Tiene 7 metros de altura, 1,5 de circunferencia y pesa 6 toneladas. Fue levantada por el soberano Chandra Varman en el año 400 d.C.
Es de hierro. Pero de hierro peculiar: pese a los avatares sufridos se encuentra en perfecto estado de conservación, como si por ella no hubiera pasado el tiempo. Se la conoce por Iron Pillar y ha despertado el interés de profanos y especialistas en cuanto a sus cualidades, fecha y rareza.
Tiene por tanto más de mil seiscientos años de antigüedad y aunque pueda parecer asombroso, su aspecto sigue siendo el mismo … pese a ser de hierro.
A las afueras de la capital de la India, hacia el sur, se hallan las ruinas de la que fue la primera ciudad islámica. En el patio del santuario de Qutub Minar, en Nueva Delhi, se levanta la Torre de la Victoria, el minarete islámico más alto del planeta, con 72,5 metros de altura que empezó a edificarse en el siglo XII. La imponente figura de la Torre de la Victoria se va estilizando a medida que asciende incluso el firmamento: empieza con un circunferencia en la base de 14 metros y termina en la cúspide con un estrechamiento de 2,50 metros. Simboliza el dominio islámico sobre la ciudad. Tal cual. La Torre tiene cinco niveles distintos, cada uno de ellos con una balconada. Algo impresionante. A los pies de la Torre se encuentra la mezquita de Quwwat-ul-Islam, la primera que se construyó en la India o eso dicen. Una inscripción sobre su puerta oriental informa con tono arrogante y casi desafiante que fue edificada con material obtenido de la demolición de 27 templos idólatras (léase hindúes)
En el patio de esta mezquita se encuentra ubicada la columna. Fue puesta allí hacia el siglo V, aunque según se deduce de la leyenda en sánscrito que aparece grabada en la misma, podría proceder de otro lugar.
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En dicha inscripción no se explica el proceso de fabricación llevado a cabo para erigir la columna. en cambio, sí se aportan una serie de pistas que podrían despejar parte del enigma.
Los expertos indios han propuesto que la columna de hierro inoxidable fue efectuada por medio un proceso conocido como «soldeo de fragua». Para ello, se habrían colocado uno sobre otro incluso 200 cilindros sólidos de hierro fundido que habría sido sometido a un eficaz proceso de tueste y fundido con carbón vegetal. Aun así, resulta complicado aclarar cómo consiguieron la pureza de la columna, cifrada en el 99,78%, algo que nuestra metalurgia actual puede obtener, pero que se antoja más complejo entender que se consiguiera en aquel tiempo.
Incluso más complicado es aclarar por qué no ha soportado oxidación alguna. Durante los últimos años, la proliferación de agentes corrosivos y agresivos en el medio ambiente de la capital hindú ha ido en aumento de figura espectacular. Pese a ello, el hierro no ha soportado las previsibles consecuencias de encontrarse en el corazón de una de las ciudades más contaminadas del mundo.
El augurio
Hay quien añade más enigma al asegurar que es una especie de iceberg férreo, del que sólo se ve una tercera parte. Dicen que, en verdad, no tiene siete sino 18 metros de altura y un circunferencia de 41 centímetros en la base y de 30 en la cuspide. La columna evidente no sobresale del suelo más que 6’60 metros. Se podría decir que está férreamente asentada al terreno. Tal vez eso justifique la inscripción profética que tiene en su base: “Mientras yo me sostengo, se sostendrá el reino hindú”.
Está comprobado que se trata de un pilar de hierro forjado con una aleación que no permite la oxidación.
En ocasiones podemos leer que es el conocido “pilar de Asoka”, erigido por el emperador Chandragupta, pero, por un lado, no es ese el pilar de Asoka, (emperador que vivió en el siglo IV a.C.) y, por otro, hubo varios monarcas con el nombre de Chandragupta anteriormente y después de Cristo, según sea de la dinastía de los Maurya o de los Gupta.
Por lo tanto ¿de qué fecha estamos hablando? El pilar –como ya he mencionado– tiene una inscripción en la que, entre diferentes cosas, explica que fue erigido como un homenaje al dios Vishnu y en memoria del soberano Chandragupta II (siglo V d.C.) amante de las artes y coronado por una imagen del dios Garuda. Así que ya tenemos la fecha de su edificación. La mezquita, en cuyo perímetro se ubica la columna, se construyó en el año 1193 y está considerada la primera que se construyó en la India, pero el pilar es del año 400 d.C. lo que quiere decir que el santuario se construyó alrededor de esta columna que ya se debía considerar sagrada. Su primer sultán, Qutb Ud Din Aibak, construyó dicha mezquita que, al lado con varios edificios cercanos, es lo único que subsiste de aquella vieja ciudad. La pena es que los conquistadores musulmanes demolieron 27 templos hindúes y jainistas que estaban en los alrededores y utilizaron pedazos de ellos para la construcción de la mezquita. Solamente respetaron el pilar de hierro. ¿Por qué? Es lógico deducir que algo observaron en esa columna para conservarla a pesar de tanta barbarie.
