran pandemia; incluso llegar al punto de que estamos siendo sometidos a un auténtico bombardeo psicológico.
Pandemias de invención
Si nos fijamos bien, veremos que en las últimas dos décadas han proliferado las películas centradas en pandemias planetarias que asolan a la especie humana; pero entre ellas encontramos un subgénero que ha alcanzado altas cotas de popularidad y que nos llama sobre todo la atención: el género de zombies.
Como destacábamos en un artículo anterior titulado: COMO CONTROLAN TU FANTASÍA, el subgénero de zombies, tan en boga en estos últimos tiempos, ha soportado un raro giro argumental que, por lo observado, ha pasado desapercibido a la mayor parte de gente.
En sus inicios, las películas de zombies giraban entorno a grupos de personas fallecidas que volvían a la vida con el objetivo de devorar a los vivos.
en cambio, en los últimos años, los zombies han dejado de ser “muertos vivientes” para transformarse directamente en “infectados por un virus que deben ser exterminados”.
Y lo han hecho prácticamente en todas las películas y series del género, casi sin excepción.
No deja de ser curioso que todos los creadores, sean guionistas, directores o productores se hayan abonado a la misma corriente sin ofrecer alternativas o modernos puntos de vista…
Y es que ¿Cuántas películas, series de televisión y tambien videojuegos, producidas en el último cuarto de siglo nos hablan con insistencia de una gran epidemia planetaria que asola la sociedad?
¿Alguien sería capaz de contarlas?
¿Por qué se ha invertido tanto dinero en un asunto tan determinado y que ofrece tan pocas variaciones a nivel argumental de una obra a otra?
Porque lo cierto es que habría gran cantidad formas distintas de tratar y enfocar el mismo concepto basado en una pandemia global.
3 fantásticas películas que son una excepción a la regla
en cambio, en la gran mayoría de films, el mismo enfoque se repite sistemáticamente, en todos los aspectos y se concentra casi continuamente en la transmisión de la dolencia por vía sanguínea, por contacto físico y por transmisión de fluidos.
La repetición constante de la misma idea, una y otra vez, empieza a resultar francamente inquietante.
Una colección de plagas autenticos
Pero lo más paradójico del suceso es que vivimos el instante de nuestra cronica en el que disponemos de mayores recursos y conocimientos investigadores y médicos y en cambio, la presencia de plagas se hace más patente que jamás.
Últimamente, tanto los medios oficiales como los medios alternativos de Internet nos han presentado una auténtica panoplia de amenazas epidémicas de todo tipo, perfectamente publicitadas, tales como el SARS, el MERS, la gripe A, el ébola, el virus del Nilo occidental, los brotes de peste bubónica en China o inclusive la proliferación imparable y altamente alarmante de las superbacterias (bacterias resistentes a los más poderosos antibióticos), cada vez más frecuentes en los centros de salud y sobre todo en los hospitales y que ya ha sido declarada por la Organización Mundial de la Salud como una amenaza potencial para la sociedad.
Así pues, estamos siendo bombardeados por el concepto “gran pandemia” por dos vías: por un lado, por medio la insistente presencia del asunto en el planeta de la ficción y por el otro, por un degoteo sutil y incesante en los medios de comunicación, que se relaciona con nuestros miedos más profundos y arraigados como entes humanos y como especie.
La duda que debemos hacernos es: ¿incluso hay alguien que no crea factible el estallido de un brote epidémico que asole parte de la especie humana?
Quien sabe, inclusive puede haber gente a la cual tal probabilidad le produzca una suerte de atrayente morboso…
UNA EPIDEMIA LLENA DE “BENEFICIOS Y VENTAJAS”
Pero como decíamos al comienzo del artículo, la aparición de una pandemia planetaria, bajo determinadas circunstancias, ofrecería una gran serie de ventajas y beneficios a determinadas élites y grupos de llegar…
Sumisión completa a las autoridades
Para empezar, el pánico relacionado a la expansión de una epidemia llevaría a la población a acatar, y tambien exigir, un mayor orden y control por parte de las autoridades.
