historia mitica de la antigua erinhistoria mitica de la antigua erin

La tradición celta es una de las más ricas en lo que corresponde a mitos y leyendas, en toda la cronica de la sociedad. Sus tramas, basadas en creencias que datan desde anteriormente del siglo X a.C. incluso aproximadamente el siglo VII d.C., que fue cuando empezaron a recopilar en figura escrita las primeras creencias orales, abarcan infinidad de temas, entre los que cuentan: historias de guerras y conquistas; situaciones mágicas; y un bagaje de personajes y objetos con poderes y propiedades preternaturales.

Historia Mítica de la Antigua Erin

Colina de Tara donde se encuentra el menhir Lia Fáil (que en irlandés significa Piedra del Destino). Según la mitología celta, la Lia Fáil fue traída a Irlanda en la antigüedad por la casta divina de los tuatha de Danann.

La riqueza en temas y personajes de las leyendas celtas, hace increible abarcar en un solo artículo todas sus facetas, por lo que a fin de suministrar al lector una línea conductiva coherente y comprensible, hemos reagrupado y resumido las leyendas de las Tochomladda (invasiones) que integran la Saga de Tuan McCarrell, en el Leabhar Gabhalla, reordenándolas en seis ciclos aproximadamente correlativos, que conforman la crónica mítica de Irlanda: los reinados de los formoré, Partholan, Nemed, los fir-bolg, los Tuatha de Danann y los milesios, con los que se inicia la cronica documentada de la Irlanda contemporánea.
Paralelamente, hemos intercalado en esa base cronológica relatos extractados de varios manuscritos viejos que relatan la construcción nacional irlandesa, como diferentes secciones del mismo Leabhar Gabhalla, el Texto de Leinster y el de Lecan, el Dunn Cow y diferentes que, si se los incluye en la secuencia correcta, complementan y enriquecen el contenido de los previos. Estos relatos integran los llamados Ciclo del Ulster o de Connar McNessa y el Ciclo de Finn McCumhaill o de Ossian. De esta reorganización surgió la subdivisión que se pasa a explicar.

La reina maga y los formoré

Si bien no figura en la Saga de Tuan McCarrell, diferentes fuentes tradicionales cuentan que, luego del Gran Diluvio Universal, la isla que llegaría a ser Erin (Irlanda) estaba habitada por dos razas completamente distintos: los formoré, gigantes cíclopes que moraban en las islas que rodeaban a Irlanda, y las tribus de la reina-maga Cessair, según varios autores, una reencarnación de Circe. Quizás por esta razón no existen en las leyendas descripciones de la apariencia física de las huestes de Cessair, ya que en repetidas oportunidades se menciona el hecho de que la reina las cambiaba a voluntad.
Por razones que la tradición oral no ha conservado, o que se han perdido en la transición, hacia el siglo XXVI a.C, Cessair pereció al lado con toda su casta —quizá a manos de los formoré—, dejando a estos últimos dueños absolutos de la isla durante largo tiempo.

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‘Los Formoré’, por John Duncan, 1912.

Respecto de la constitución física de los formoré, no han sobrevivido tampoco gran cantidad precisiones, pero uno de los relatos del Texto de Lecan los explica con «un solo pie, un solo ojo y una sola mano, mientras que la mayoría de ellos tienen cabezas de animales, normalmente de cabra o chivo». Según un creador irlandés del siglo XVII, creador de una transcripción del Texto de Lecan, «los formoré eran demonios expulsados del averno. Arribaron a Erin doscientos años anteriormente que Partholan, a bordo de catorce navios tripulados por veintiocho hombres y veintiocho mujeres cada uno».

La llegada de Partholan

El episodio se encuentra incluido en la Saga de Tuan McCarrell y cuenta la llegada del mismo Tuan y el hermano de su padre, Partholan, a Erin, y su lucha contra los gigantescos y monstruosos formoré.

La invasión de los nemedianos

Corresponde al período en que los nemedianos reinaron Erin, luego de la desaparición de los descendientes de Partholan, víctimas de una plaga.
Según la saga de Tuan McCarrell, única fuente que los menciona en profundidad, luego de derrotar en una oportunidad a los formoré, fueron al final vencidos por éstos en la batalla de la Torre de Connan, sobreviviendo solamente treinta de ellos, que se establecieron en Gran Bretaña.

