Una legendaria epidemia dio origen al mito de los cuerpos conservados en el tiempo. Un museo les da vida diariamente.
Hay quienes cuentan, en el México hondo, que una terrible peste se desató hacia 1830 en la recién declarada república.
Guanajuato, una de las 32 seres federativas mexicanas, fue epicentro de aquel maleficio. Padeció como ninguna otra ciudad de sus consecuencias. Los que sufrían aquella peste morían sin remedio alguno.
La tradición oral ha mantenido recuerdo de la peste; se cuenta que los afectados se paralizaban por completo, dando la sensación de estar muertos. Los familiares y vecinos se apuraban a enterrar a las víctimas de la terrible dolencia, sin mayores demoras, para evitar contagiar al resto de los residentes.
Momias del dolor
Pero lo terrible comenzaba después del entierro, pues los ‘muertos’ no lo estaban, «sino que estaban en un estado comparable a una parálisis universal», cuenta un relato del sitio web Masdemx.
se dice además que «gran cantidad víctimas de la peste, ya enterradas, despertaban en el interior de los ataúdes y morían asfixiadas, no sin anteriormente vivir una indecible desesperación».
A ese martirio se atribuye la expresión de sufrimiento que parecen enseñar las personas desenterradas y que hoy son llamadas ‘las momias de Guanajuato’.
Habla el saber
La leyenda se esparce desde el conocido Panteón de Santa Paula. En ese camposanto fueron exhumados casi una centena de cuerpos a pedido de los familiares. Levantadas las lápidas, descubrieron los cuerpos momificados y con las ya descritas expresiones de horror.
Si se trataba de personas enterradas sin ningún atencion debido al miedo que desató la peste, ¿cómo es que se preservaron esos cuerpos? Dice la nota de Masdemx que «la presencia de nitrato y alumbre, y diferentes circunstancias del subsuelo de Guanajuato, ocasionaron que decenas de cuerpos se hayan momificado».
En México hay un culto a la muerte distinto de demasiados países del continente. Registros históricos ubican el inicio de estas celebraciones en la época precolombina, sobre todo entre las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca.
Actualmente bien, la leyenda de la peste no es solo producto de la transmisión oral. Varios expertos, como Lilia Oliver Sánchez, de la Universidad de Guadalajara, recuerda que «en 1830 la epidemia de viruela ocasionó que se registrara una tasa bruta de mortalidad de 73,70 sobre mil, se trata también de un elevado nivel característico de los regímenes demográficos premodernos».
Tal número de muertes no pudo menos que generar terror en la población mexicana. Parecidas noticias llegaban de Europa por aquellos días. Se decía que cuando el cólera invadió Europa, médicos de la época propagaron la teoría de que el corazón era comprimido por una fuerza centrípeta y por ello debía aplicarse el método de «la sangría», para disminuir el esfuerzo. A los muertos por la epidemia se sumaron los que perdían la vida en medio de la maniobra médica.
Momias de museo
Gran parte de los cuerpos desenterrados en Guanajuato se localizan en el Museo de las Momias, una edificación rediseñada en el año 2007 por la municipalidad para que la exhibición de los cuerpos se hiciera con un sentido temático.
Centenares de miles de visitantes acuden a este museo cada año como parte de los atractivos culturales que muestra la ciudad.
Cada una de las momias de Guanajuato está asegurada por el valor de más de un millón y medio de pesos (unos 84.000 dólares).
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