Según las hipotesis de Einstein, en el interior de cada agujero negro hay una «singularidad», una región de cosmos en la que la densidad de la materia tiende a infinito. La enorme fuerza de gravedad de ese condensado ultradenso de materia es tal, que ni siquiera la luz puede huir de él. Por eso, para nosotros esos objetos son «negros», porque no emiten luz y no podemos verlos, ni obtener, en hipotesis, ninguna clase de información procedente de su interior.
en cambio, y dado que jamás ha podido comprobarse directamente, la Física no tiene del todo claro lo que es verdaderamente una singularidad. ¿Un sencillo punto de densidad infinita o una especie de irregularidad matemática? Por desgracia, igual que la materia misma, además todas nuestras ecuaciones se «fracturan» cuando tratan aclarar lo que sucede en el interior de un agujero negro.
Cuando la densidad de la materia alcanza proporciones enormes en el interior de un agujero negro (del orden de 10 elevado a 50 kg por metro cúbico), la torsión se expone como una fuerza que se opone a la gravedad, lo que impide a la materia seguir comprimiéndose indefinidamente en pos de la densidad infinita. Lo que significa, en pocas palabras, que no hay singularidad. En su lugar, asegura Poplawski, la materia «rebota» y empieza de nuevo a expandirse.
Con estas premisas, el investigador ha aplicado actualmente sus ideas para realizar un modelo del comportamiento del espacio-tiempo en el interior de un agujero negro en el momento en que éste empieza a «rebotar». Se podría entender el fenómeno pensando en lo que sucede cuando ejercemos presión sobre un muelle: al soltarlo, rebota con fuerza y vuelve a estirtarse.
De la misma figura, opina Poplawski, al comienzo la gravedad es más fuerte que la fuerza repulsiva de torsión, y por lo tanto empieza a comprimir la materia; pero la repulsión se va haciendo cada vez más y más fuerte incluso que la materia deja de colapsar y rebota, expandiéndose de nuevo.
Pero, ¿cómo podemos conocer si efectivamente estamos o no viviendo en el interior de un agujero negro? Si Poplawski tuviera razón, ninguno de nosotros estaría viviendo en el interior de lo que consideramos «nuestro» cosmos, sino en el interior de un agujero negro que estáría en «otro» cosmos distinto. Y para comprobarlo no tenemos más que medir si hay una «dirección preferida» en nuestro propio cosmos.
Un agujero negro en rotación, en efecto, transmite una parte de su espín al espacio-tiempo que hay en su interior, lo que conlleva una violación de la simetría que une el cosmos con el tiempo. Y se da la circunstancia de que, en lo que consideramos como nuestro cosmos, esa rotura de simetría ha dejado una pista: la apariencia en que los neutrinos oscilan entre sus formas de materia y de antimateria.
¿Muy retorcido? Puede ser, pero por supuesto el plan sirve para obtener algunas respuestas que incluso actualmente nos estaban vedadas. Sólo el futuro, y nuevas investigaciones, nos dirán si Poplawski tiene, o no, razón.
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