Comenzaré esta noticia con el asombroso discurso de Steven Seagal en su papel de Forrest Taft, un trabajador de una empresa petrolífera en Alaska, en la película “En tierra peligrosa” que no sólo figura parte de un guion, sino que es una acusación absolutamente convincente:
«En primer lugar, debido a todos los Hermanos y Hermanas que están hoy aquí en representación de esta provoca.
El Señor Hytok y el Consejo Tribal me han pedido que les hablara a ustedes y a la prensa de la injusticia a la que nos han sometido varios funcionarios del Gobierno y las grandes empresas.
¿Cuántos de ustedes han oído hablar de los motores alternativos? Motores que funcionan con alcohol o agua. ¿O carburadores que aguantan centenares de kilómetros con un litro de gasolina? ¿O motores eléctricos o magnéticos que funcionan prácticamente toda la vida? Ustedes no conocen nada de eso, porque si se utilizaran, se hundirían las compañías petrolíferas.
Hace más de 50 años que el concepto de motor de combustión interna está obsoleto. Pero por culpa de los cárteles petrolíferos y de una corrupta normativa gubernamental, el planeta se ha observado obligado a utilizar gasolina desde hace casi un siglo.
Las grandes empresas son las principales culpables de contaminar el agua que bebemos, el aire que respiramos y la comida que ingerimos. No les importa el planeta que están destruyendo. Únicamente les preocupa el dinero que obtienen.
¿Cuántos vertidos más podremos soportar? Millones y millones de litros de petróleo están destruyendo el océano y gran cantidad de las formas de vida que lo viven. Entre ellas el plancton, que aporta del 60 al 90 por ciento del oxígeno de la Tierra, mantiene el equilibrio del ecosistema marino, que es la base de la provisión de alimentos de nuestro mundo.
Pero el plancton se está muriendo. Me dije, bueno, me iré a vivir a cualquier país remoto que esté en los confines de la Tierra. Pero al investigar un poco, me di cuenta de que esa gente esparce los residuos tóxicos por todo el planeta.
Prácticamente manejan las normas. Bueno, de hecho manejan la Ley. La Ley dice que ninguna empresa puede ser multada con más de 25.000 dólares al día. Pero si una empresa gana 10.000.000 de dólares al día preñando el océano de residuos letales, no les importa en absoluto seguir haciéndolo.
Influyen en los medios de comunicación para que éstos controlen nuestro pensamiento. Han convertido en un crimen el expresarnos y, cuando lo hacemos, nos llaman conspiradores locos y se ríen de nosotros.
Somos más agresivos porque nos están dañando química y genéticamente.
Pero ni siquiera nos damos cuenta. Por desgracia, nuestros hijos lo heredarán.
Cada día cuando vamos al trabajo, vemos ante nuestras propias narices cómo nuestro coche y el coche que nos precede vomitan gases nocivos que se van acumulando peligrosamente en nuestro cuerpo. Ese veneno nos está matando lentamente, aunque no veamos sus efectos.
¿Cuántos de nosotros lo habríamos creído, si nos hubieran mencionado hace 20 años que llegaría el día en que apenas podríamos ver lo que está a 2 metros de nosotros? ¿Que no podríamos respirar profundamente porque el aire sería una masa de gases venenosos? ¿Que ni siquiera podríamos beber agua del grifo, que tendríamos que comprarla embotellada?
Nos han arrebatado los derechos naturales que Dios nos concedió.
Desgraciadamente, la realidad de nuestra vida es tan áspera que nadie quiere escuchar.
Me han preguntado qué podemos hacer. Creo que necesitamos que un asociación de personas culpables defiendan nuestros intereses, y no los de las grandes empresas. Estas personas preservarían el medio ambiente, no permitiendo el uso de ninguna sustancia que no fuera totalmente biodegradable, o que no pudiera ser neutralizada por medio procesos químicos.
Al final, mientras haya actividades que, a pesar de contaminar, produzcan beneficios económicos, habrá empresas que continúen haciendo lo que quieran. Debemos obligar a esas empresas a trabajar de una forma segura y responsable, teniendo muy presente que es en provecho de todos.