El ciclo de Domna, hijo de Stariath

La escasez de referencias encima del origen de los fir-ãllom en la saga de Tuan McCarrell —que se concentra en su actuación en las Islas Británicas—, y la ausencia total en diferentes fuentes, ha generado severas discrepancias en los autores posteriores, que sostienen tres ponencias distintos: la primera de ellas asegura que procedían de Bélgica y los Naciones Bajos, y que el asociación estaba compuesto por tres subgrupos, los fir-bolg, cuyo nombre significaría ‘hombres belgas’ u ‘hombres de las bolsas’, los fir-dammoind o fir-domnan y los fir-galloin, término que la versión interpreta como un derivado de ‘galos’. A pesar de las diferencias raciales, los tres sectores estaban agrupados en una fracción única, bajo el nombre genérico de fir-ãllom, si bien el contingente más numeroso, y el que aparentaba llevar la voz cantante, era el de los fir-bolg.
H. d’Arbois de Jubainville, en cambio, no comparte esta opinión, que al parecer la más difundida y, si bien menciona a los tres pueblos por sus nombres, precisa que:

… el orden en que se los menciona tradicionalmente quizá se debe a su secuencia alfabética, ya que, si bien las letras no ocupan el mismo lugar en el alfabeto oghámico que en el latino, ambos coinciden, sin embargo, en colocar la b anteriormente que la d, y la g después de ambas. Así, pues, los Galloin son los últimos alfabéticamente, y los hombres de Bolg preceden a los de Domna.
en cambio, el más notable de estos tres pueblos parece haber sido aquél que la costumbre nombra en segundo término: los Fir Domnand u hombres de Domna. Según la tradición, tal como se ha conservado en un poema del siglo XI (no aclara el título, ni el creador o recopilador del mismo), éstos habrían ocupado tres de las cinco provincias en que se dividía Erin en la era heroica: el Munster meridional, el Munster septentrional y el Connaught. Los fir-galloin se habrían contentado con el Leinster y los fir-bolg con el Ulster. La leyenda de Tuan McCarell, en cambio, que parece más coherente que los demás textos, nombra a los fir-domnan anteriormente que a los diferentes dos pueblos.

La segunda versión señala que el nombre fir-bolg significa ‘hombres de las bolsas’, y sostiene que provenían de Grecia, donde trabajaban en circunstancias de esclavitud, acarreando tierra desde las fértiles praderas de la costa incluso los valles de las colinas, donde estaban los sembrados. Al final, cansados de la opresión, construyeron sus propios curraghs1 con las bolsas de cuero en que transportaban la tierra (de allí su nombre) y navegaron hacia Erin, que suponían desierta.
Al final, la tercera ponencia, la más difundida, sugiere que pertenecían al asociación de nemeds supervivientes al combate final con los formoré que, luego de reponerse de sus pérdidas en Gran Bretaña —isla que, según esta versión, debe su nombre al jefe nemed Brittan—, se unieron a diferentes grupos locales (tal vez los fir domnand y los fir-galloin de la segunda versión) para integrar los fir-ãllom que regresaron a recuperar el trono de Erin.
[NOTA DEL EDITOR #1: Curragh: embarcación ligera, de armazón de madera forada en cuero, similar a los kayaks esquimales, aunque con la parte superior abierta, utilizada para navegar y pescar en los ríos y aguas marinas someras.]

El ciclo de los tuatha de Danann

Comprende la etapa en que los clanes de la deidad Dana, llegados de los cielos, impusieron su inteligencia y su superioridad técnica y científica sobre los viejos habitantes de la isla Esmeralda que incluso residían en ella, venciendo tanto a los fir-bolg como a los formoré.

Al igual que sucedió con los fir-bolg, además existen dos versiones sobre del origen de las tribus de la deidad Dana; la primera de ellas, como vimos, los señala como uno de los tres grupos supervivientes de los nemeds, que habían permanecido largos años en «las islas del oeste» (quizá Anglesey y Holyhead, en la bahía de Caernarvon), estudiando magia, música y, en general, todas las bellas artes.

