el enigma hessdalen

Desde 1981, un remoto valle en el centro de Noruega se ha convertido en un auténtico laboratorio para el ensayo de los no identificados. Año tras año, las enigmáticas luces de Hessdalen son analizadas por un equipo internacional y multidisciplinar para intentar desentrañar el origen de este raro fenómeno.
OVNI HESSDALEN HYNEK VALLEE ERLING STRAND

No hay duda alguna, a partir de los datos registrados, de que, incluso actualmente, no puede identificarse el mecanismo de origen natural capaz de actuar espontáneamente con tan asombroso eficiencia». Así de contundente se mostraba el astrofísico italiano Massimo Teodorani al referirse a las misteriosas luces vistas en el valle noruego de Hessdalen. Y es que en este paraje nórdico se suceden desde hace más de 25 años una serie de sucesos luminosos desconocidos, que ni las prolongadas vigilias ni los más avanzados equipos de medición han logrado descifrar. A escasos kilómetros del valle, en la ciudad noruega de Røros, una vez más, investigadores de distintos puntos del mundo se reunían para debatir sobre de uno de los fenómenos más desconocidos y a la vez mejor estudiados de luces famosos.
AVISTAMIENTOS DURANTE EL INVIERNO
A finales de 1981 y principios de 1982, la mayoría de los residentes de Hessdalen, poco más de un centenar, denunciaron la aparición de misteriosas luces moviéndose en los alrededores del valle. Las luminarias podían ser observadas casi a diario y, sin razón alguna, los avistamientos se repitieron a finales de ese año con enorme intensidad. La mayoría de ellos se concentraban durante el invierno, donde la oscuridad reina en estos parajes. Los residentes, desconcertados, describieron las enigmaticas luces en función de las cosas que se les asemejaban: una «cartera», un «balón de fútbol», un «árbol de Navidad» invertido… Los fenómenos de Hessdalen tienen similitudes con diferentes que ocurren en diversas zonas del mundo. sin embargo, la peculiaridad que presentan las luces de este valle es que se produjeron ante los ojos de un asociación de hombres de ciencia. Contrariamente a lo que suele ocurrir, los especialistas empezaron a tomar en serio los testimonios y decidieron poner en marcha un plan orientado a registrar, medir y aclarar la naturaleza de estos sucesos. Erling Strand, ingeniero electrónico y maestro del Østfold College, fue el encargado de coordinar la iniciativa, y demasiados de sus alumnos participaron en el diseño de los instrumentos y en las numerosas jornadas de monitorización in situ (ver recuadro). En la expedición, desarrollada a comienzos de 1984, las tareas se repartieron entre 40 voluntarios: varios ocuparon una de las colinas a modo de base para la instalación de los equipos: cámaras fotográficas, videocámaras, radares, espectrómetros, magnetómetros, etc. Diferentes se ubicaron en montañas cercanas, equipados solamente con cámaras convencionales. Los grupos se comunicaban por radio.
VIGILIAS PROGRAMADAS
Más de 50 apariciones fueron registradas visualmente y a través del instrumental. Los interesantes resultados se publicaron en un detallado informe denominado Project Hessdalen 1984: Final Technical Report, que dio a conocer Erling Strand. En síntesis: la mayor parte de los sucesos no se correspondían con nada conocido. Décadas después, el fenómeno sigue ocurriendo con desigual intensidad, por lo que no iba a desperdiciar la oportunidad de visitar el sitio, tras la celebración, en agosto de 2007, del congreso de Røros, organizado por la Sociedad de Exploración Científica. En compañía del ingeniero David Akers y de la geofísica Marsha Adams me dirigí a este remoto paraje, en busca de respuestas. «El tamaño de estas luces, de color amarillo, es de entre 3 y 20 metros de circunferencia. Pueden desplazarse a través el valle, lentamente y a baja altura, en trayectos de incluso dos horas. Algunas veces se detienen y se quedan inmóviles durante varios minutos anteriormente de iniciar a moverse nuevamente». Así las explica Erling Strand, seguramente el hombre que más sabe sobre de estas enigmáticas luces que, desde hace décadas, se dejan ver en Hessdalen. en cambio, estas luminarias además sobrevuelan los techos de las viviendas, deambulan a escasa altura entre los campos y, en especial, de forma más recurrente, se observan a lo lejos, bajo las cumbres montañosas. El informe además menciona que los radares han llegado a detectar luces que alcanzaban velocidades de incluso 30.000 km/h, y la existencia de insolitos flashes blanco-azulados, semejantes a los de una cámara fotográfica, que titilan en el firmamento y no pueden ser explicados como satélites o desechos espaciales. Al final, aunque no muy e veces, varios declarantes afirman haber contemplado no una, sino varias luces, muy cercanas entre sí, que se movían al unísono, como si pertenecieran a un mismo objeto. Pero, ¿qué son exactamente? Gran cantidad personas admiten que luces como las de Hessdalen están más próximas al fenómeno OVNI, sugiriendo que se trata de artilugios de construcción no humana.