Sólo así podremos defender la vida de nuestro mundo, con la fuerza que reside en nuestro corazón y en nuestra alma»
El origen de esta polémica se sitúa allá en 1875, en una notable obra de Julio Verne, La isla enigmatica, que ya planteaba en esa fecha el inconveniente del agotamiento de las energías no renovables. Por lo tanto, uno de los protagonistas, un inventor llamado Ciro Smith, realiza la siguiente consideración: «Sí, amigos míos, creo que el agua se usará un día como combustible, que el hidrógeno y el oxígeno que la constituyen, utilizados simultánea y aisladamente, producirán una fuente de calor y de luz inagotable y de una intensidad demasiado mayor que la de la hulla. Un día el pañol de los vapores y el ténder de las locomotoras en vez de carbón se cargarán con esos dos gases comprimidos, que arderán en los hornos con un enorme poder calorífico. No hay que temer, pues: mientras esta tierra esté habitada, suministrará elementos para satisfacer las necesidades de sus residentes, los cuales no carecerán jamás de luz ni de calor, como tampoco de las producciones de los reinos vegetal, mineral y animal. Creo que, cuando estén agotados los yacimientos de hulla, se producirá el calor con agua. El agua es el carbón del porvenir»
El carácter extraordinariamente visionario de gran cantidad de las creaciones de Julio Verne ha conducido a gran cantidad personas a seguir profundizando en el campo de las energías alternativas.
El motor de agua
El invento de Estévez Varela quedó en punto muerto por orden de las más altas instancias tras recibir un informe desfavorable de la Escuela de Ingenieros.
Pese a probar y probar en numerosas y masivas exhibiciones públicas por toda España que su motor funcionaba, la superioridad mandó ponerlo en punto muerto y olvidarse para siempre del invento del extremeño.
La orden, al parecer, llegó del mismísimo general Franco, quien decidió zanjar la polémica entre los que defendían la viabilidad del plan y los que sostenían la imposibilidad de que pudiese llevarse a la práctica. Con ese fin encargó a la Escuela de Ingenieros un informe técnico encima del particular y a la vista del dictamen desfavorable ordenó que no se volviera hablar del tema.
Las tenaces leyes de la mecánica y la termodinámica a las que recurrieron los ingenieros desmontaron las hipotesis de Estévez Varela. Para los técnicos superiores el plan del motor de agua era materialmente increible de poner en práctica, al menos tal como por lo tanto se planteaba.
Para los hombres de ciencia el ingenio del extremeño era una pura engaño, uno más de los infinitos intentos por lograr el movimiento continuo o encontrar la piedra filosofal. Entre la villa, en cambio, se observaba como una posibilidad para terminar con la dependencia de los combustibles derivados del petróleo. Dentro del escepticismo latía la esperanza en que el motor de agua se hiciera realidad.
Pese a todo las leyes a las que aludían los ingenieros no eran desconocidas para Varela, puesto que poseía el título de Perito Industrial y sus exitosas demostraciones parecían evidenciar lo contrario.
Fue entrevistado por la televisión y la prensa escrita publicaba frecuentes entrevistas con el inventor e informaciones sobre su invento, mientras la radio, pese a que por lo tanto apenas se ocupaba de el presente, además dedicaba algún tiempo a esa novedad.
En un comienzo las altas instancias del Gobierno además siguieron con vivo interés todo lo relativo al descubrimiento que tantas expectativas suscitaba y que tal vez podía llegar a convertir a España en una potencia mundial. Desconfiado por naturaleza de lo que decían los medios, Franco pidió a los Ingenieros Industriales que le aclarasen las ideas y como ya he mencionado encima del pronunciamiento técnico de éstos no dudó en fusilar el invento.
Después de fallecer en el anonimato, Arturo Estévez Varela ha vuelto a adquirir el renombre que tuvo décadas atrás, a raíz de varios reportaje que sobre él se han ido publicando en los últimos años.