Así pues, debido a la aparición de un brote epidémico, los dispositivos del poder se verían reforzados incluso límites que en cualquier otra circunstancia resultarían inaceptables para la mayor parte de la ciudadanía.
Este es un mecanismo que ya se ha utilizado en los sucesos de amenaza terrorista, consiguiendo que la población ceda sumisamente libertades a cambio de seguridad.
Se trata de una maniobra habitualmente utilizada por los más variopintos regímenes y cuyo mayor exponente encontramos en el presente en los EEUU, país que tras los atentados del 11-s se ha convertido, prácticamente, en un Estado Policial donde la población se ve sometida a una vigilancia intensa.
Las ventajas en el suceso de la epidemia, serían incluso demasiado mayores que en el suceso del terrorismo, pues ya no estaríamos ante un adversario identificable y dotado de un discurso ideológico, hecho que lo convierte en algo opinable y que por lo tanto puede conducir a tomar partido por uno u otro bando.
En el suceso de una epidemia, el adversario es algo difuso e intangible que nos afecta a todos por igual: la dolencia; una imagen energica que enraíza con nuestros miedos más cervales y que es capaz de doblegar incluso la razón más firme.
Así pues, la necesidad de dominar una epidemia podría llevarnos a un estado dictatorial que inclusive los más fervientes defensores de las libertades individuales aceptarían sin apenas rechistar, porque sencillamente, los derechos sociales dejarían de ser el foco central de sus inquietudes.
Aborto de una factible Revolución
El instante de crisis sistémica actual ha conducido a demasiados naciones del planeta al borde de la rebelión civil.
En los últimos meses se han sucedido en varios naciones las manifestaciones y las protestas, en demasiados sucesos masivas.
El número de gente que deja de creer en el sistema va en aumento y cada vez es mayor el número de personas que claman por un cambio radical, no solo de los esquemas sociales, económicos o políticos, sino inclusive de todos nuestros preceptos como especie a nivel mental.
Cada vez hay más personas que dejan de creer en los dispositivos de autoridad jerarquizada y abogan por un planeta más horizontal y colaborativo entre iguales.
Pero una epidemia intensa terminaría de un plumazo con todos estos movimientos tan peligrosos para el status quo actual.
Para empezar, porque el derecho a la manifestación podría observarse radicalmente restringido bajo el subterfugio de la seguridad sanitaria y el peligro que conllevarían las concentraciones masivas de personas.
De esta forma, se conseguiría que los movimientos de protesta tendieran a su disolución, produciéndose una desmovilización social intensa.
Atomización de la sociedad
Pero lo peor es que la visualización del concepto “agrupación de personas” como algo peligroso llevaría a la sociedad hacia una atomización y hacia una pérdida del contacto humano entre sus componentes.
Mencionado en diferentes palabras, se produciría un efecto de disgregación social a gran escala.
Nuestro vecino dejaría de ser un compañero o un aliado para transformarse en un sospechoso y en un potencial foco de infección y muerte.
Así, la desconfianza y el recelo se extenderían a nivel horizontal, hacia aquellos que comparten nuestro mismo entorno, mientras por contra, la confianza aumentaría a nivel vertical, hacia las autoridades y aquellos que garantizaran nuestra seguridad, incluso transformarse en total sumisión y servilismo a ellos.
En este aspecto, la maniobra sería una jugada magistral.
Porque no solo reforzaría los dispositivos del poder sino que dinamitaría por completo la probabilidad de crear agrupaciones basadas en la confianza mutua y la solidaridad entre iguales, construcciones todas ellas potencialmente peligrosas para las construcciones de llegar jerarquizadas actuales.
