El Coltán es un mineral muy escaso que sólo se encuentra en unas cuantas zonas de nuestro mundo, como Tailandia ( 5%), Brasil 5(%), Australia (10%) y Africa Central (80%, la mayor parte en la República del Congo). Este mineral está formado por la combinación de dos elementos, ambos raros, llamados Columbio y Tantalio, y es componente fundamental de gran cantidad de aparatos e instrumentos de las llamadas nuevas tecnologías, como los móviles, las pantallas de plasma, los Gps, las videoconsolas, los Mp3 y Mp4, las cámaras de imagenes y los juguetes electrónicos. igualmente requieren Coltán algunas estructuras tan importantes como los cohetes espaciales, las armas teledirigidas y los satélites artificiales.
República del Congo: riqueza, pobreza y guerra Esta impresionante fuente de riqueza se extrae del suelo congoleño en minería a firmamento abierto o por medio de la excavación de galrías y cuevas superficiales. En hipotesis debería ser una bendición económica para un país con una superficie de 2’34 millones de kilómetros cuadrados (5’5 veces España) y una esperanza de vida tan sólo de 47 años, pero lamentablemente no es así. ¿Qué ocurre con el Coltán en la República del Congo?
Esclavos por este nuevo «oro negro» Mientras las mafias internacionales y los contrabandistas se enriquecen, los mineros congoleños realizan labores en circunstancias de autentica esclavitud y vigilados por fuerzas paramilitares. Miles de niños realizan labores en las minas y en consecuencia abandonan la escuela y los investigaciones. Por término medio un trabajador congoleño cobra 10 dólares mensuales en diferentes trabajos mientras en las minas, obteniendo un kilo de coltán al día, puede llegar a los 50 dólares semanales. El mineral puede alcanzarel precio de 500 dólares por kilo, así que las cuentas están claras: no es rentable trabajar en agricultura y ganadería, lo que conduce al abandono de las tierras de cultivo y de los animales domésticos.
Las guerras del coltán Los ingentes beneficios de la explotación del coltán provocan algunas de las numerosas guerras fronterizas que son tan frecuentes en el continente africano y que por lo general pasan inadvertidas en Europa. Más de sesenta simultáneas se han llegado a contabilizar mientras algunas organizaciones pacifistas de los naciones desarrollados ni siquiera parecían enterarse. Los misioneros sí conocen bien la magnitud del desastre. Estos conflictos suelen provocar grandes desplazamientos de población, con las consiguientes consecuencias: hambrunas, dolencias y violencia. Verdaderamente sale muy caro el mineral, esa «escoria negruzca», recurso estratégico de las nuevas tecnologías. El abandono de las tierras de cultivo para concentrarse la población en la minería de coltán acarrea desastrosas consecuencias ecológicas y económicas. En algunas zonas llega a faltar el abastecimiento de productos básicos, mientras en diferentes, la invasión de tierras vírgenes provoca grandes daños para la fauna salvaje. Estos verdaderos santuarios de la sociedad pierden sus posibilidades de desarrollarse por la vía del turismo, como ha comprobado deslumbrantemente el ejemplo de Kenya. Los refugiados, sin hogar ni tierras, son otra de las consecuencias de estos grandes desplazamientos poblacionales. La acción constante de las guerrillas sobre la población indefensa es habitual, y poco o nada pueden hacer las fuerzas de pacificación internacionales. El coltán, que debería ser una bendición para la República del Congo, dista demasiado en la realidad de ello.
Misteriosas cuentas encima del mineral Varios naciones fronterizos con el Congo, que no tienen coltán, hacen figurar este mineral en sus cuentas de beneficios anuales. Se trata de un coltán «apropiado», por decirlo de forma benevolente. Las invasiones pulsantes de las guerrillas financiadas por las mafias explican estas posesiones del recurso que costado gran cantidad muertes entre la población. Para decirlo nitidamente, hay un vasto negocio de contrabando de coltán que incluye a Ruanda, Uganda y Burundi.
Los diferentes masacrados El santuario de los gorilas de montaña de los volcanes Virunga se encuentra en tierras fronterizas afectadas plenamente pr la «guerra del coltán», y suele ser invadido periódicamente por las guerrillas que avanzan o retroceden en función de los avatares de las contiendas. los investigadores se ven obligados a huir a toda prisa, y cuando pueden volver suelen localizar diezmadas a las familias de gorilas que estaban estudiando. La población de gorilas de montaña se ha reducido en un 90% en las zonas afectadas por la actuación de las guerrillas, la de elefantes lo ha hecho en un 80%. Una autentica destrucción intensa que acabará a corto plazo con la gran fauna centroafricana.
La sociedad del despilfarro Mientras todo esto sucede en el corazón de África, en el planeta desarrollado parece que no se tiene en cuenta algo tan fundamental como esto: demasiados de los ingenios de nuevas tecnologías se basan en recursos muy escasos como el coltán y diferentes minerales y elementos raros. ¿Incluso dónde puede consumirlos la sociedad del despilfarro? ¿Podemos abandonar o tirar calmadamente un móvil u otro aparato similar, sin pensar en la necesidad imperiosa de reciclarlo? Quienes reciclan sus teléfonos, sus ordenadores, sus televisores o sus electrodomésticos en general, son ciudadanos sobre todo motivados, sin duda ejemplares, pero lo que hoy es un hábito saludable y solidario será muy pronto una necesidad inexcusable. De seguir el consumo al ritmo actual no habrá bastante coltán, ni litio, ni bastantes «tierras raras» para atender la demanda de nuevas tecnologías, y varios tendrían muy dificil a estas alturas prescindir de ellas. ¿Se imaginan carecer de móviles y tener que ir a la centralita para poner una conferencia? En tiempos de la explosión ecologista de los años ochenta no cabe duda de que se plantearon numerosas fórmulas de increible cumplimiento, pero recordemos aquella «regla de las tres erres» que se formulaba como comienzo fundamental: reduce, recupera, recicla. Lejos de haber perdido actualidad, por el contrario la contemplamos hoy como norma inexcusable de conducta ciudadana
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