Uno en particular, publicado por el diario extremeño HOY el día 16 de octubre de 2006, bajo el epígrafe ”El revolucionario invento de un extremeño cobra actualidad 30 años después”daba cuenta de que su invento, que tanto interés despertó en su instante, era hoy en dia motivo de estudio por la Universidad de Minnesota y el Instituto de Ciencia Weizmann, en Israel, según la revistaNewScientist.
El trabajo periodístico ha tenido amplia repercusión en Internet, donde se encuentra reproducido en cuantiosos sitios. A la vez es objeto de comentarios en foros y blogs relacionados con las energías alternativas tanto españoles como extranjeros.
Como era de suponer el inventor no ha vivido para enterarse de la noticia de que en el presente su idea parece estar siendo tomada en serio y su viabilidad estudiada a fondo. En efecto, en Sevilla donde residió la mayor parte de su vida murió Arturo Rufino Estévez Varela, ese era su nombre completo, nacido en Valle de la Serena (Extremadura) el 31 de julio de 1914.
Hurgando en la memoria se conoció que era hijo de Balbino Estévez, natural de Llerena (Extremadura), quien en los primeros años del siglo XX llega al pueblo como mecánico montador de la fábrica de harinas, aunque diferentes cronistas confirman que trabajó como técnico en las minas de wolframio San Nicolás que existe en este pueblo.
Estévez se traslada de Valle de la Serena a Madrid para posteriormente afincarse en Sevilla con su esposa y cinco hijos. Arturo Estévez realizó investigaciones de peritaje mercantil, fue jefe de taller mecánico y jefe de fábrica, entre diferentes ocupaciones. Pero lo que verdaderamente le atraía era la ficción, a la que se dedicó por entero durante unos años.
Su lista de patentes empezó en 1931 y se alargaría incluso casi el centenar en el transcurso de los años. En los certámenes internacionales que se organizan para dar a conocer los inventos Arturo Estévez llegó a conseguir dos medallas de plata. Una por un ‘purificador de gases contaminantes’ y otra por su ‘Sistema para recuperación de helicópteros en suceso de avería’ por el que, al parecer, se interesó la NASA.
Pero su creación estrella, la que le proporcionaría la fama, fue el ‘motor de agua’, aunque, lejos de enriquecerle, le supuso enormes gastos que en su instante cifró en 9 millones de pesetas de la era (54.091,09 €). su plan de mover un motor a base de agua corriente era considerada absurda por increible.
Como muestra de gratitud por la publicidad que Arturo Estévez hacía de Valle de la Serena, y ante las posibles ventajas que pudiera obtener la población en suceso de prosperar su motor, el por por lo tanto alcalde, Pedro Martínez Cortés, invitó al inventor a visitar su pueblo.
Arturo Estévez acepta gustoso el ofrecimiento y el 10 de mayo de 1970 regresa a su pueblo natal.
Para corresponder a la acogida que había tenido Estévez anunció que la primera evidencia de su invento tendría lugar en Valle de la Serena en una fecha que oportunamente se anunciaría. Desde cuantiosos puntos de España y del forastero se recibieron peticiones para poder asistir al acontecimiento.
Tras varios aplazamientos, Estévez comunica que la gala de presentación del motor de agua se llevaría a cabo en dos días. La precipitación impidió que pudieran asistir los cuantiosos interesados en ver la puesta en marcha.
El domingo 29 de abril de 1971 miles de ojos, entre asombrados y expectantes, observaron sobre un estrado un pequeño motor de explosión al que se le había adoptado una especie de globo y un reducido recipiente en su interior. En él se vertió un litro de agua de la que previamente había bebido un niño al lado a un enigmatico componente. Tras algunas manipulaciones y de algunas intermitentes explosiones el motor se puso en marcha. El inventor acercó su nariz al tubo de escape y aspiró el gas que salía para exclamar ante la sobrecogida concurrencia: ¡oxígeno!.
Aquel motor que en un comienzo aparentaba increible que pudiera funcionar, actualmente ya no aparentaba una utopía.