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Danu o Dana, además llamada Anu o Ana es el nombre irlandés de la mamá de Dagda (el Buen Dios), por lo que por nacimiento pertenecía a las deidades de la vida, la luz y el día. Era compañera del Bile irlandés, que parece corresponderse con el Dis Pater latino, dios del que pensaban descender los galos. Sus seguidores eran conocidos como Tuatha De Danann.

Una segunda versión sugiere para los tuatha de Danann una procedencia divina, afirmando que fueron depositados por una nube mágica en una región al norte del actual condado de Connacht; cuando la niebla se disipó, los fir-bolg se encontraron, sorprendidos, con un campamento ya fortificado. Esta última interpretación parece corroborarse por el hecho de que los personajes de los tuatha de Danann coinciden con las deidades principales de la religión de los celtas insulares; desafortunadamente, la información que ha trascendido sobre estas coincidencias no aporta evidencias suficientes para abrir un juicio racional al respecto.

Analizando los textos irlandeses referidos a los tuatha de Danann, inmediatamente surge una marcada dicotomía: por un lado, los que expresan tendencias netamente paganas, y los que, influidos por la creciente presión de los clérigos cristianos, trataron de crear para Erin una tradición modelada bajo los cánones de la cosmogonía bíblica.

Las arraigadas creencias celtas insulares consideran a los tuatha de Danann como divinidades venidos del firmamento para encauzar la descarriada conducta de los hombres en los tiempos previos. Un poema atribuido a Eochaid ua Flainn (desaparecido alrededor del 980 d.C), cuya procedencia incluso no ha sido debidamente establecida, pero que resulta indiscutiblemente anterior al Leabhar Gabhalla, hace una indiscutible mención, aunque no se atreve a confirmarla abiertamente: «…no llegaron en ninguna nave evidente… En verdad no se sabe si vinieron del firmamento o de la tierra… ¿Eran hombres? ¿Eran demonios expulsados del infierno? ¿Eran divinidades descendidos de los cielos para parar la maldad de los hombres?…».

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‘La llegada de los Tuatha’, por Jim Fitzpatrick.

El nombre mismo de los tuatha de Danann consolida esta hipotesis, ya que, en irish gaël, el término tuatha (plural de tuath) unifica ‘clanes’ o ‘pueblos’, mientras que Dana era el nombre de la deidad mayor del panteón celta, a la cual, al ‘cristianizarla’ se le dió el de Birgitt o Brigitte, adoptado más tarde por los galos o celtas continentales. En montón, su concepto ‘los clanes de la deidad Dana’ daría consistencia a la hipotesis de su pagana procedencia divina.

Para los textos ‘cristianizados’, por su parte, todos las villas celtas, sobre todo los de Erin, proceden de un tronco normal descendiente de Jafet, a través del cual se remontan incluso Adán y Eva, ancestros primigenios del género humano.

en cambio, curiosamente, ambas tendencias, la pagana y la cristiana, coinciden en que, entre los ancestros de los tuatha se encuentra Nemed, uno de cuyos hijos, Iarbonell, escapó de la matanza de la Torre de Connan, en que los formoré diezmaron a las huestes de Nemed, arrojándolos de Erin. Iarbonell poseía el don de la profecía y cuando abandonó Irlanda se retiró, según Eochaid, «… a las regiones septentrionales del planeta, donde se dedicó a investigar en profundidad el druidismo, el arte de obtener visiones y escudriñar el porvenir, al igual que la práctica de hechizos y encantamientos. Una vez adquiridos esos conocimientos maravillosos, Iarbonell y sus descendientes regresaron a Erin, a donde llegaron envueltos en oscuras nubes tempestuosas, que ocultaron el sol durante tres días, y la luna durante las correspondientes noches».

