¿A qué llamamos piropoltergeist? Cuando el misterioso fenómeno de la combustión espontánea se produce en repetidas ocasiones y aparentemente de figura arbitraria sobre toda clase de objetos: muebles, prendas de vestir, fotografías, adornos de decoración. ¿Qué clase de chispa demoníaca, como varios la califican, prende en ciertos hogares causando incendios repentinos en diferentes estancias?
Si echamos una ojeada a los ficheros de lo incomprensible, inmediatamente nos damos cuenta de que, efectivamente, tenemos sucesos de piropoltergeist para escandalizarnos. Uno de los más interesantes tuvo lugar en una reducida aldea proxima a la población de Kota Bharu (Malasia). Allí vive Zainab Sulaiman, una viuda que por lo tanto poseía 73 años y que entre los meses de mayo y diciembre de 2010 empezó a sufrir en su hogar toda clase de sucesos poltergeist: objetos que aparecían y desaparecían, enseres rasgados por zarpas gigantescas y monstruosas, etc. Para nosotros sería aterrador, pero a Zainab y a sus dos nietos –que vivían con ella– no les causaba gran contratiempo, sencillamente achacaban el poltergeist a la obra de algún alma burlón que la había tomado con ellos y que tarde o temprano se cansaría de importunarles. La explicación encajaba perfectamente en su sistema de creencias.
Pirómanos del Más Allá
en cambio, a mediados de diciembre de 2010 y durante un lapso de diez semanas, su domicilio se transformó en un auténtico polvorín. Decenas y decenas de pequeños fuegos se desataban de repente, prendiendo ropas, colchones, alfombras, linos, ventiladores, estanterías… Por lo tanto Zanaib y su familia sí que se asustaron. A pesar de que lograran extinguir todos los fuegos, los daños en su hogar eran irreparables. asimismo, como es lógico, el miedo a que uno de esos incendios acabara propagándose por toda la casa les quitaba el sueño.
Al menos 250 artículos ardieron en el humilde hogar en poco más de dos meses. Convencida de que poseía a un alma malévolo encantándole la casa, Zainab llamó a unos «investigadores» para arreglar el inconveniente. Un asociación de imanes –la doncella y su familia profesan la religión islámica– se desplazó incluso la vivienda y, después de las oportunas «investigaciones espirituales», determinó que las culpables de los fenómenos eran unas seres invisibles conocidas como Djinn, entes invisibles que, según la tradición árabe, pueden influenciar espiritual y mentalmente en el ser humano, llegando inclusive a poseerlo (ver recuadro). Por supuesto, los imanes no fueron los únicos especialistas en seres del «otro lado» que acudieron a la casa atraídos por el fenómeno o con la intención de ayudar a Zainab. A pesar de los esfuerzos, los fuegos no solo no cesaban, sino que prendían con más violencia. «Tengo miedo de que cualquier cosa que haga enfade aun más al alma», llegó a decir la viuda. Al final, solo la famosa maestra espiritual Ong Q Leng consiguió terminar con el inconveniente a través de un exorcismo. Para ésta, el origen de los fuegos, lejos de ser incomprensible, estaba muy claro: eran los demonios Djinn.
En España además han tenido lugar piropoltergeist tanto o más espectaculares que el de Malasia. Como ejemplo, en 1976, los vecinos de Trazo, una reducida población coruñesa, asistieron atónitos a una serie de incendios no explicables. Los bautizaron como fuegos ameigados, porque surgían en cualquier zona de la población, devorando áreas de monte y causando que los vecinos tuviesen que acudir raudos a apagarlos. Con el paso de los días, el fenómeno empezó a extender su área de influjo, presentándose cada vez más cerca de viviendas y pallozas, quemando paja, madera y rastrojos. El miedo empezó a cundir entre los vecinos, puesto que los incendios se desataban tanto de día como en la noche, y la mayor parte estaba convencida de que, tarde o temprano, uno de esos fuegos iba a desembocar en tragedia.
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