Pero a pesar de las numerosas evidencias que realizó por toda España ante auditorios repletos de personas Estévez no consiguió vencer los recelos de los investigadores y técnicos.
Escasos de los entendidos en la materia admitían que un motor que usaba agua, a la que se añadía un producto jamás revelado, pudiera servir de combustible y ser capaz de producir la energía bastante para poner en movimiento un vehículo. Pero lo cierto es que el motor se ponía en marcha en cuantas exhibiciones realizó para probar la viabilidad del invento.
Entre las gran cantidad hipotesis que, en su instante, circularon encima del asunto, una de ellas era que la patente del motor de agua le fue comprada al inventor y arrinconada ante la amenaza que suponía para un sistema basado en el petróleo, que todos conocemos las enormes sumas de dinero que mueve.
¿Verdad o mentira? No se sabe. Pero sí es cierto que en la Oficina de Patentes y Señales del Ministerio de Industria no hay mención alguna al motor de agua de Arturo Estévez. Entre los registros sí aparecen algunas versiones parecidas, pero no se corresponden con la del inventor extremeño.
Tras un período de gran actividad con presentaciones por toda España y frecuente aparición en los periódicos, Arturo Estévez se esfumó de la escena pública y nadie incluso actualmente ha vuelto a preocuparse de un asunto que durante demasiado tiempo estuvo en candelero.
El aditivo incognito
Su creador insistía en precisar que en verdad no se trataba de un motor de agua, sino de un generador de hidrógeno a partir del agua que se suministraba al lado con un reactivo cuya composición Estévez jamás declaró.
Según afirmaba, con dos litros y medio de agua y un kilogramo de su producto incognito se conseguían tres metros cúbicos de hidrógeno. Es decir, tantas calorías como las que producen nueve litros de gasolina de 96 octanos. “Pero mi hidrógeno cuesta menos de diez pesetas”, declaraba por por lo tanto Estévez en una entrevista recuperada del archivo del diario Extremeño HOY que no fue publicada.
Con ese combustible el inventor circuló con una motocicleta, a la que se le había sustituido el depósito de gasolina por el generador, en la evidencia que durante dos horas se realizó en la plaza de España de Sevilla. Numerosas personas fueron declarantes de que aquello verdaderamente funcionaba.
La verdad es que verdaderamente se desconoce que tipo de aditivo era aquel. En un comienzo se creyó que era boro, cuya extracción era muy rostro. Por ello, demasiados investigadores dijeron que era una tontería ya que este producto encarecería demasiado el citado motor. en cambio Estévez manifestó que era algo muchísimo más barato con muchísimo más rendimiento. Había recorrido prácticamente toda Europa, en un viaje de 33.000 Kilómetros, a zonas muy remotas, para asegurarse de que había depósitos suficientes para que fuera viable su plan. Aunque jamás manifestó que tipo de material era para así evitar la posibilidad que le pudieran quitar la patente.
La mayoría de la gente creyó que aquel motor era técnicamente viable, pero como ocurre siempre, manifestaba el artículo del rotativo extremeño, el poderoso “lobby” del petróleo impidió su desarrollo.
Curiosamente en nuestros días el Instituto de Catálisis de la Universidad Autónoma de Madrid anda investigando el asunto. Buscan catalizadores que favorezcan la extracción del hidrógeno del agua, ya no solo para poder usarlo en motores de combustión sino en células de combustible que produzcan electricidad directamente a través de Hidrogeno.
El movimiento continuo
Esta otra noticia, que además quedó en el olvido apareció de la misma figura en el periódico HOY de Extremadura, un 20 de enero de 1991. Decía así:
«Juan Francisco Arroyo Mateos sabe que demasiados de los grandes descubrimientos de la sociedad fueron fruto de la casualidad. conforme con esto, este sacerdote jubilado de la ciudad cacereña de Brozas ha ideado toda una hipotesis sobre la producción de energía “limpia y baratísima” partiendo del molinillo de café. El doméstico aparato fue llegar al punto de partida para la concepción de un generador de “ilimitada energía” a partir de la fuerza física. Su invento no solo produciría energía eléctrica para abastecer pequeñas explotaciones sino a coches, buques, ciudades o platillos volantes sin contaminación.
