Todas las distintos mitologías que han surgido a partir de diferentes pueblos y culturas cuentan en su panteón de divinidades con un señor de la muerte que, más que decidir sobre la vida y la muerte de los entes vivos, rige encima del inframundo o reino de los muertos, dependiendo de la estructura de la cosmogonía de cada mitología.
Así, en el suceso de la religión sumeria, y su posterior extensión a las culturas asiria, acadia y babilonia, el encargado de presidir sobre las almas de los muertos era una doncella: la deidad Ereshkigal, cuyo nombre traducido literalmente la definiría como ‘’Reina de la gran Tierra’’.
Esta figura representaba a la deidad suprema en el reino de los muertos y la única con autoridad para administrar juicio y establecer las leyes por las que se regían sus dominios. Se estimaba que no había retorno posible de este reino llamado Irkalla y, en gran numero de ocasiones, se usaba este sustantivo para designar al propio reino y a su señora.
El infierno sumerio era un reino bajo tierra donde continuaba la existencia.
Pero estos dominios no eran tenidos como un lugar tenebroso cuyo regente se responsabilizaba de asignar justo castigo para las acciones cometidas en vida sino que se entendía como un lugar en el que continuaba la existencia tras la muerte, de figura subterránea, con otro regente, y en el que no se impartían castigos ni administraban recompensas.
En Irkalla los muertos mantenían el mismo cuerpo que habían tenido en vida pero éste se seguía descomponiendo según el proceso normal. Para la antigua sociedad mesopotámica la existencia continuaba sin más tras el notable acontecimiento de la muerte si bien, para acceder a este reino, había que conseguir atravesar siete puertas y para lograr atravesar cada uno de estos portales, debía dejarse una prenda en pago.
Todo el reino era regido por Ereskigal, hija de Anu, la deidad supremo anunnaki. En otro tiempo fue además una deidad del panteón celeste pero fue raptada por el dragón Kur, que es considerado el primer dragón del planeta en la mitología sumeria, y así fue llevada a Irkalla, lugar del que acabó convirtiéndose en su reina gobernando el otro planeta en solitario durante largos años.
Detalle que muestra a Ninurta enfrentándose al dragón Kur.
Incluso que se dio una ocasión en la que las deidades decidieron celebrar un banquete en el que, al igual que los entes celestes no podían descender al inframundo, las deidades subterráneos no podían ascender al firmamento. De modo que los primeros mandaron un emisario a Irkalla que se presentó ante Ereshkigal con una invitación en la que se le instaba a enviar un representante que daría cuenta de la comida de las deidades en su nombre.
Para tal labor la reina de los muertos escogió a su visir Namtar que, a su vez, era una deidad menor asociado a la dolencia. Un mito le hace responsable de haber creado y enviado al planeta 60 dolencias distintos que tomaban figura de demonios y se internaban en los hombres.
Así que el visir de la reina se dirigió a las dependencias celestes en donde poseía lugar el suceso, para lo que tuvo que subir una extensa escalera y al llegar, se presentó en nombre de la respetada deidad del reino del otro planeta a lo que el resto de divinidades, como señal de gran respeto, se levantaron de sus asientos y se arrodillaron ante el visir del mismo modo en el que lo hubieran hecho de haberse hallado ante la presencia de Ereshkigal. Todos las deidades mostraron su respeto a excepción de Nergal que permaneció en su asiento ya que no le poseía aprecio al visir.
Representación de Nergal con propiedades animalescas.
Nergal era hijo del dios Enlil y la deidad Ninlil, y fue engendrado en el propio inframundo cuando Enlil engañó a la deidad y la cogió en contra de su voluntad. igualmente era considerado como una de las manifestaciones oscuras del dios del Sol Shamash.
El hecho de que Nergal no se levantara de su asiento fue considerado como una de las mayores ofensas por lo que se le impuso, como castigo, que debía de descender al inframundo para presentar sus disculpas ante Ereshkigal en persona.
Anteriormente de su partida, Enki le previno y le advirtió para que no tomara ningún asiento en el reino de los muertos, ni probara de la bebida o de la comida de este planeta y que tampoco debía yacer con Ereshkigal pues esta deidad era conocida por su gran belleza e intentaría tentarle.
Nergal descendió al lado a siete escorpiones y un presente para la deidad y cuando se halló ante su presencia, ésta quedó prendada de su invitado. Le ofreció bebida, alimento y que tomara asiento pero Nergal rechazó todos los ofrecimientos siguiendo el consejo de Enki, si bien no consiguió atender a este consejo de figura absoluta pues sucumbió ante los intentos de seducción de la deidadque le provocó dejándose ver mientras se bañaba.
Otra representación del consorte de Ereshkigal.
Yacieron juntos durante seis días y seis noches tras los cuales, a la mañana del séptimo día, Nergal abandonó sigilosamente el lecho y el reino de Irkalla volviendo al firmamento como era su obligación.