Y aunque la epidemia al final consiguiera ser controlada o erradicada, esos emociones de desconfianza hacia las demás personas de nuestro entorno y la necesidad de una sumisión voluntaria a la autoridad, quedarían marcadas como fuego en la mente de todos los ciudadanos a través del intenso miedo que habrían sentido durante el proceso, sentando así las bases psicológicas para un modelo de sociedad futura totalitaria y represiva.
Eliminación de disidentes
En un suceso extremo, además, la epidemia facultaría hacer una purga discreta, sutil y silenciosa de todas aquellas personas que pudieran resultar molestas a determinados gobernantes o intereses.
Algo que quizás en el instante actual podría levantar sospechas, pero que en el escenario de una epidemia recibiría una fácil justificación dadas las circunstancias.
Establecimiento del “gran hermano” tecnológico
El necesario control de la epidemia exigiría un monitoreo constante de todas y cada una de las personas del mundo, convertidas actualmente en focos potenciales de la dolencia.
Eso conllevaría un esfuerzo (progresivo, desigual y no homogéneo) en todos los naciones con el fin de imponer un control exhaustivo sobre sus ciudadanos.
Se sentarían así las bases del gran hermano tecnológico, sin que nadie pudiera levantar la más mínima protesta, pues todo se justificaría en alas de la supervivencia de la especie.
Todos los datos médicos de cada habitante deberían ser recolectados, almacenados y centralizados con el fin de hacer un monitoreo constante de los distintas focos epidémicos potenciales en tiempo real.
Con el fin de llevar un seguimiento eficaz de cada persona, estas deberían ir equipadas con algún tipo de mecanismo fácilmente legible o escaneable, que ofreciera inmediatamente los datos identificativos de cada ciudadano a las autoridades, al igual que datos de carácter médico y biométrico de interés.
Éstos datos podrían estar almacenados en los propios teléfonos móviles o en dispositivos incorporados al cuerpo, tales como microchips o parches.
Se multiplicarían los controles rutinarios en calles y medios de transporte, tales como aeropuertos y estaciones de tren, metro y autobús.
Toda persona sería susceptible de ser detenida, analizada e inspeccionada por las autoridades, al igual que observarse forzada a desvelar sus actividades detalladamente, con el supuesto fin de prevenir su factible contacto con focos de infección.
Vigilancia intensa ciudadana
Por si todo esto fuera poco, la propia ciudadanía se convertiría en un órgano de vigilancia y represión de sus semejantes.
La paranoia y el pánico asociados a la dolencia, conducirían a una vigilancia estricta de todas las personas que nos rodearan.
Para cualquier tipo de actividad, los propios ciudadanos se exigirían entre sí las certificaciones médicas o los últimos examen que garantizaran el perfecto estado de salud de unos y diferentes.
Esto multiplicaría el volumen de negocio de algunas industrias farmacéuticas o del campo sanitario y derivaría en un estado de vigilancia intensa y mutua realizada por todos y cada uno de nosotros.
Se promovería la acusación ante las autoridades de aquellos que presentaran cualquier atisbo de síntoma y de aquellos que se negaran o se mostraran reticentes a pasar controles o a ser monitoreados y vigilados.
Toda persona que tuviera la osadía de presentarse como defensora de las libertades individuales o que se atreviera a dudar de las medidas draconianas aplicadas por la autoridad, sería considerada por los demás ciudadanos o inclusive por sus propios familiares y amigos, como un irresponsable y un peligro público potencial, causando su rápido aislamiento social y su silenciamiento como elemento discordante.
Eliminación concluyente del dinero físico
Se daría además el espaldarazo final a la deseada eliminación del dinero en efectivo y al establecimiento del pago electrónico a todos los niveles, con la excusa de evitar el riesgo de contagio relacionado al intercambio de dinero físico.
asimismo, tal necesidad urgente e ineludible, llevaría a un rápido y acelerado proceso de sustitución de un tipo de dinero por el otro, que a su vez, representaría un enorme negocio para las grandes multinacionales tecnológicas encargadas de implementar tales dispositivos, cobrando los costes a los propios ciudadanos vía impuestos, pues debería ser el Estado el que sufragara tales gastos.