Pero la supremacía de los tuatha —más allá de su procedencia divina o profana— pronto iba a sufrir una declinación tan enigmatica como su llegada, ya que, como veremos algo más adelante, pronto iban a ser reemplazados por los hijos de Miled, una casta invasora proveniente de España.

en cambio, los tuatha de Danann no se rinden: por obra de sus poderes mágicos se retiran a un planeta intangible e invisible, al cual los humanos no tienen acceso, a menos que ellos lo permitan. Irlanda queda, de esa figura, separada en dos niveles: el espiritual, dominado por los Dananns, y el terrenal, regido por Miled y sus descendientes.

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‘Los Jinetes de los Sidhe’, por John Duncan, 1911.

Y si bien se ignoran las razones por las cuales los tuatha de Danann decidieron abandonar la Erin terrenal, las creencias celtas sostienen que lo hicieron por considerar que su misión en el planeta había terminado y se retiraron a sus moradas divinas. Varios de ellos se refugiaron en la Tir Tairn’giri (Tierra de Promisión) o Tir na n’Ög (Tierra de la Eterna Juventud), donde el tiempo no hay, las plantas florecen y fructifican todo el año y el mead mana de las grietas de las rocas. Los entretenimientos favoritos son los banquetes y las fiestas, y los guerreros reparten su tiempo entre combates simulados y bellas compañías femeninas

El resto de los tuatha eligió como morada magníficos palacios subterráneos y submarinos, inaccesibles a los entes humanos, que sólo pueden percibirlos como semiderruidos sepulcros ancestrales. Fue al refugiarse en estas residencias celestiales, que los tuatha de Danann adoptaron su nuevo nombre de Aedh Sidhi, o ‘Residentes de los sidhi’.2

La relación de los Aedh Sidhi con los humanos se pone de manifiesto en las narraciones de los siguientes ciclos de la cronica de Irlanda; en el de Ulster, por ejemplo, interactúan frecuentemente con los entes humanos, tanto en sus sueños como en la realidad cotidiana, y en el de Finn McCumhaill participan en las batallas, luchando lado a lado con los héroes fennianos.

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Los ciclos heroicos

Se agrupan bajo esta denominación las leyendas referidas a los grandes héroes y semidioses irlandeses, como así además los relatos bélicos, combates individuales y batallas que tuvieron lugar durante la permanencia de los tuatha de Danann en el poder, hecho por el cual varios autores los consideran como ‘subciclos’ de este período.

El ciclo del Ulster o de Connor McNessa

Llamado además ciclo de CuChulainn, por el relevante protagonismo en este período del paladín máximo de la cronica de Erin, héroe del Tain bo Quailnge y defensor a ultranza del reinado de Connor McNessa. Las leyendas que componen este ciclo no figuran en la saga de Tuan McCarrell, y algunas de ellas ni siquiera aparecen en ninguna de las versiones del Leabhar Gabhalla, sino que han sido recogidas en manuscritos posteriores, como el Texto de Leinster y de Lecan, o en el Donn Cow.

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‘CuChulainn mata al perro de Culain’. por Stephen Reid, 1904.

Esto parece presentar cierta dicotomía, ya que varios de los personajes colaterales, como Lugh, padre de CuChulainn, Scatagh, la deidad herrera-guerrera, y diferentes, pertenecen indudablemente al entorno de los clanes de la deidad Dana, lo que hace presumir que los episodios aquí relatados han tenido lugar en el período de los tuatha, o en tiempos inmediatamente posteriores.

Según los analistas especializados, Connor McNessa y CuChulainn habrían vivido en una era equiparable a la de Jesucristo; Tigernach, por ejemplo, asevera que CuChulainn habría muerto en el año 2 d.C., y Connor McNessa, en el 22. en cambio, varios historiadores irlandeses del siglo XII confirman, basándose en narraciones orales recopiladas en el Texto de Leinster, que el reinado de Connor McNessa se remontaría al sigo III a. C.

