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Vampiros del siglo XXI

La presión de los mass media a veces surte su efecto. Si además detrás de dichas presiones se encuentra el reverendo Lionel Fanthorpe, lo normal es que muchas cuestiones que permanecen entre brumas, finalmente se aclaren. Fanthorpe es uno de los rostros más conocidos de las islas británicas desde hace décadas. A lo largo de estos años ha escrito más de 250 libros especializados en fenómenos anómalos y ha presidido sociedades aparentemente alejadas de la religión como la Asociación británica de búsqueda extraterrestre o la Asociación para el estudio científico de los fenómenos extraños. Por eso lo que él dice, no es una frase hecha, va a misa. Dicho lo cual, cuando los medios de comunicación de su país se ampararon en la «ley de libertad de información para la ciudadanía» para que los diferentes estamentos gubernamentales desclasificaran los informes relativos a sucesos misteriosos que poseían, él fue uno de los que batalló con más fuerza. Y llegaron los informes. De los casi quince mil que pudo analizar, al menos 206 estaban íntimamente ligados al vampirismo. Podríamos hablar de muchos, pero sin duda, si uno destacaba entre todos, ése era el del vampiro de Birmingham. Primero por su proximidad en el tiempo, ya que todo ocurrió en 2005; después por el elevado número de testigos que aseguraron haberse enfrentado a una especie de sombra muy alta y oscura que mostraba una fuerza sobrenatural. Quienes eran agredidos en los días siguientes sufrían una suerte de desvanecimiento, como si les hubiera robado parte de su energía.

Así pues, como comentamos en una entrega anterior, da la sensación de que no todos los casos pueden ser explicados desde el punto de vista de la ciencia. Sólo hay que acudir a las crónicas para darnos cuenta de ello. Por ejemplo, existe un documento fechado en el año 1734 por el doctor Johannes Fluckinger, miembro del Honorable Regimiento Fursstenbusch de Viena, que no da margen a la duda. Para entender qué ocurrió debemos viajar en el tiempo hasta ese año, porque una región de Serbia estaba siendo asolada por una extraña enfermedad que dejaba si hálito vital a quienes la padecían, al punto de que morían víctimas de terribles delirios, asegurando que a los pies de la cama aparecía el causante de la enfermedad. El caso fue estudiado en un principio por John Glaser, epidemiólogo del ejército, pero al no poder explicar qué ocurría, decidieron llevar al citado Fluckinger. El día que llegó a la población, trece personas habían fallecido en extrañas circunstancias. Pronto se dio cuenta de que aquello no era normal, y así lo reflejó en un informe titulado Visum et repertum. donde afirmaba lo siguiente: «Después de que hubiera sido divulgado que los supuestos vampiros habían matado a gente bebiendo su sangre, fui enviado allí para investigar la materia a fondo junto con los oficiales detallados para este propósito y dos médicos castrenses subordinados. Para ello se hicieron interrogatorios en la compañía de hajduks del capitán Gorschiz Hadnack, portaestandarte y el más viejo hajduk de la aldea, el cual refirió lo siguiente: que hacía cinco años que un hajduk local de nombre Arnold Paole se rompió el cuello en una caída de un carro de heno. Este hombre, según él mismo había dicho, fue atacado por un vampiro cerca de Gossowa en la Serbia turca, donde había comido la tierra del sepulcro y se había manchado frotando con la sangre del vampiro, para liberarse de su maldición. A los 20 ó 30 días después de su muerte algunos se quejaron de que el mencionado Arnold Paole les estaba atacando; y que de hecho había matado ya a cuatro personas. Para acabar con este mal se procedió a desenterrar a Arnold Paole 40 días después de su muerte. Según lo que declaró un soldado que había estado presente en tales acontecimientos, lo encontraron completo e incorrupto, y la sangre fresca fluía de sus ojos, boca, nariz y oídos; así como que la camisa, la tapa y el ataúd estaban totalmente ensangrentados; que se habían caído las uñas de sus manos y pies, junto con la piel, y que le habían crecido otras nuevas; y puesto que al ver esto se convencieron de que era un vampiro, atravesaron su corazón con una estaca según su costumbre, sangrando copiosamente y pudiéndose oír claramente un gemido». Así lo firmaba en Belgrado, el 26 de enero de 1732, después de que las tumbas hubieran sido abiertas y los cadáveres encontrados en esas condiciones decapitados y quemados. Así pues, ¿qué enfermedad puede provocar dichos síntomas? Quizás debamos quedarnos con la frase del cazavampiros Abraham Van Helsing, que aseguraba que «la fuerza del vampiro reside en que nadie o casi nadie cree en su existencia».


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Por Alejandro