Investigadores recomiendan al gobierno añadir medicamentos psicotrópicos al agua de grifo

Con un ensayo aun en marcha en Escocia que tiene por objeto definir si la presencia de litio en el agua potable está relacionada con el descenso en la tasa de suicidios, podríamos encontrarnos en breve con un nuevo intento por añadir una nueva substancia bioactiva a los suministros de agua públicos.
En 2009, expertos de la Universidad Oita, en Japón, dieron a conocer los resultados de un ensayo en que se mostraba cómo en algunas regiones del país en las que la presencia de litio en agua se producía de figura natural, se daban índices de suicido menores que en aquellas donde el agua presentaba un contenido en litio menor. Esta observación llevó a un estallido de peticiones para que se añadiera litio al agua potable de uso público, tal y como ya hacen demasiados municipios con el fluoruro.
El litio es un elemento químico natural que, en grandes dosis, se emplea en el tratamiento del trastorno bipolar y de la depresión aguda. Los efectos secundarios que se proceden del consumo de litio en estos sucesos incluyen hipotiroidismo, aumento de peso e insuficiencia renal.

Ausencia de consenso sobre los efectos del litio en la salud

En 1990, un ensayo reveló que de entre los condados de Texas (254), 27 presentaban niveles superiores de litio en agua y contaban con tasas de suicidio de incluso un 40% menor que en condados en los que los niveles eran inferiores. igualmente, se relacionó esa mayor presencia de litio con una menor incidencia de sucesos de homicidio y de violaciones.
En 2009, este ensayo fue repetido por el asociación de Oita, que comparó 18 municipios japoneses y halló resultados parecidas en cuanto a la tasa de suicidios. La investigación japonesa ha vuelto a ser replicada varias veces desde por lo tanto con resultados muy similares, aunque varios investigaciones no han hallado correlación alguna.
Actualmente, un asociación de investigación escocés está llevando a cabo su propia versión del ensayo japonés con la intención de corregir varios errores metodológicos presentes en investigaciones previos. “Queremos mejorar la metodología a través de un ensayo
pormenorizado concentrado en los distritos postales” comentó Daniel Smith, jefe de la investigación. Se prevé que los resultados estén listos en 2016.

Violación del acuerdo de consentimiento

Aunque los resultados del asociación escocés contradijeran los investigaciones previos, el plan de añadir litio al agua ya puede haber enraizado. En un editorial nueva para The New York Times, Weill Cornel psiquiatra del Medical College restó importancia a los riesgos de añadir litio, al tachar el debate de “irrelevante“.
“La Mamá Naturaleza ya ha puesto un medicamento psicotrópico en el agua potable, y esa droga es el litio” escribió la doctora.
En 2010, el bioético y investigador en cronica de la Medicina, Jacob M. Appel hizo un llamamiento a través de un editorial del Huffington Post, para que se añada litio al agua si nuevas investigaciones demuestran que hay un nivel de riesgo bajo.
“Si una dosis reducida prueba ser tan buena como se espera, no tendriamos que permitir el uso de argumentos abstractos sobre de nuestra “libertad” de beber agua no adulterada con el fin de evitar que llevemos a cabo un enriquecimiento del agua a gran escala” escribió.
A continuación, sugirió que “quizás además sería bueno añadir estatinas reductoras del colesterol (y asesinas del cerebro) al agua potable, al igual que tiamina para evitar la demencia en alcohólicos”. “Será inevitable que varios detractores empleen el argumento de que el enriquecimiento por motivos médicos del aguade uso público es una violación de la libertad individual”, escribió con desdén. “Es obvio que nadie va a forzar a esos disidentes a beber agua de grifo. Les invitamos a adquirir agua embotellada”.
Pero dejando a un lado cuestiones como la eficacia, el riesgo y la libertad, demasiados críticos manifiestan que el enriquecimiento del agua no puede ser ético de ninguna de las maneras. Según Robert Carton, ex- investigador en jefe de EPA, el añadir medicamentos al agua potable viola el derecho del paciente de expresar su consentimiento anteriormente de someterse a un tratamiento médico. En este suceso, cualquiera que bebiera agua se convertiría en un paciente.
Carton y diferentes han vertido la misma crítica contra la fluorización del agua. “Todos los códigos éticos para la protección de los individuos que son objeto de procedimientos médicos, sean estos investigaciones o tratamientos médicos rutinarios, conllevan el cumplimiento de un requisito básico, la expresión de un acuerdo de consentimiento voluntario”, escribió Carton en la revista International Journal of Occupational and Environmental Health.
Diferentes críticos han apuntado que añadir medicamentos al agua de uso público además viola el código ético al hacer increible la adecuación de las dosis a las necesidades médicas de cada persona y a las personas con perfiles de riesgo.