Encima del año 320 es cuando comienza el imperio de los Gupta y bajo los sucesivos reinados de Chandragupta, Samudragupta y Vikramaditya, la India del norte accedió a una especie de edad de oro cultural. Es la era en la que se puso fin a la redacción de las grandes epopeyas hindúes, como son el Mahabharata y el Ramayana y es la era de los famosos y espectaculares frescos budistas de Ajanta. Es un imperio que llega incluso el 575, año que empieza su decadencia. Ese siglo VI marca para la India del norte el nacimiento de una Edad Media semejante a la que conoce por lo tanto Europa. Dividida e invadida, la India sólo recuperará su unidad con el advenimiento del imperio mongol. Como recuerdo de aquella era nos queda esta prodigiosa columna de hierro que, desafiando el paso de los siglos, apenas tiene vestigios de herrumbre. Es uno de los fenómenos metalúrgicos más curiosos del planeta. En Europa no se construyó ni una sola pieza de un tamaño similar incluso finales del siglo XIX. Como se sabe, el hierro se oxida con facilidad y demasiado más en un clima tan húmedo como el de Delhi con sus periódicos monzones.
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Se ha mencionado, para intentar aclarar el enigma, que en verdad el pilar sí que se oxida. En la zona que la gente frotaba sus manos o su espalda no hay señales de oxidación, en cambio sí hay dónde los fieles no llegaban. No es del todo verdad. En varios puntos muy concretos hay signos de oxidación, pero escasísimos si tenemos en cuenta que estamos hablando de una columna de hace 1600 años y que han variado sustancialmente las circunstancias de contaminación del área, con los gases sulfurosos del excesivo tráfico de Delhi y la industria de los últimos años.
Hace muy escasos años, un investigador indio llamado L. Daswani localizó referencias antiquísimas, escritas sobre hoja de palmera, donde viejos residentes de la India explicaban el proceso para obtener aleaciones de hierro inoxidable. Dichas fórmulas no tienen nada que envidiar a las actuales.
Recientes investigaciones efectuadas con microscopios electrónicos han puesto de manifiesto que se trataría de algo comparable a un barniz antioxidante que estaría formado por una combinación de ácido tánico con resinas sintéticas. Curiosamente, este tipo de barnices antioxidantes han sido hace poco comercializados. Son un logro de la sociedad moderna. en cambio, los hindúes conocían sus misterios demasiados siglos atrás.
Al respecto, un informe emitido por los metalúrgicos del Instituto Indio de Tecnología de Kanpur, el 18 de julio del 2002, dice: “Durante los tres años siguientes a la erección del mismo se habría formado, de forma natural, una fina capa de «misawite» compuesto de hierro, oxígeno e hidrógeno, que protege el pilar del hollín. La protección se formó por catálisis, debido a una concentración notable de fósforo, debida a la fabricación del hierro por los viejos indios que mezclaban directamente el mineral con carbón de leña. En diferentes palabras, el incognito de esa aleación es que contiene una inusitada proporción de fósforo. El hierro actual posee un 0,005% mientras que el material de esta columna contiene un 0,25%. De esta forma, el fósforo crea una película capaz de quemar el oxígeno exterior y defender el montón de la corrosión y los estragos del tiempo. El hierro así tratado es más resistente y duradero”.
Lo que no han señalado estos expertos es cómo pudieron conocerse tales técnicas en tiempos tan remotos.
Por cierto, las aleaciones a las que Daswani hace alusión son las que al parecer se empleaban para la fabricación de los vimanas.
Y es que según se desprende de la lectura de la citada inscripción, la columna estuvo en tiempos remotos coronada por una efigie de Garuda, el vehículo del dios Visnú. Se trata de una de esas fantásticas aeronaves del pasado indio, las llamadas vimanas, «naves aéreas» que parecían dotadas de una extraordinaria tecnología y de las que hablan los textos sagrados de la antigua India. Sobre ellas escribiré en un próximo artículo.
Diferentes raras pilastras
Si sólo hubiera una columna de esta clase podría tratarse de una rareza y su falta de oxidación se podría aclarar a varias causas, entre ellas a que haya sido engrasada con los años para mantener ese aspecto con un barniz antioxidante formado por una combinación de ácido tánico, grasa de cerdo y resinas sintéticas. Pero resulta que hay más.