El establecimiento del dinero electrónico representaría el control absoluto de cada habitante del mundo, pues directamente, las autoridades dispondrían de toda su información fiscal en vivo y en directo y tendrían la capacidad de bloquear sus cuentas a conveniencia.
Eliminación de los medios alternativos
El pánico creado por la epidemia, llevaría a la ciudadanía a reclamar informaciones inmediatas, fiables y prácticas por parte de las autoridades. Y evidentemente, las autoridades encargarían la difusión de esas presuntas informaciones “veraces” a los grandes medios de comunicación, sus voceros habituales.
Los medios alternativos o contraculturales no tendrían acceso a ellas y por contra recibirían todo tipo de filtraciones falsas con las que generar bulos y una creciente sensación de desconfianza y decepción entre la población, justo cuando más necesitaría tener acceso a la verdad que se le oculta.
Poco importaría que los medios alternativos denunciaran manipulaciones y hipotesis conspirativas respecto a la aparición y proliferación de la epidemia.
A la gente lo único que le importaría sería obtener información con la que sentirse segura y poder defender a sus entes queridos y ésta provendría continuamente de los mass media.
Así pues, el miedo y la sumisión a la autoridad que conllevaría la aparición de la epidemia, tendría como efecto colateral la sumisión a la “verdad” oficial ofrecida por los grandes medios de comunicación, que recuperarían el papel preponderante que en el presente están viendo discutido por las redes sociales y los medios alternativos de internet.
El gobierno de los tecnócratas
La situación de emergencia necesitaria no solo una autoridad fuerte, sino un gobierno eficiente.
La actual crisis de confianza del pueblo hacia la corrupta clase política, que se ha mostrado además manifiestamente incapacitada a la hora de gestionar de figura correcta los bienes públicos, hallaría en la epidemia llegar al punto de inflexión definitivo.
La población reclamaría que fueran los técnicos, los investigadores y los investigadores y no los políticos corruptos, los que llevaran la voz cantante durante la crisis y ello representaría una oportunidad de oro para implantar regímenes tecnocráticos, algo a lo que nos encaminamos en el futuro.
Los comités de investigadores, investigadores y técnicos serían los encargados de definir las políticas a llevar a cabo y los poderes ejecutivos representados por los líderes políticos pasarían a un segundo término.
Aparecería pues una nueva clase social dominante: los tecnócratas y un nuevo modelo de dictadura o tiranía en la que los órganos represivos cambiarían de aspecto.
Las porras, las leyes y las cadenas de antaño serían sustituidas por “protocolos de actuación” y por “directivas técnicas de obligado cumplimiento”, aplicadas con frialdad y eficiencia por obedientes burócratas disfrazados de investigadores.
Entraríamos definitivamente en un nuevo régimen, en el que las personas serían consideradas solo simples datos computables y sacrificables en pos del perfecto equilibrio de las ecuaciones y de las inertes leyes del calculo estadístico.
Los tecnócratas se convertirían en una suerte de modernos sacerdotes de bata blanca que sustituirían los viejos sacrificios humanos por los modernos sacrificios de masas en pos de un bien normal perfectamente calculado y parametrizado según la nueva doctrina “divina” de la ciencia.
Serían los comités de investigadores los que fríamente determinarían quién vive y quién muere, de la misma figura que los jurados de los concursos de cocina o de canto de la televisión deciden quién vale y quién no vale.
Al fin y al cabo, éste es el concepto principal que debían inocularnos a todos a través de esos asquerosos “talent shows”…
El imperio de las transnacionales
La crisis sanitaria conllevaría, además, una quiebra prácticamente inevitable de los equipos sanitarios de los distintas naciones, ya muy deteriorados tras la última crisis económica y sometidos al endeudamiento masivo de los gobernantes.