Cuando Ereshkigall despertó fue informada de la razón de la ausencia de su amante y lloró amargamente su marcha. Mandó de nuevo a su visir al reino celeste con el objeto de dar con él pero Namtar no pudo encontrarle debido a que Enki había cambiado su aspecto físico para que pudiera pasar desapercibido.
Cuando la señora del inframundo se percató del engaño montó en cólera y amenazó con enviar a todos los residentes de su reino a convivir con los vivos por lo que en número los primeros superarían ampliamente a los segundos.
Al enterarse de esta amenaza Nergal se llenó de ira y descendió de nuevo al inframundo. Rompió los siete portales yse presentó amenazante ante la deidad con la intención de darle muerte decapitándola. Pero en el último instante ambos entendieron que se amaban y decidieron permanecer juntos en Irkalla. Así la deidad de las plagas se transformó en el consorte de Ereshkigal y en dios de los muertos.
Figurilla que representa a Anu.
Pero la entrada a este reino suponía el no retorno, a excepción de contadas ocasiones en las que algún mensajero entraba a dar una misiva y volvía a salir. Hay un mito alrededor a este asunto llamado ‘’el descenso de Inanna’’ que cuenta el viaje de esta deidad, hermana de Ereshkigal al inframundo y que se plasmó por escrito en diferentes poemas.
Inanna era la deidad de la fertilidad y del amor en oposición a su hermana: la vida y la muerte. Decidió descender al planeta subterráneo aunque la motivación para tomar tal riesgo no queda muy clara en los pedazos de los textos recuperados.
Aparentaba ser muy consciente del riesgo que entrañaba su viaje pues dejó instrucciones a su visir sobre de cómo proceder en suceso de que ella misma no hubiese regresado al cabo de tres días desde su partida. asimismo, se atavió con ropa de gala, joyas y diferentes talismanes de llegar.
Se dirigió con determinación a las puertas de entrada al inframundo y le transmitió al guardián de iguales su solicitud para ser recibida por su hermana y poder tratar los asuntos en los concerniente al funeral de su cuñado (el primer marido de Ereshkigal). Al enterarse de la petición la señora de los muertos se enfureció pues sospechó de un engaño e Inanna no vestía apropiadamente para el lapso de duelo, por lo que dudó de las verdaderas intenciones de su visita. Dispuso por lo tanto que cada una de las siete puertas de entrada se cerrara con candado estableciendo en ese instante la condición de que para poder atravesarlas debía de entregarse una prenda o abalorio como pago del peaje.
Inanna pasó a ser conocida como Ishtar en Babilonia.
De este modo, Inanna se presentó en las estancias de Ereskigal totalmente desnuda e indefensa ya que se había desprovisto de su vestido y sus amuletos mágicos y ambas se enfrentaron en combate, la deidad de la fertilidad delata sus verdaderas intenciones manifestando su deseo de hacerse con el trono. El desenlace de esta contienda en algunas versiones termina con Inanna condenada a muerte y, en diferentes, con ella muriendo a manos de su hermana. En cualquiera de los sucesos, Inanna fallece como consecuencia de su viaje.
Para un muerto no existía retorno posible de la morada de los muertos, por lo que Innana queda atrapada en Irkalla pero al cumplirse el plazo estipulado, el visir de la deidad del amor procedió como le había sido indicado y realizó las lamentaciones apropiadas apelando y rogando al resto de divinidades para que intercedieran a su favor. Las deidades se negaron ya que la desafortunada suerte de Inanna le había acaecido como consecuencia de sus propios actos, movida por la ambición. De entre todos las deidades, únicamente Enki se apiadó e ideó un plan para traer a Inanna de nuevo con los vivos.
Varios divinidades podían traer a los muertos de nuevo a la vida siempre y cuando no hubieran pasado demasiados días desde el fallecimiento.
Creó dos entes que fueron recibidos por Ereshkigal, a la que engañaron para que accediera a hacerles entrega del cuerpo de la hace poco fenecida deidad. Una vez se hicieron con él, lo impregnaron con ‘’el agua de la vida’’ que Enki les había entregado y la deidad revivió.
Pero alguien poseía que suplir a Inanna entre los muertos y se le instó a que escogiera un sustituto para tal fin. Debía de definir quién moriría en su lugar. Cuando volvió a la tierra se localizó con que su marido Dumuzi no estaba cumpliendo con el pertinente duelo por su muerte y además había ocupado su puesto, así que entregó a su consorte.
Parece que las deidades actuaban de figura muy humana dejándose llevar por celos y ambiciones pero además hacían gala de sus capacidades sobrehumanas siendo inclusive capaces de o de crear a diferentes entes para que les sirvan en sus empresas o de devolver a la vida a un muerto saltándose las leyes de la existencia:
“Ereshkigal es la reina soberana aquí y aquellos que la adoran no podrán jamás salir.«
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