Juan Francisco Arroyo Mateos no duda en calificar su hipotesis de la central del molinillo o del generador de «ilimitada energía limpia y baratísima», como él mismo lo denomina, «el invento más esperado y necesario del planeta». Se trata, en concluyente, de un mas que asombroso sistema teórico de producción de energía por medio la utilización de la fuerza física, basado en el funcionamiento de los molinillos de café, por el que se llegaría al movimiento continuo.
A él llegó después de desechar diferentes tantas fórmulas no menos peculiares, por medio las que producir energía sin provocar contaminación. La primera idea de este sacerdote jubilado que se manifiesta «pensador e investigador de todo lo que se le ofrece», fue la construcción de unos grandes depósitos en los cauces fluviales y en el mar, aprovechando el flujo de las mareas, que almacenarían un millón de toneladas de agua y que serían elevados a diario por potentes grúas para enviar el agua hacia unas turbinas productoras de energía eléctrica.
De la noria al molinillo
Este plan denominado por él «como producir más energía que cien centrales nucleares» fue «perfeccionado» con la aplicación de grandes palancas que facilitaría la elevación de los tanques. Pero las cosas no quedaron ahí. Tras investigar el mecanismo de funcionamiento de las norias y del molinillo del café, Juan Francisco Arroyo ha elaborado esta singular hipotesis que ha ofrecido, sin resultados positivos, por actualmente, a todo tipo de instituciones y organismos. Su sensibilidad ante el deterioro del medio ambiente y la creciente contaminación le llevaron a desarrollar esta tesis que dice –sin dudarlo– puede sustituir todas las centrales nucleares, la energía del petróleo, o del carbón, liberando el mundo de la creciente contaminación y el efecto invernadero».
Pero no es mas que el comienzo.
Sistema de engranajes
Según Juan Francisco Arroyo, «la central del molinillo» llevaría en lo que constituye el mecanismo de molienda «un sistema de juego de engranajes, que permitiera que por cada vuelta de manivela giraran una o varias turbinas, todo lo grandes y numerosas que se quieran. Si la manivela fuese, asimismo, lo suficientemente larga y proporcionada, podrían las turbinas dar muchísimas vueltas por cada una que diera la manivela, siempre que los engranajes se realizaran debidamente para que produzcan este efecto».
De este modo, sostiene el sacerdote, se conseguiría tener una fuente o central de energía eléctrica sin necesidad de agua, carbón, uranio, aire, ni nada, sino solo la fuerza física necesaria para dar vueltas a la manivela o mecanismo, semejante a como ocurre en las norias, cuyo varal es movido por un caballo, un asno u otro animal. Según el investigador, para centrales no muy grandes podrían bastar estos animales, o en sustitución de éstos, tractores capaces de mover con rapidez e incansablemente varales de veinte o más metros de longitud, consiguiendo que dieran vueltas y produjeran energía en turbinas demasiado mayores en tamaño, en número y en potencia energética que todas las actuales movidas por el agua, el carbón y la energía nuclear.
Formatos variados
La longitud de los varales, para evitar que fuera desmesurada, señala el promotor de el plan, se podría reducir instalando varios en un mismo eje. «si pensamos bien esto –argumenta en favor de su tesis– compréndase que se trata de uno de lo inventos más útiles de todos los tiempos, porque, por ejemplo, se podrán construir muy grandes, medianas y pequeñas, por doquier, que sustituyan a las nucleares, al petróleo, o el carbón y incluso las que usan el agua, el viento o la luz solar, que son cosas que, o escasean en años de sequia, o no las hay en todas partes».
Vista la existencia de diferentes formatos, su aplicación, propugna el padre de el plan, puede ser múltiple. Así –señala– su construcción para abastecer a explotaciones agropecuaria, fábricas, ciudades, vehículos y incluso…platillos volantes. En el suceso de los vehículos se alimentarían de una reducida parte de la energía producida por la central, en una idea que se acercaría a la del movimiento continuo.