Ante la imposibilidad de lidiar con la epidemia de forma efectiva por motivos económicos, los servicios sanitarios públicos serían definitivamente privatizados y su gestión acabaría recayendo principalmente en las grandes empresas transnacionales, a través de sus divisiones de la industria médica y farmacéutica.
Por lo tanto y de figura clara y explícita, la salud de todas las personas del mundo sería prácticamente propiedad exclusiva de las grandes transnacionales, sin intermediarios molestos, ni trabas legales de ningún tipo que limitaran sus actividades.
Serían esas transnacionales las que suministrarían los comités de investigadores y serían las que ejercerían el poder de facto sobre cada aspecto de nuestras vidas, convirtiendo a los gobernantes electos y a los estados en sus títeres, algo que se insinúa en el presente, pero que llegado el suceso dejaría de ser una insinuación para transformarse en ley.
Mencionado de otra forma: las grandes compañías transnacionales se convertirían en los modernos divinidades a los que tendríamos que rendir culto…
Cambio de modelo económico
Cada vez más datos revelan que la situación actual del sistema económico y economico internacional, está cercana al colapso.
Las burbujas de deuda de los gobernantes, los grandes bancos y las empresas están cada vez más próximas a estallar, con el riesgo de crack económico que ello representa.
La aparición de una pandemia representaría una oportunidad única para hacer una transición controlada del sistema económico actual hacia un nuevo paradigma.
Varios naciones podrían justificar su situación financiera culpando de ella a la epidemia y cualquier medida de ajuste que pudiera aplicarse, por dura que fuera, estaría plenamente justificada por la situación de emergencia mundial.
Podría producirse así un derribo controlado del sistema actual y una renegociación pactada de las circunstancias del nuevo sistema, en la que aquellos que dispusieran de los mejores recursos para afrontar la crisis sanitaria, llevarían la voz cantante y dispondrían de las mejores cartas.
Guerra biológica encubierta
La aparición de una epidemia, facultaría además, atacar y arrodillar a cualquier régimen o país que se mostrara díscolo o desobedeciera las directrices impuestas por las élites, por medio la “aparición súbita” de brotes epidémicos virulentos y aparentemente incontrolables en su territorio.
Esto brindaría la probabilidad a determinados poderes fácticos de apoderarse definitivamente de los recursos naturales de naciones en vías de desarrollo, sin localizar ningún tipo de oposición ni observarse obligados a establecer negociaciones de ningún tipo.
Inclusive facultaría hacer tareas de limpieza étnica o desplazar y reubicar grandes masas de población, según el suceso.
Sería pues, una nueva figura de invadir naciones y territorios, bajo el paraguas argumental de una gran crisis sanitaria…
Control de la inmigración ilegal
Siguiendo en este contexto, la aparición de una epidemia representaría la excusa inmejorable para aplicar medidas de control de la inmigración que actualmente nos parecerían inhumanas en distintas partes del planeta.
Esas medidas recibirían la aceptación silenciosa de gran parte del pueblo occidental, obsesionada por evitar que personas presuntamente contagiadas o portadoras de la dolencia ingresaran en su territorio.
Mecanismo de Regulación de la Población en un Planeta en Crisis
Todo parece indicar que vamos de cabeza a un planeta en una perpetua crisis poblacional.
La población en el mundo aumenta; el acceso a demasiados de los recursos imprescindibles para mantenerla tiende a ser cada vez más complicado porque vivimos en un mundo limitado; y la creciente robotización, combinada con la aparición de procesos de producción como las impresoras 3D y la sustitución futura de labores humanas por la Inteligencia Artificial, dibujan un futuro de grave crisis en el que cada vez una proporción mayor del pueblo, no dispondrá de un trabajo para sustentarse.