El ciclo de Finn McCumhaill o de Ossian

Posterior al ciclo del Ulster, cuenta las hazañas de los Fianna, un asociación militar al mando de Finn, hijo del soberano Cumhaill, y Ossian (fonéticamente, Oissin), hijo del primero de ellos. Si bien no están incluidas en la saga de Tuan McCarrell, ni en el Leabhar Gabhalla, estas leyendas, más allá de sus componentes mágicos, parecen basarse en determinados sucesos históricos datados por los historiadores griegos y romanos alrededor de los siglos II y III de nuestra era.

en cambio, las narraciones de este período, que comienzan aproximadamente hacia fines del siglo II d.C., con la batalla de Cnucha (cuya fecha se considera alrededor de 170), durante el reinado de Conn Cetchatar, y se extienden incluso la de Gowras, alrededor del 285, bajo el de Cormac McArt, permiten discernir una sociedad muy distinto de la del Ulster de CuChulainn y Connor McNessa; explican una vida más sosegada y pacífica, caracterizada por soberanos y señores desahogando sus ansias de conquista en partidas de caza circunscritas a sus propios cotos de bosques umbríos y apacibles; guerreros y soldados sublimando sus instintos bélicos en torneos y justas, y artesanos dedicados a sus labores en la idílica tranquilidad de su taller.

Desde este punto de vista, las sagas fennianas son la síntesis viva, no de un asociación de clanes luchando a brazo partido por motivos baladíes, sino de una población con miras y metas habituales, marchando armónicamente en busca de una organización concluyente.

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‘Ossian’, por François Pascal Simon Gérard, 1801.

Los relatos del ciclo ossiánico Cuentan, básicamente, la cronica de los Fianna (plural y genitivo de fian, ‘asociación’ o ‘banda’), un cuerpo de caballería semiprofesional organizado, según se estima, por el soberano Feradach Fechtnach, con el objeto de mantener el orden en la isla Emeralda y prevenirla contra toda invasión.

Durante el siglo III, en el que transcurren la mayoría de los relatos ossiánicos, la orden de los Fianna —célebre por las hazañas guerreras y cinegéticas de sus hombres— ya contaba con casi 200 oficiales y más de 4.000 soldados, cuyo accionar se extendía a toda Erin, con la sola excepción del reino del Ulster.

La gran mayoría de las narraciones sobre este cuerpo alude a las hazañas del jefe de los Fianna del Condado de Leinster, Finn McCumhall, cuyo renombre como matador de monstruos y mago es sólo equiparable a su renombre como poeta. Altivo y orgulloso, su linaje se remonta a los invasores fir ãllom, con ramificaciones entre los tuatha de Danann, y tambien cierta relación con Sualtam, padre adoptivo de CuChulainn. Su mamá, Murna, ‘la del Blanco Cuello’, era nieta de Nuadha, ‘el de la Mano de Plata’, y su padre fue Cumhaillel McTremmõir, quien, como jefe del clan Bascna, que competía con el clan Morna por el liderazgo de los Fianna, fue vencido y asesinado en la batalla de Knock.

Otra de las propiedades destacables de este período es su entorno mágico, en parte histórico y en parte mitológico, que consintió a los bardos del siglo III entretejer un vasto número de relatos prodigiosos, demasiados de los cuales transcurren en naciones ignotos y maravillosos, protagonizados por gigantes, enanos, hadas, magos, elfos, hechiceras, ogros y animales míticos, que se alternan con las deidades de los tuatha de Danann. Según varios especialistas, como Margaret Sullivan y Lesley O’Connors, entre diferentes, la figura legendaria de Finn McCumhaill se identifica con el guardián de los sidhi, Gwynn ab Nudd, soberano inmortal de las hadas y los elfos.

La invasión de los goidels o milesios

Última de las leyendas de la saga de Tuan McCarrell incluidas en el Texto de las Invasiones. Al hacer su entrada en Erin, los goidels recibieron el nuevo nombre de milesios, aunque los datos recopilados no permiten conocer seguro si fue por considerárselos descendientes del soberano Miled (o Milé), o por deformación del término romano miles = soldado, ya que provenían de grupos de militares desertores destacados en España. Esto parece confirmarse por el hecho de que la zona del Ulster, durante cierto tiempo, se conoció bajo el nombre de Ibernia, que varios autores señalan como un derivado de Iberia, nombre con el que se denominaba a España en esa era.

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Milesios.

 

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Por Sandra