REPARTIDAS POR TODO EL MUNDO
Los relatos famosos dan cuenta de la presencia de sucesos luminosos que, por su apariencia, dinámica y supuesto comportamiento «inteligente» no pueden ser explicados por el observador como sucesos convencionales. Actualmente bien, tales testimonios dan cuenta de sucesos muy semejantes a los que acabamos de referirnos y que, sin embargo, por muy diversas razones, no han recibido la necesaria atención por parte las instituciones científicas. Resulta paradójico que la mayoría de las personas, sin importar su condición social o cultural, fuera en Hessdalen, Washington, Missouri u diferentes tantos zonas, han adjudicado un comportamiento «deliberado» a dichas luces. Es como si estos insolitos objetos luminiscentes tuviesen «vida» propia… asimismo, demasiados declarantes aluden haber contemplado pequeñas, medianas o enormes esferas de luz siguiendo a los caminantes y vehículos, o interponiéndose en su camino, posándose en las copas de los árboles, deambulando en campos o dando vueltas alrededor de molinos y diferentes construcciones.
TRADICIONES LOCALES
A la hora de instalar esta clase de estaciones, los promotores de los planes investigadores han prestado gran atención a los escenarios específicos mencionados por los declarantes. Marsha, quien dirige una base de seguimiento en Arizona, añade que demasiados de estos sucesos han tenido lugar en enclaves que, según las creencias locales, están asociados a diferentes sucesos anómalos o son tenidos como «sagrados». asimismo, esta territorialidad de las manifestaciones ha dado nombre a gran cantidad de las enigmaticas luces; por ejemplo, «la luz del Pardal» y «la luz de Mafasca» (España); «las luces de Marfa» (Texas); «las luces del cerro Uritorco» (Argentina). Diferentes han tomado su nombre de las propiedades que se les atribuyen: «luz mala» o «farol de campo» en Argentina, «Jack with the lantern» en Inglaterra, las luces «Min min» en Australia, la «Mae-de-Fogo» en Brasil, «Inlicht» o luz loca en Alemania… Todas estas variadas denominaciones dan cuenta de sucesos que podrían pertenecer a una misma familia de sucesos. Pero, ¿cómo interpretarlos?, ¿cómo estudiarlos? «La gente corriente debe ser parte de la ecuación», concluye David Akers.
UN CAMPUS MUY ESPECIAL
Aprovechando el tirón de «lo desconocido» y «lo enigmatico» entre los jóvenes, Erling Strand, fundador del Plan Hessdalen y maestro de ciencias en el Østfold College de Halden (Noruega), creyó en combinar la enseñanza académica con trabajos de campo en este escenario único. De hecho, en 1994, sus alumnos fueron pioneros en las tareas previas a la puesta en marcha de la Estación de Medición Automática (AMS) de Hessdalen, actividad que les sirvió como plan final de curso. desde aquel momento, estos peculiares «campus» vienen repitiéndose con gran éxito, sobre todo entre los alumnos de informática e ingeniería electrónica, que han observado en esta iniciativa una gran oportunidad para ampliar sus conocimientos. En la década de 1970, iniciativas parecidas se llevaron a cabo en diferentes escenarios. En la reserva de los indios Yakima, en Washington, empezaron a circular noticias sobre insolitos fenómenos luminosos en la cordillera de Toppenish Ridge. Tal era la cantidad de testimonios, que en la división de control de incendios de la reserva se propuso un ensayo de monitorización. En agosto de 1972, David Akers, un ingeniero de Seattle, se sumó al plan. Éste determinó que «no hay nada en las luces nocturnas que sugiera que la fuente de esta actividad sea alienigena. en cambio, algo extraño está ocurriendo». Akers advirtió ciertas alteraciones que le resultaron misteriosas, llegando a preguntarse si los sucesos lumínicos «evitaban» ser medidos. Algo similar sucedió en Piedmont, además en EE UU, en 1973. El Dr. Harley Rutledge, por por lo tanto maestro de física en la Universidad de Southeast Missouri, consiguió registrar estos sucesos; pero, además, declaró que «hubo algo más que la sencillo medición de las propiedades físicas de las luces no identificadas. De hecho, se estableció una especie de interacción, de juego, entre éstas y nosotros, los observadores desapasionados».

 

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Por Sandra

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