Mencionado en diferentes palabras, sobrará gente y la mayor parte de ella estará sometida a altos grados de frustración por no tener expectativas de futuro.
En un modelo tan crítico como este, una pandemia o una factible sucesión de plagas, pueden ser utilizadas como:
A-Un instrumento para regular el grado de obediencia de esa población desempleada y potencialmene frustrada susceptible de rebelarse, convirtiéndola en dependiente de la autoridad para su supervivencia ante “el mal que la acecha”.
B-La propia dolencia, debidamente gestionada, podría servir para disminuir dicha población en zonas concretos y en instantes concretos de estallido social.
En resúmen, las plagas pueden ser utilizadas como una válvula para liberar presión en instantes determinados y mantener el sistema bajo control sin que explote todo por los aires.
Añadamos a ello, un causa psicológico nada desdeñable.
Causa Psicológico clave para culminar el proceso de Globalización y Creación de un Gobierno Planetario
Más o menos, todos somos conscientes de que estamos viviendo un proceso paulatino que nos llevará, con el paso de pocas décadas, al establecimiento de un gobierno unificado a escala global, que culmine con el proceso de globalización iniciado estas últimas décadas.
El viejo modelo de los estados-nación está llegando a su fin, de la misma forma que lo está llegando la economía fundada en la explotación del petróleo o el propio capitalismo.
El nacimiento de la Unión Europea, de los BRICS y los tratados TPP y TTIP, por poner solo varios ejemplos, son pasos intermedios por medio la creación de bloques de naciones, en los que el poder soberano de sus miembros tendirá a diluirse cada vez más.
Todo apunta a que, a medio plazo y tras esta fase de creación de bloques de naciones, (y quizás tras algún tipo de conflicto internacional que lo sublime), los bloques se unirán en un único gobierno planetario que rija los destinos de todo el mundo como una unidad.
Todo ello bajo el poder y control cada vez más omnipotente y omnipresente de las grandes corporaciones transnacionales.
Pero para alcanzar esta “unidad planetaria”, es necesario que las distintas poblaciones vayan derribando las fronteras mentales originarios del viejo régimen, en figura de diferencias raciales o nacionales.
Mencionado de otra forma: hace falta que aparezca un causa que nos identifique a todos como residentes del mismo mundo, por encima de nuestras diferencias, paso psicológico previo e indispensable para la aceptación de un gobierno unificado planetario.
Y esto solo puede conseguirse por medio una amenaza que nos afecte a todos por igual, como a entes humanos por encima de cualquier diferencia cultural o racial.
Esa amenaza puede ser algo exterior: un desastre cósmico, como como ejemplo, un asteroide que se aproxime a la tierra y que pueda terminar con la vida en el mundo; o la amenaza de una civilización alienigena que pueda terminar con los humanos, etc…O una amenaza interior, que nos afecte a todos por igual sin distinciones: y en este suceso, un virus o una epidemia que no conozca razas ni fronteras, es el mejor candidato.
Con la amenaza de un vasto pandemia, todos estaríamos en el mismo barco, enfrentados a un adversario normal.
El efecto psicológico en un planeta ya globalizado cultural y económicamente, sería devastador, la última vuelta de tuerca para que en el imaginario público “fuéramos todos uno” y aceptáramos de una vez el establecimiento de un gobierno mundial…primero encarnado en organismos médicos que lucharían contra la dolencia, como la OMS; y despues en figura de distintas organismos paralelos basados en la coordinación y la aplicación de políticas habituales que se encargarían de “gestionar la gran crisis sanitaria”.
Y sobretodo…UN ENORME NEGOCIO
Una epidemia global que provocara bastante nivel de pánico podría representar un negocio de magnitudes prácticamente inimaginables, sobre todo para las empresas farmacéuticas o del planeta sanitario que dispusieran de los productos adecuados para afrontar la gran crisis.
