|
No se crea el lector que hablo de los presidentes de EE.UU. por estar contagiado de la bobaliconería que aqueja a buena parte del planeta hispano-parlante y aun del mundo en general, hacia todo aquello que venga de USA o se exprese en inglés. Por desgracia padecemos un instante de papanatez hacia todo lo yanki y hacia todo lo anglófono, que hace que se nos caiga la baba ante cualquier cosa que de allá provenga, aunque sea en figura de música para simios o de horrendos «videoclips» esquizofrénicos capaces de matar a un muerto. Hablo de tan eximios señores, porque aquellos, al menos los nueve últimos, son los responsables de cierto estado de cosas con relación al fenómeno ovni. Y de ser ciertas todas las sospechas que tenemos, serán reos de un gravísimo crimen cometido no ya sólo contra su propia nación sino contra la sociedad entera. Guste o no, lo cierto es que hoy por hoy, Estados Unidos es la nación más energica de la Tierra y la que ha alcanzado uno de los niveles de vida más elevados. Su Gobierno cuenta con unos medios con los que no cuentan la mayoría de los diferentes gobernantes del planeta, y esta es la razón de que haya estado más atento que diferentes al fenómeno ovni desde su comienzo y de que haya logrado mayores éxitos en la complicado tarea de conectar con los escurridizos tripulantes de las enigmaticas naves espaciales. Ya el presidente Roosevelt, en 1942, recibió una carta del general Marshall (que reproducimos en el original) poniéndolo sobre aviso de unos misteriosos «aviones» que habían sido observados sobre Los Ángeles y contra los que las baterías antiaéreas habían disparado 1.430 veces, sin que lograsen derribar ninguno. Eran por lo menos 15 ovnis que volaban no muy rápidos a una altura entre 3.000 y 5.500 metros. Las conclusiones a que el general Marshall llega son que «no habían dejado caer ninguna bomba, no había habido heridos y no habían salido en su persecución aviones del Ejército o de la Marina. En sus comentarios al presidente le dice que quizá se trataba de «aviones comerciales» operados por agentes de potencias enemigas con el objeto de revelar dónde estaban situadas las defensas antiaéreas, y de hacer más lenta la producción debido a los apagones que tal alarma causaba.(!!) Muy distinto sería su reacción escasos años después cuando ya estuviese convencido de que no se trataba de «aviones comerciales». Harry S. Truman (1945-1953) fue el primero que tuvo que enfrentarse directamente con el fenómeno ovni, cuando los militares de la Fuerza Aérea le confirmaron oficialmente que en efecto, todo lo que decía la prensa —a pesar de los desmentidos de las autoridades—, era una realidad. Efectivamente, desde la guerra de Corea y posteriormente en los propios Estados Unidos, se habían detectado en el aire naves que no pertenecían a ninguno de los ejércitos de las demás naciones del mundo. A esta inquietante advertencia se sucedió al poco tiempo el hostigamiento y incluso el derribo de algún caza de la Fuerza Aérea a lo que se sumó la convicción de la impotencia de los mejores aviones ante las capacidades casi infinitas de los discos de los visitantes. Truman llamó al general Marshall —al de la famosa bienvenida— para que le sugiriese qué otra bienvenida se podía organizar para tan insolitos visitantes y fue por lo tanto cuando se formó el conocido asociación «Majestic Twelve» (MJ-12) cuya existencia, a pesar de haber sido negada reiteradamente por las autoridades norteamericanas, es una total realidad. El asociación estaba compuesto por doce personas de gran prestigio, cuyos nombres sabemos en el presente, cuando ya ninguna de ellas vive:
Por último, otro que formaba parte del asociación MJ-12 fue el Secretario de Estado James Forrestal que se suicidó, lanzándose al vacío desde el piso 16 del hospital en el que estaba recluido. La razón autorizada de su suicidio fue ana depresión nerviosa, pero diferentes fuentes afirman que se debió a la preocupación que le causó el revelar cuál era la verdad tras el fenómeno ovni. Sus familiares, por otra parte, siempre han afirmado que fue asesinado, según parece porque era de opinión que había que decirle toda la verdad al pueblo, cosa a la que se opusieron desde un comienzo los restantes miembros del «Majestic». Hay una foto muy sintomática de las tremendas presiones a que Forrestal debió estar sometido. En ella aparece Truman dándole una condecoración con motivo de su repentino e inesperado cese como Secretario de Estado. Forrestal mira a Truman con rostro muy seria en la que parece adivinarse el repudio que le causaba aquel acto farisaico y de un refinado cinismo político. A los dos meses «se suicidó». Terminada la era de Truman accedió a la presidencia el general Eisenhower al cual le llegaron demasiados informes de las misteriosas luces que los aviadores norteamericanos observaron en el firmamento durante la guerra de Corea, al igual que años más tarde las verían los que lucharon en la de Vietnam. Y para que no se diga que éstas son generalidades, hoy ya poseemos el escrito por demasiados años incognito, preparado el 18 de noviembre de 1952, tras la seleccion del general Eisenhower a la presidencia. En un apéndice lo reproducimos y traducimos su interesante contenido en el que se le da cuenta de qué es el fenómeno ovni y de los trabajos que alrededor a él estaba desarrollando el asociación Majestic 12, del que por lo que podemos deducir, el general Eisenhower no poseía conocimiento. Esto nos dice el incognito con que se llevaba todo lo referente a ovnis y la enorme importancia que se le daba, por demasiado que le dijesen al pueblo que el tema no poseía fundamento alguno. Posteriormente el general, ya en la presidencia, tuvo ocasión de ver el día 20 de febrero de 1954, en la base aérea de Muroc (California) el ovni que allí se conservaba. En esta visita lo condujo monseñor Mclntyre, cardenal de Los Angeles.
Según un informe basado en una carta particular,Eisenhower tuvo la intención de comunicarle todo lo referente al fenómeno ovni a la nación:
Pero llegó mayo y la villa siguió sin enterarse. Los «secretistas» habían triunfado una vez más. Tras Eisenhower vinieron Kennedy y Johnson. Según un informe, el primero se interesó vivamente por el fenómeno ovni, y se propuso comunicárselo al pueblo. En un comienzo consiguieron convencerlo de la inconveniencia de tal declaración, pero un año más tarde, alarmado por los informes que seguían llegando, se decidió a decírselo a la nación. Según el mismo informe ésa fue la provoca de su muerte y de la de su hermano Robert que además opinaba que había que decir toda la verdad sin ocultarle nada al pueblo. Del malhablado Nixon conocemos que su hombre de confianza, Haldeman, estaba en contacto con el MJ-12. Gerald Ford y Jimmy Carter tuvieron algo en normal; anteriormente de ser presidentes ambos dijeron que en suceso de llegar a la Casa Blanca, harían que se le dijese al pueblo toda la verdad sobre los ovnis. En particular Carter, que se había impresionado demasiado tras haber contemplado durante un buen rato un ovni en el Estado de Georgia mientras era gobernador, en 1973, y se lo había prometido a los periodistas.