Es como si hubiera existido una fábrica metalúrgica en el pasado que se encargó de hacer estas columnas con unas aleaciones especiales que resisten sin inconveniente alguno el paso del tiempo sin oxidación, estén en zonas secas o húmedas. Se fabricaron multitud de columnas de hierro, con igual calidad, aunque no tan conocidas como la que aparece en el patio de Qutub Minar de Delhi. Inclusive existen viejos textos que hablan de cómo se elaboraban estas misteriosas aleaciones. El escritor hindú Subramanyan Iyer dedicó su vida a descifrar la redacción de las hojas de palmera en las villas de su Karnataka natal. Estas hojas era el soporte de los viejos sabios para plasmar sus conocimientos investigadores. En la población de Anekal reveló unos textos en sánscrito antiguo que versaban sobre aleaciones de metales y su aplicación a los cascos de las aeronaves o vimanas. Basándose en esos textos, C.S.R. Prabhu, jefe técnico del Centro Nacional de Informática, pudo fabricar en 1991 cinco de las aleaciones descritas susceptibles de aplicarse en la metalurgia moderna, según comenta el investigador Robert Goodman. El doctor L. Daswani, de la Universidad de Bangalore, declaró que unos textos investigadores encontrados en esas hojas de palmera proporcionaban las fórmulas exactas para hacer distintos tipos de aleaciones de hierro inoxidable con un contenido de este mineral de incluso el 99,5%. Una buena pista para aclarar el enigma del hierro inoxidable.
Una de estas columnas se encuentra en las laderas de la colina piramidal de Kudasaadri, a unos 150 kilómetros al noroeste de Bangalore, en el estado de Karnataka, al sur de la India. Esta montaña, colocada a 1.450 metros encima del nivel del mar, está horadada por numerosas cuevas donde los rishis han pasado largas temporadas en estado meditativo buscando el satori o iluminación. Se trata, por tanto, de un lugar sagrado. La colina está cubierta de una densa foresta que recibe anualmente varios litros de agua y en su falda hay un único santuario cuya entrada está flanqueada por una insolita columna rectangular de hierro que ha resistido, a pesar de las lluvias, la inevitable corrosión de los siglos. La columna tiene 9,76 metros de altura. De ella se cuenta que el maharajá de Mysore mandó excavar alrededor de ella con el objetivo de rastrear el otro extremo subterráneo. Cavó y cavó y tuvo que abandonar la empresa meses después ya que no encontraba el dichoso final, lo que atribuyó al designio de las deidades. Algo que al parecer normal a columnas parecidas como la de Delhi.
El valle, que se encuentra a los pies de la montaña piramidal de Kudasaadri, aloja un santuario dedicado a Sri Mookambika, considerada la Mamá Universal y la Mamá de todas las madres Divinas en el panteón hindú. Demasiados no admiten que sea casual y han buscado sus interpretaciones místicas mencionando que la columna serviría de catalizador para llamar la energía divina a la zona y así defender a los devotos de la deidad. Buen argumento para una película de Indiana Jones.
Diferentes columnas de hierro estarían en los templos de Puri y Konarak, ambos en zonas costeras. El santuario del dios Jagannath, en la población de Puri, tiene una enorme viga de hierro como parte de su estructura. El santuario de Konarak además posee una gran viga similar de 35 pies de largo (10,66 metros), con un espesor entre 9 y 11 pulgadas, vigas que además han resistido la corrosión perfectamente. Otra está en Dhar o Dhara, una ciudad en el estado occidental de Madhya Pradesh, la India central. Es interesante conocer que la mayor parte del centro de la India formaba parte del Imperio Gupta (300-550 d.C.), que es cuando se realizan la mayoría de estas columnas, incluso que a principios del siglo VII se incorporó a los dominios del emperador Harsha.
Hay más y de diferentes épocas. Incluso hoy se puede ver un enorme pilar de hierro, compuesto de tres piezas, próximo al Jama Masjid, en Dhar, de aproximadamente el doble de altura de la columna de Nueva Delhi. El Lat Masjid, o Mezquita del Pilar, fue erigido por Dilawar Khan en 1405 con los remanentes de los templos Jainistas. Deriva su nombre de un pilar del hierro instalado originalmente al comienzo del siglo XIII en conmemoración de una victoria bélica de 13,10 metros de alto, que actualmente lamentablemente está tumbado y roto.
Hay otra columna similar en el Monte Abu, el centro de peregrinación de los jainas más famosos. En uno de los templos de Delwara es donde está este pilar cuya altura es de 3,65 metros.
¿Y en Europa?
Pues además tenemos una. Está colocada en los jardines de Kottenforst, en Bonn (Alemania). Allí se encuentra una columna cuadrada de hierro, denominada, a nivel popular, Hombre de Hierro.
Como se se imaginan, no presenta señal alguna de herrumbre. No tendría la menor importancia sino fuera porque es mencionada por vez primera en las crónicas del siglo XIV como divisoria de caminos, marcando el límite del mercado local, una calzada de piedra y un acueducto, siendo su antigüedad quizá mayor. Las mediciones de resistencia magnética indican que la columna se prolonga 30 metros
bajo la superficie, algo similar a lo que ocurre con la columna esférica de Qtub Minar y la de Kudaasadri.Estos hechos son otro de los síntomas de algo que cobra fuerza: que el remoto pasado contó con unos conocimientos técnicos demasiado más avanzados de lo que pensábamos … Conocimientos que sólo el saber moderna ha logrado equiparar
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