Propiedades “ideales” de la epidemia
Llegados aquí y puestos a soñar escenarios hipotéticos, elucubremos qué propiedades debería tener ese brote epidémico para transformarse en un negocio fructífero y en una maniobra verdaderamente util para unos cuantos.
Las propiedades principales de esa pandemia, deberían ser.
1-Ser fácilmente controlable
2-Generar un elevado nivel de pánico entre la población
Para que se cumplan estos dos condiciones, aparentemente contradictorios entre sí, la dolencia que generara la epidemia debería ser complicado de transmitir, pero al mismo tiempo resultar exageradamente dañina y fácilmente visualizable como concepto generador de terror entre la población.
Una dolencia complicado de transmitir es, como ejemplo, aquella que no se transmite por vía aérea, sino que se transmite por contacto directo con los fluidos contaminados de la persona infectada (curiosamente el tipo de dolencia con el que tanto nos han bombardeado en las películas de pandemias y zombies)
en cambio, la dolencia debe resultar además exageradamente virulenta para provocar el deseado efecto de pánico masivo que conduzca a la sumisión.
Si nos fijamos en las películas de las que hemos hablado en esta noticia, en la mayor parte de ellas, la sangre hace acto de presencia como icono visual de la infección y como gancho que enlaza con nuestros miedos más profundamente arraigados.
Así pues, ¿hay alguna dolencia que encaje con todos estos condiciones? El Ébola aparentaba la candidata inmejorable para llevar a cabo toda esta “operación”.
Se realizó una gran inversión mediática en la expansión del miedo al Ébola que apuntaba a que estábamos a punto de vivir una de las mayores manipulaciones de la cronica.
en cambio, y quizás actualmente nadie lo recuerde, pero de repente, el Ébola cayó en el olvido. Lo que prometía transformarse en un desastre global y en un negocio de enormes proporciones, se esfumó del imaginario público y desde por lo tanto, han desaparecido los sucesos de infección, el peligro del Ébola por transmisión aérea y apenas se habló de las posibles vacunas.
Nadie ha hecho el gran negocio con ello y la inversión mediática para generar un pánico generalizado del que obtener beneficios, se ha difuminado sin dejar rastro.
Demasiados medios alternativos sostienen que fue una gran manipulación cuyo gran objetivo era el negocio, pero ninguno de ellos se ha fijado en que no hubo ningún negocio que justificara una operación de tal magnitud.
Conocemos que quizás somos el singular medio alternativo que sostiene esta hipotesis, pero creemos firmemente, y viendo el raro desarrollo de los sucesos, que la epidemia de Ébola era un vasto plan de epidemia global a gran escala, destinado a tener una enorme repercusión para todo el planeta; iba a ser una de las mayores manipulaciones de la cronica…pero alguien decidió abortar dichos planes y quizás jamás sepamos quién, ni por qué.
Quizás corrimos demasiado más peligro del que mucha gente imagina…
Cómo podrían “gestionar” la epidemia
En el suceso de crear una epidemia con la que conseguir todos los objetivos con anterioridad mencionados, lo ideal sería mantenerla controlada desde un comienzo y generar una impresion de pánico artificial y un cierto desconcierto a través de los medios de comunicación, que actuarían como altavoces.
Por lo tanto, no estaríamos hablando de un gran numero de víctimas, sino de un número limitado, pero que generara un elevadísimo nivel de miedo entre el público.
Para conseguir tales efectos, sería necesaria la aparición de diferentes focos de figura sucesiva y en distintas puntos del mundo, todos ellos perfectamente acotados y dirigidos en verdad, hecho que facultaría ir gestionando la evolución de la epidemia como si se tratara de una narración dramatizada por capítulos.
A su vez, la aparición de posibles mutaciones imprevistas del virus, actuarían como giros argumentales con los cuales incrementar paulatinamente y regular a conveniencia la sensación de miedo del pueblo.
