Las tribus nórdicas de Europa asociaban su folclore con varios aspectos terroríficos del dragón

La mitología germana incluye al dragón (Nidhug o Níðhöggr) entre las fuerzas del inframundo. Se alimenta de las raíces de Yggdrasil, el fresno sagrado que extiende sus raíces a través de todos los mundos. Los viejos escandinavos (los vikingos), adornaban las proas de sus naves esculpiéndolas en figura de dragón. Usaban esta decoración en la creencia de que así asustarían a los espíritus (Landvaettir) que vigilaban las costas a las que llegaban. igualmente los dragones aparecen en poemas germanos: en Beowulf, un poema épico anglosajón, el más antiguo que se conserva. Un hombre llamado Beowulf, que había librado a su pueblo de un monstruo mitad hombre y mitad diablo, luego, ya convertido en el soberano, lucha contra un dragón, disputa en la que ambos mueren. En el Cantar de los Nibelungos, un poema épico medieval anónimo, Sigfrido mata a un dragón, llamado Fafnir, y al ungirse con su sangre se hace inmune a todo mal.

Para los celtas, el dragón era una deidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por los magos. Entre los conquistadores celtas de Britania fue signo de soberanía, y durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de guerra, convirtiéndose en un signo heráldico y despues militar.
Entre los romanos, como se manifestó más arriba, el dragón era considerado un signo de llegar y sabiduría.
Para la mitología eslava, el dragón era una de las formas que adoptaba la deidad Veles, señor del Planeta Subterráneo, adversario de Perún, dios del trueno.
Los cristianos heredaron el plan hebrea del dragón, que aparece en el Apocalipsis, del apóstol Juan, y en diferentes creencias posteriores. En el arte cristiano del Medievo lo simboliza como el pecado y lo hace aparecer bajo los pies de los santos y mártires representa el triunfo de la fe y los reinos cristianos encima del diablo.

Por Sandra