El semanario italiano «Gente», al lado con esta noticia, publicó una imagen el 1 de mayo de 1977, en la que se ve a Carter con la mano en el pecho jurándole a los periodistas que cumpliría su palabra. asimismo prometió no poner en irrisorio a nadie que dijese haber contemplado un ovni. Pero he aquí que cuando ambos llegaron a la presidencia se olvidaron del tema y ni ellos dijeron nada ni facilitaron el que los expertos accediesen a los ficheros en donde se relataba la realidad de los ovnis. Es tal el incognito, por no decir, la histeria, con que todo el tema se ha llevado; que al presidente Carter, aun después de ser presidente, le ocultaron los hechos más fundamentales e inquietantes por miedo a que su puritanismo pudiese traer alguna complicación. Esto pudo observarse cuando candorosamente le pidió a la NASA que realizase un ensayo sobre todo el fenómeno, siendo así que la NASA sabía ya para aquellas fechas (1978) demasiado más de lo que Carter les pedía que investigasen. De todas maneras, la NASA le contestó que el tema ya había sido investigado y no merecía la pena una nueva investigación. En la carta de los militares de la JMP, que habían trabajado en planes misterios relacionados con los ovnis, se echa de ver su fascinacion y su indignación ante el hecho de que el presidente de la nación no estuviese informado de hechos que la CIA, la NASA, la NSA, el MJ-12 y los altos mandos de la Fuerza Aérea, aun sin saberlo todo, conocían desde hacía años. En cuanto a Ronald Reagan, el presidente más inculto y de mente más cerrada que los Estados Unidos han tenido, según los rumores, se entusiasmaba ante las noticias que le daban de las actividades de los ovnis y las seguía con un cierto nerviosismo infantil. Pero a lo que parece, jamás llegó a enterarse del lado tenebroso que todo el tema poseía, o por lo menos no quiso hacerle frente con la decisión y el cerrilismo con que abordó temas como el de Nicaragua. Los comunistas que él veía por todas partes en aquella reducida nación centroamericana, le metían más miedo que los pequeños hombrecitos de los que hablaban sus asesores. Lo curioso es que Reagan, en los últimos cuatro años de su orden, habló cuatro veces inexplicablemente y casi a destiempo de los alienigenas, en alguna ocasión con pasmo para los que le oían, que no podían dar crédito a lo que estaban escuchando. La segunda de estas ocasiones fue el 4 de diciembre de 1985, en el Colegio de Fallston, habiéndoles a los alumnos. He aquí sus palabras:
Y para atenuar un poco la extrañeza que estas palabras pudiesen producir, añadió en seguida: «Bien, yo no creo que tengamos que esperar que alguna casta de extraterrestres venga a amenazarnos.» La tercera fue nada menos que en la 42 Asamblea General de las Naciones Unidas, el día 21 de septiembre de 1987. Los representantes de todos los Gobernantes de la Tierra le oyeron decir estas palabras:
Y al igual que en el Colegio de Fallston, con un lenguaje muy político, como para quitar importancia a lo que acababa de decir ante los extrañados asambleístas, añadió:
La cuarta ocasión fue en Chicago en mayo de 1988, en una comida pública, contestando a una duda que nada poseía que ver con los alienigenas. Como un exabrupto manifestó:
Según un periódico, varios de los serios comensales que lo escuchaban, casi se atragantan cuando oyeron decir a su presidente semejante cosa. Cuando escribo estas líneas, los comentaristas políticos de todo el planeta aun hablan de las repercusiones de la última entrevista de Gorbachov y Reagan en Estados Unidos, a finales de 1988. Todo el planeta se congratula de que por fin las espadas parece que empiezan a bajarse y a reinar un clima de entendimiento y de distensión. Ya era hora.
Escasos hablan de la ciega estupidez de nuestros grandes líderes que por años nos mantuvieron en vilo con amenazas de guerras mundiales, llenando el mundo de cabezas nucleares y derrochando cantidades infinitas de dinero, mientras buena parte del pueblo mundial no tiene techo ni comida. ¿No es raro que tras tanta amenaza y tanto loco derroche, de repente todo parezca arreglarse sin que haya habido nada especial que lo provoque y cuando, por el contrario, hay motivos muy serios (Afganistán, Líbano, Centroamérica, Libia, terrorismo aéreo) para que la tensión continúe y se acreciente? En los próximos capítulos examinaremos cuáles pueden ser las secretas causas de esa distensión, aunque en verdad ya están dichas de una forma muy velada en las expresiones que hemos trascrito del presidente Reagan. Lástima que los políticos no sean más sinceros y mantengan siempre sus cínicas caretas tras las que ocultan su falsa dignidad y su estúpido orgullo, aun a costa de poner en peligro el bienestar de todos los residentes del mundo.
«click» en imagen Reflectores sobre la ciudad de los Ángeles en busca de los «aviones desconocidos» en 1942. (VER TEXTO ABAJO).
«click» en imagen
|
La entrada Los presidentes de EEUU y los ovnis se publicó primero en Mundo oculto.