La energía de los platillos volantes
Encima del aprovechamiento de «la central del molinillo» en platillos volantes, expone que «si todo el montón de una de estas pequeñas centrales eléctricas se encerrase en un «platillo volante» de modo que la mucha electricidad que generase se aplicara a mover hélices bien colocadas y ocultas, se podría tener erigido un no mítico, sino real platillo volante, que se desplazaría, tras añadir diferentes dispositivos necesarios, a donde quisieran los que lo pilotasen, ya que como se ha mencionado este tipo de centrales se autoabastecen sin necesitar ningún combustible ni otra cosa fuera de ellas».
Con ello, sostiene convencido, se convertiría en verdad lo que incluso actualmente se consideró ciencia-ficción».
Noticias recientes
Hace poco otro rotativo español, concretamente abc, publicaba la siguiente noticia en su edición de fecha 4 de enero de 2012:
«Un inventor catalán halla por casualidad una figura de energía limpia y barata»
«Santi Trias Bonet ha creado una máquina que utiliza la presión del agua para generar electricidad. La sociedad necesita desembarazarse de su dependencia de los combustibles fósiles.
Generar energía quemando carbón o petróleo es una práctica nefasta para la “salud” de nuestro mundo, por eso gran cantidad de expertos dedican sus vidas a la búsqueda de fuentes alternativas. Diferentes, como el inventor Santi Trias Bonet, localizan soluciones interesantes casi sin querer. Tratando aclarar un inconveniente relacionado con el buceo localizó que la fuerza de succión que se genera en una columna de agua podía utilizarse para generar energía de figura limpia y barata. Este hallazgo ha dado lugar al plan STBSYSTEMS, que busca divulgar e implementar este tipo de generador.
Cuando pensamos en una fuente de energía limpia normalmente imaginamos paneles solares o modernos molinos de viento. en cambio, existen diferentes maneras de generar energía eléctrica sin contaminar el medio ambiente que no dependen ni de la energía solar ni de la fuerza del viento. Una de ellas, quizás poco conocida por haber sido descubierta hace poco tiempo y por no disponer de demasiada publicidad es el sistema STBSYSTEMS, un plan puesto en marcha por el inventor Santi Trias Bonet. Este español intentaba aclarar un inconveniente relacionado con el buceo, cuando casualmente se percató de que podía aprovechar la presión que se genera en cualquier columna de líquido para generar energía 100% limpia. Esta fuerza, que equivale a un kilogramo por cada 10 metros de altura de la columna, puede generar una fuerza de succión capaz de mover un generador eléctrico.
Interés de empresas e instituciones
Santi Trias, que debido a este invento ha ganado la última edición del Innovation Festival Lab Barcelona, impulsado por la CE, explica que STBSYSTEMS “es una máquina que sumergida bajo el agua del mar o en el interior de un pozo es capaz, debido a la diferencia de presión, de generar electricidad. La verdad es que ha provocado un vasto interés entre varias empresas e instituciones y actualmente estoy negociando con ellas para poder hacer iniciar la producción industrial de la misma. Pero lo más notable es que, más allá de inventar esta revolucionaria máquina, he localizado una nueva fuente de energía alternativa, limpia y gratuita”.
Como puede observarse, si hay algo que le sobra a este inventor es confianza en su desarrollo, algo fundamental para convencer a los posibles inversores. Si el plan verdaderamente funciona como parece, podría transformarse en un reemplazo para las actuales fuentes de energía, sobre todo en naciones que tienen acceso al mar».
Son gran cantidad las personas que piensan que determinadas tecnologías prometedoras han sido suprimidas por diferentes poderes políticos o económicos, normalmente con el propósito de defender sus inversiones o apuestas. Y se hizo adquiriendo y enterrando la patente, comprando al inventor, etcétera. El objetivo de esta supresión sería indiscutible: Defender a las grandes compañías energéticas y a los Estados que tienen o puedan tener detrás, privando así al pueblo facil de una fuente de energía casi ilimitada, limpia y muy barata o gratuita por completo
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