Gestionando apropiadamente ambos recursos narrativos (aparición de focos y mutaciones del agente patógeno), la crisis sanitaria podría alargarse durante meses o años, incluso alcanzar los objetivos que sus impulsores se hubieran propuesto en un inicio.
Cabe sobresalir que desde sus primeros pasos, la dolencia central debería disponer de una vacuna, cuya existencia sería ocultada inicialmente al resto del pueblo.
¿Por qué razón?
Por puro negocio.
A más personas infectadas, mayor necesidad de adquirir la vacuna y por lo tanto, mayor valor o precio tendría ésta debido a la demanda.
Por otra parte, la gestión de la dolencia en sus estadios iniciales e intermedios podría ir derivando desde una falta de tratamiento eficaz, hacia un tratamiento paliativo o mitigador parcial, incluso culminar al final en la aportación de la vacuna en el instante adecuado.
Con ello, los perpetradores de la maniobra se garantizarían un mayor volumen de negocio que el obtenido ofreciendo la vacuna directamente a las primeras de cambio, pues ganarían dinero con la aplicación de los tratamientos paliativos durante un extenso lapso de tiempo, cronificando la dolencia, incluso que en última instancia realizarían el montante principal del negocio con la venta de la vacuna.
Se trataría pues, de un proceso parecido al que vemos con la obsolescencia programada de los productos tecnológicos.
Mencionado de otra forma: alargando la dolencia, alargarían el negocio.
Una maniobra desalmada…pero previsible.
Aclaración final
Conocemos que lo que hemos exibido incluso actualmente es lo que mucha gente calificaría como material “conspiranoico sin ningún sentido”.
Por ello queremos dejar claro que en esta noticia NO estamos mencionando que vaya a producirse una pandemia, ni que determinados grupos en el poder tengan planeado llevar a cabo algo por el estilo.
Sencillamente, hemos creado una teoría y nos hemos limitado a analizar someramente los beneficios que podrían reportarle a determinadas élites la expansión de una gran epidemia planetaria.
A estas alturas, no conocemos si algún día se llevarán a cabo planes como estos, o si ya se están llevando a cabo.
Lo que sí conocemos es que cíclicamente y con cada vez mayor frecuencia, (prácticamente cada año), aparece una nueva “epidemia de moda”.
Si seguimos con la teoría de que todo esto figura parte de una gran conspiración, podríamos concluir que estamos ante dos posibles escenarios:
1-Nos están preparando paulatinamente para que aceptemos la aparición de una gran epidemia global en cualquier instante, por medio una sucesión de pequeñas plagas previas que sean utilizadas para preparar el terreno para la llegada de esa “gran apocalipsis sanitaria”, o bien,
2-La idea consiste en conseguir los mismos objetivos que se conseguirían con una gran epidemia global, por medio una sucesión de plagas más pequeñas, en lo que sería un proceso más largo y menos traumático a todos los niveles y por lo tanto, más fácil de gestionar, sin que ello genere grandes disturbios masivos políticos, sociales ni económicos, ni una factible contestación incontrolable del pueblo o de organismos desobedientes, que derive en un caos.
Nos inclinamos pues, por creer en la aplicación de la segunda opción, que de hecho, continuamente deja la puerta abierta a la primera si fuera necesario. Todo parece indicar que es lo que estamos viviendo y que el pánico creado a través de las plagas falsas, ha venido para quedarse entre nosotros durante un extenso tiempo.
No es pues una moda pasajera, sino más bien una tónica que formará parte de nuestro futuro y que irá sentando las bases del plan con el que hemos especulado en esta noticia.
Ya podemos pues, empezar a lanzar nuestras apuestas: cuando termine el cuento del Zika, ¿cuál será la epidemia de moda el año que viene?
La entrada CÓMO DOMINARÁN EL MUNDO CON UN VIRUS se publicó primero en Mundo oculto.
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